Eres muy niño

1620 Words
Juliana Torres. Camino de un lado a otro intentando buscar unos archivos que necesito para el trabajo, la puerta  es tocada, miro el reloj viendo que es aun temprano, suspiro y voy  abrir la puerta, la persona se abalanza a mí besándome de manera brusca sin dejarme hablar, entramos a mi apartamento, cierra la puerta sin dejarme de besar, me dejo llevar por un momento pero me detengo y lo separo. — Estás loco, Uriel... — Estoy loco por ti — niego abriendo la puerta. — Eres muy niño para mí, lo siento ya te dije que no se puede... — dejo de hablar cuando se me acerca pone sus manos en mi cintura y siento el frío que me transmite al tocarme, sus azules ojos me miran suplicando que no lo aleje otra vez y niego.  — Debiste pensarlo antes de acostarte conmigo, Juliana — sale, cierra la puerta de un portazo, respiro pensando que hice bien, apenas tiene 18 años, apenas está en la secundaria y yo no necesito un niño. — Tiene razón no debí acostarme con él pero que iba a saber que era tres años menor que yo, Dios — niego siguiendo en la búsqueda de los archivos. Había pasado 3 meses desde que lo conocí en la empresa en donde trabajo desde que tenía 19 años cuando hacia la pasantía de la universidad, él estaba haciendo la pasantía que dan en la secundaria para saber si te gustaría estudiar esa carrera, algo así es la nueva educación que impusieron en casi todas las secundarias del país. Un mes más tarde mientras era su tutora empresarial salimos a beber, obvio que yo no sabía su edad, su cuerpo y cara e voz no lo indicaba y unas copas aquí y unas copas por allá, nos revolcamos bien rico y me dice su edad, prácticamente me puse la soga al cuello sin darme cuenta, primero me acosté con un menor, segundo me echarían del trabajo y tercero no estaba en mis planes tener una relación ahora. Pero un mes más tarde nos volvimos acostar, ni sabía cómo sucedió así que le deje en claro que muy rico todo pero no podía estar más con él... Pensé que solo tenía que esperar un mes más y no lo volvería a ver, el mes pasado nos volvimos a revolcar, desaparece y me lo encuentro en un club el fin de semana pasado, ahora sabe dónde vivo y me busca con más intensidad. Y así es como estoy yo en un lío con un menor que esta legal pero que es menor que yo. (...) Miro la hora de mi reloj algo impaciente mientras el elevador se detiene en dos pisos abajo del mío, las puertas se abre y veo a Italo, mi primo, hijo de mi tío Raúl y mi tía Max, a su lado esta una pelirroja que se me hace un poco conocida, ellos me miran, él normal pero ella sorprendida. — ¿Tori? — pregunto casi segura de que es la chica, me abraza feliz, le regreso el abrazo feliz también de verla después de 8 años. — Juli, cuanto tiempo sin verte, te ves hermosa — sonrío feliz porque lo notara. — ¿De dónde se conocen? — pregunta interrumpiendo nuestra charla, miro a Tori sin saber cómo responder sabiendo que hace 8 años Italo tuvo un accidente, Tori está por hablar pero me adelanto. — Nos conocemos desde hace años, íbamos al mismo club de arte — miento, me mira y no dice nada volviendo a mirar la puerta, Tori me mira confundida sin entender porque le mentí a mi propio primo. — Deberíamos juntarnos, escuché de mi tío que ahora trabajas para mi primo, quedamos casi cerca, eh. La pelirroja mira a Italo que no nos mira ni nada, me mira y asiente sacando su teléfono para anotar mi número y poder vernos, una vez en la recepción Tori me ofrece llevarme pero me niego mostrándole la llave de mi vehículo. Lo veo irse en el carro que supongo que es de la chica, rezo para que no la detenga la policía ya que aún es menor de edad por lo que recuerdo. Suspiro, espero que mi tío no se moleste si le cuento todo a Tori, ella debe saber antes de meterse en un problema con Italo. (...) — Llegue... — Tarde — ruedo los ojos sacando los archivos de las nuevas propuestas del área de diseño donde soy la directiva, mi tío, hermano de mi padre, lo toma ojeando una que otras hojas. — Llego tarde porque no encontraba los archivos donde estaban las propuestas, Tío — asiente como si me escuchara, suspiro. — Están bien, me gusta, por cierto hoy entra un chico nuevo. — ¿Y me lo vienes a decir hoy? Te