Llegamos a la fiesta y como siempre, la casa de Nigel estaba al tope de invitados, siempre era el mejor en organizar fiestas.
Me dirigí a la barra de bebidas y pedí algo más fuerte que aquel sábado.
De pronto me dieron ganas de bailar, pero cuando busqué a Josh, este se había acercado a Raquel para hacerlo.
No sé por qué me dio una inmensa ira verlos bailar tan cerca el uno del otro, después de todo, eran ex novios. ¿Podían revivir sentimientos muertos?
Con las manos hechas puños, me acerqué a Amilcar y le propuse que bailáramos. Él me dirigió una mirada muy dulce y tomó mi mano, yéndonos a la pista de baile.
…
Josh
Ahí estaba ella, mi molesta amiga pelinegra bailando con mi bro, se veía demasiado hermosa esta noche.
Esta semana fue muy angustiante, por un lado estaba feliz de que mi hermano haya despertado, pero por otro, no le dejaba de dar vueltas a la foto de mamá, y esa frase "despertaste".
Para aumentar toda mi angustia, ayer Amilcar me confesó que Vivian le gustaba y que quería que yo lo ayudara a conquistar su corazón.
Tenía que ser precisamente yo, que estaba tan confundido respecto a si la seguía viendo como hermana después de lo que pasó hace ya dos semanas.
Le conté que Vivian estaba de novia de Edgar y cómo yo la ayudé con él.
Él me dijo que eso no le importaba en lo absoluto, que no era tonto y sabía demasiado bien que Vivian no miraba con ojos de amor a su novio.
“¿En serio? No me había dado cuenta de nada,” le había respondido.
Una voz interrumpió mis pensamientos.
—Chicos, es hora de jugar un poco para animar el ambiente —dijo Isabel.
Algo me decía que quería que jugáramos a las cartas otra vez. Edgar no estaba y ya veía a Vivian un poco entonada por el alcohol.
Fue un deseo insano, pero la verdad me moría por probar nuevamente sus dulces y apetitosos labios.
…
Vivian
Amilcar bailaba muy bien, aunque creo que me tenía demasiado pegada a él.
Los 4 vasos de vodka que tomé ya empezaban a hacer efecto en mi organismo y todo me daba vueltas.
Isabel propuso nuevamente su juego de cartas. Un recuerdo cruzó mi mente cuando me besé con Josh; recordaba bien sus labios sobre los míos y mis mejillas se sintieron acaloradas.
La primera ronda le tocó a Joaquín e Isadora.
No era la primera vez que los veíamos besándose, así que fue algo sin emoción. La segunda ronda le tocó a Raquel y un chico llamado Alfredo, la mayoría ya estaba pasado de copas, yo veía hasta doble.
Se dieron un beso de 3 minutos frente a la mirada incrédula de Josh. No creo que sea muy agradable ver con otro a tu ex.
Una risita escapó sin querer de mis labios.
En la tercera ronda, me tocó a mí con la persona que menos esperaba, era justo el chico que estaba a mi lado, Amilcar.
La penitencia consistía en que me diera un beso de 2 minutos, estaba bastante tomada así que acepté, sintiendo cómo él se acercaba hacia mí. Me acarició dulcemente la mejilla y me dio un tierno beso en la comisura de la boca.
En un momento me pareció ver a Josh y lo besé con más ánimos, cuánto añoraba y deseaba tanto sus besos desde aquella vez…
Acabaron los 2 minutos y un momento de lucidez cruzó en mi mente, ¡demonios! Él no era Josh y lo peor era que quería besar a Josh, lo deseaba intensamente. Busqué su mirada y estaba con el ceño muy fruncido.
Miré hacia otro lado, apenada.
Pasaron 3 rondas más y me tocó esta vez con Josh, me puse roja de la vergüenza, pero total, acepté el reto. Nos acercamos y él fue quien empezó, puso sus manos en mi cintura y me besó.
El que nos había tocado era un simple piquito, pero sin darnos cuenta, empezamos a besarnos desesperadamente y con ardor.
