Reluctancia

1310 Words
Estaba justo por decirle a Josh que no importaba nada de lo que había pasado, que esperaba que nuestra amistad quedara intacta, que hagamos un “borrón y cuenta nueva”, pero justo en esos instantes ingresó el maestro, John Santos. —Buenos días estudiantes, espero que hayan repasado las prácticas que hicimos la clase pasada —dijo acomodándose la corbata, para luego sentarse en su escritorio y llamar a Teresa a que repartiera las hojas, donde estaban los ejercicios que había que resolver. —¡Mierda! —escuché esa voz, era nada más y nada menos que de Josh ahí, a mi lado. No sé qué quería decirme exactamente y por qué tanta insistencia… Bueno, en realidad sí lo sabía, pero preferí hacerme la desentendida. En fin, tuvo que irse a su asiento y recibir su hoja, no sin antes decirme que me llevaría a casa para que en el transcurso del camino habláramos de lo que pasó el sábado. Mis mejillas ardieron al momento de escuchar eso, es que sólo evocar ese recuerdo en mi mente, hace que me estremezca. La práctica estuvo muy fácil, al menos para mí. Vi de reojo a Joaquín, el pobre no sabía ni por dónde empezar. Josh estaba resolviendo sin problemas todo, aparte de ser muy guapo, era uno de los primeros en la clase, al igual que yo. Estaba muy concentrado con el ceño un tanto fruncido y los ojos pegados fijamente a la hoja de prácticas. Parecía leer con detenimiento cada letra en la práctica. Yo volteé y empecé la mía, en menos de 20 minutos terminé, le entregué mi práctica al profesor y este me dijo que podía salir y que no hiciera mucho desorden. Salí, el día estaba un tanto despejado, las nubes contrastaban con el hermoso azul del cielo, después de tantas semanas de nieve, al fin el clima empezaba a cambiar y dar paso a la hermosa primavera. Lo primero que hice fue dirigirme a la cafetería; llegué y me senté en una de las mesas y pedí un pedazo de torta de chocolate. Iba a comer, cuando dos fuertes manos apretaron mi cintura y me hicieron voltear con ganas de darle un buen puñetazo al osado que había hecho eso. Podré ser flacucha, pero estos brazos sí que saben golpear. —¿Tú? —respondí automáticamente, aspirando el exquisito perfume a hombre que me tenía tan turula hace tiempo. No lo podía creer, ahí estaba Edgar, sonriéndome y mostrándome esos blanquísimos dientes, mirándome con los ojos un poco brillosos. Mi primer amor… mi ex. —Regresé ayer en la tarde —respondió, tomándose un silencio para luego continuar. —Oh. —Mi abuela Clara —vi una lágrima deslizarse por su rosácea mejilla—. Ella falleció hace una semana, mi padre me dijo que podía vivir con él, así que decidí volver y darte una sorpresa, sé que ha pasado algo de tiempo —tomó una de mis manos y la acercó a su pecho—, pero lo que siento por ti aún está ahí —se produjo un silencio en el que solo pude percibir sus latidos acelerados—. Si es que todavía tu sientes algo por mí, me gustaría volver contigo, Vivian, no sabes cuánto te extrañé este tiempo. Oh, Dios. ¿Qué le digo? Estaba por responderle, cuando oí un carraspeo de alguien detrás de mí, era nada más y nada menos que Josh, con una cara de muy pocos amigos. Nos miraba como si hubiéramos hecho algo realmente malo. ¿Volver con mi ex sería algo realmente malo? … Josh Salí del salón en busca de ella, no me la podía sacar de la cabeza, somos mejores amigos desde hace ya varios años, pero nunca la vi como mujer. Ella es realmente hermosa, no sé cómo de estúpido dejé que tuviera dos novios y valga la redundancia, fui yo quien le hizo "el pase" con cada uno de ellos. Ni bien llegue al cafetín la vi ahí, pero había alguien que la sujetaba la cintura, un chico pelirrojo que se me hacía conocido… —Mierda —murmuré. Ese tipo era el primer amor de mi amiga. Aquel que según yo sé, fue a la capital con su abuela a que la tratasen por una enfermedad. Pensé que Vivian ya había cerrado ese capítulo en su vida, pero en mis narices estaba sonriéndole y mirándolo fijamente. Un nudo se produjo en mi estómago. ¿Cómo podría definirlo?, ¿celos, quizá? Pero yo nunca había sentido eso. Novias había tenido y una larga lista, encontrones con algunas de las chicas de la escuela también, pero nunca en mi vida había sentido esta sensación extraña y punzante en mi estómago. Caminé hacia donde estaban ellos, que parecían sumergidos en otro mundo y carraspeé. Vivian se dio vuelta enseguida y me miró a los ojos con reproche, como si yo hubiese interrumpido algo importante. —Vivian, necesito hablar contigo —le dije. Ella me miró fijamente y me dijo después que la esperara, que primero tenía que darle una respuesta a Edgar. ¿Respuesta? ¿Cómo que respuesta? ¿Por qué demonios está él aquí? Apreté los puños. Esto no me daba buena espina. —Está bien —dije al fin. Me quedé viéndola un instante, hasta que me fui a sentar en una mesa alejada de ellos. No podía despegar mi vista de ahí, de pronto vi cómo él sonreía y la abrazaba, dándole un repentino beso en los labios, esos mismos labios que hacía dos días yo también había besado y que me pareció una experiencia maravillosa. Puse los ojos en blanco y decidí irme de ahí, no quería ver tremendo espectáculo justo en mis narices. Caminé por el pasillo, hasta que de la nada salió Raquel –mi ex novia–, me miró con una mirada seductora y me preguntó cómo estaba, yo dije que bien y de la nada, me acerqué y la besé también. Necesitaba quitarme esa cólera, aquella ira que me cegaba al momento en que vi a mi amiga besando al idiota de su ex. Alguien nos interrumpió, volteé y ahí estaba Vivian, viéndome con un rostro sonriente y con la mirada fija en Raquel. … Vivian Le dije que si a Edgar que sí volveríamos, no quería que después de la muerte de su abuela él sintiera mi rechazo, fue mi primer amor después de todo. Quizá recordar iba a hacerme bien y anular los sentimientos que estaba empezando a sentir por mi mejor amigo. Estaría con alguien por al que una vez sentí algo hermoso y profundo y quizá mi corazón recordaría a donde perteneció. Él me miró con una sonrisa y de la nada se acercó a mí y me plantó un beso en los labios, recordé lo bien que besaba y simplemente correspondí al beso. Luego caí en cuenta que Josh estaba cerca y después de lo que pasó el sábado, no era muy prudente estarme besando con un hombre en frente del chico con el que me besé hace poco menos de dos días. Le dije a Edgar que lo llamaría e iría a verlo, él me dijo que no habría problema, se despidió de mí con otro beso en los labios y abandonó la cafetería. Me dijo que también había venido a ver la universidad, puesto que se inscribiría aquí mismo, que ya habían tramitado su traslado y que a partir de mañana lo iba a ver a diario. Con una sonrisa le dije adiós y fui con Josh, miré por el cafetín y no estaba, fui por el pasillo y lo encontré recargado en una columna, besándose con Raquel. —Josh —dije, él se volteó y me miró. Traté de sonreír, una sensación extraña invadía mi cuerpo, pero traté de ignorarla y comportarme como siempre.
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