pasas, tío. — No tienes ningún derecho. — me cruzo de brazos riendo sarcástica. — Soy la jefa del área de diseño, señor Torres — se encoge de hombros. — Tu tía Max ya lo evaluó y le gustó, lo tendremos un año aquí y luego lo trasladaremos a su empresa, no te tienes que preocupar ya lo conoces, fuiste su tutora hace un mes... Lo miro esperando que no sea quien yo creo que es. — Uriel Monroe... Me imagino que te acuerdas de mi sobrina Juliana — dice mirando a la puerta, me volteo mirando al chico que dice estar enamorado de mí. — Claro, señor Bruno — sonríe mirándome como si fuera mi pesadilla. No sé si poder aguantarlo un año. (...) Tomo de mi café esperando que llegue Tori, observo la hora y aún falta una hora para regresar a la empresa, ya quisiera que mi hora del almuerzo fuera más largo, apenas dio la hora me desaparecí para no mirarlo o encontrármelo por los pasillos de la empresa. Empiezo a odiar a mi tío Bruno, él sabe que Uriel está loco por mí, es obvio, hombres, ellos no se guardan nada. — Lo siento, tenía muchas cosas... — niego sin tomarle importancia a su tardanza. — Me imagino que es un idiota y te trata mal — se ríe nerviosa confirmando que está siendo así con ella, niego. — Te contare algo, espero que no te sientas culpable o algo por el estilo, ¿va? — asiente confundida por mi repentina seriedad. Luego de contarle lo sucedido hace 8 años cuando ella se fue, Italo se desesperó y fue a buscarla negando que ella se había ido, al ver que todo era verdad, de regreso el chófer se desvió de la carretera gracia a un venado que pasaba por ahí y no lo había visto, el carro se revolcó cayendo por una colina causándole la muerte al hombre y dejar inconsciente a Italo, entró en coma por dos años causando una pérdida de memoria de toda su corta vida, olvidándola a ella y de donde viene. — Gracias a ello, él es así, de vez en cuando tiene ataques y dolores de cabeza y pues tratamos de llevarlo a un especialista pero lo dejó a la tercera sesión, por eso si te has preguntando por que no te recuerda ya sabes... La miro pero no me mira solo mira su taza de café hasta que veo que llora, me mira. — No es tu culpa, Tori, no lo es, mis tíos trataron de detenerlo pero ya era tarde, trataron de que recordara como era antes pero se negó, no es tu culpa... Me siento a su lado y la abrazo, sigue llorando, acaricio su pelo y espalda. — Si no me hubiera ido, nada de esto hubiera pasado, Juli. — Lo sé pero nadie te echa la culpa, niña — me separo y le doy una servilleta para que se limpie. — Solo tienes que ser paciente con Italo, aunque haya pasado 8 años sé que él sigue en algún lugar. — Dios, ¿Por qué el tío Raúl no dijo nada? — me encojo de hombros sin saber la razón del tío — Gracias por decirme, Juli. — No hay de que, tío tenía que haberte dicho, porque no es sano para Italo no saber nada, debe sentirse vació sin saber quién es... Asiente, mira su reloj y se levanta. — Me tengo que ir, hay mucho trabajo por hacer, gracias por decirme, tratare de ayudar en algo — asiento y se va corriendo. Creo que hice lo correcto, pero aún me siento culpable por Italo, solo sabe que fue un accidente, no creo que sepa que alguien murió por salvarle la vida. (...) Observo a todos lados saliendo por el elevador de la empresa de diseño, pidiéndole a los dioses griegos por no encontrarme con Uriel, entro a mi oficina aliviada por no encontrarme con el ángel Uriel porque literal su nombre es de un arcángel pero debe de ser el ángel de la salvación es de la perdición. — Te desapareces... Luego entras como ladrona a tu propia oficina, es literal que me estas evitando, Juliana — trago saliva al escucharlo a mi oído, se me eriza la piel sintiendo su respiración en mi cuello. — Por lo más sagrado que tengas, aléjate de mí, Uriel... — Quiero ser tu salvación pero no me dejas, dime ¿Quién te lastimó tanto para que me evites así?  No es que no quiera estar con él porque sea menor, la verdad si tiene que ver pero hubo alguien más ante y no puedo volver a caer en el amor. — Lo siento... pero no quiero que me salves, Arcángel — se aleja. — Entiendo... dejare de molestarte, haz lo mismo, por favor — abre la puerta y se va.  
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