Isabel interrumpió nuestra burbuja y yo agaché la cabeza, estando muy avergonzada. Ni siquiera era capaz de mirar a mi mejor amigo a los ojos.
Amilcar miraba a su hermano con un poco de reproche o quizás fue simplemente mi imaginación.
Josh se acercó a mí y me abrazó con ternura, luego se sentó a mi lado y yo me acomodé en su hombro, sintiéndome como en casa.
—¿Vamos a bailar, Vi? —extendió su mano y la tomé sin chistar.
Bailamos muy juntos, sentía que todo a mi alrededor desaparecía y que los ojos de Josh brillaban de una manera increíble. Podría perderme en ellos por horas.
Recordé el beso y mis mejillas ardieron de nuevo, él sonrió de medio lado de esa manera que era habitual en él y yo sólo sonreí, sacudiendo la cabeza con reprobación.
Esa parte de mí estaba turbia, pero mis sentidos se pusieron alerta de pronto cuando sentí su mano bajar a mi espalda baja.
Tragué saliva y me atreví apenas a mirarlo a los ojos. ¿Qué estaba haciendo?
—¿En qué estabas pensando? —preguntó con curiosidad, mirándome de una manera que me daba escalofríos.
¿Por qué el ambiente había cambiado de pronto?
Volteé a mirar a mis amigos y cada quien estaba en lo suyo, casi nadie nos prestaba atención. Sentía que mi cuerpo estaba caliente de una manera extraña y me pregunté si la razón era que la mano de Josh rozaba casi en mis nalgas.
—Pensaba en… el juego de cartas —admití con vergüenza, notando que él me miraba con sorpresa—. ¿Qué?
—Precisamente estaba pensando en eso —admitió y su mirada se dirigió a mis labios—. ¿Sabes lo que me hubiera gustado?
—¿Qué cosa? —pregunté con un hilo de voz.
—Que nos tocara el reto de 7 minutos en el cielo —dijo esta vez con voz ronca y pastosa, provocándome un escalofrío.
—¿Ah, sí? —musité, sintiéndome extraña.
Quizás era el alcohol, el momento en la fiesta o el hecho de que mi cuerpo estuviera hirviendo, pero Josh se acercó a mi oído y con voz sensual me susurró:
—¿Hacemos nuestro propio juego?
Tragué saliva y sentí que me ponía de todos los colores ante su mirada lasciva.
Mi corazón estaba prácticamente en la garganta y en una parte coherente de mi mente, me pregunté si estaba coqueteando conmigo.
“Es obvio que lo está y que quiere algo más,” atacó mi conciencia, la parte de mí menos sensata. “Aprovecha ese bombón antes de que alguien más lo haga”.
—Vamos —lo tomé de la mano y él me miró algo asombrado, pero una tierna sonrisa se formó en su lindo rostro y nos fuimos a un lugar apartado.
Mi cerebro daba vueltas o quizás era la falta de aire por el beso posesivo que me daba, porque apenas nos metimos a una de las habitaciones, Josh atacó mi boca como en el juego, y por supuesto, le seguí el ritmo.
Si antes mi cuerpo estaba hirviendo, ahora sentía que iba a estallar… sobre todo la parte de mi entrepierna.
—Si supieras todas las cosas que quiero hacerte, Vi —expresó con voz ronca y sexy, volviéndome loca.
—¿Por qué… no me lo demuestras? —le pedí con la respiración agitada, expectante.
Sus manos apretaron mis pechos y gemí, mordiendo mi labio con deleite. Tragué saliva y mi mano se movió por sí sola hasta su abdomen, bajando lentamente hasta su entrepierna.
—Ten cuidado… —su voz estaba extremadamente ronca.
—¿De qué? —musité, con la vista fija en su creciente erección.
—Si continúas ese camino… tendré que follarte, Vi —tragó saliva y mi entrepierna se humedeció por esas palabras.
¿Estaba soñando? ¡Me sentía como en las nubes!
—Haz…hazlo —susurré, con la mirada perdida en sus labios.
Josh me besó de nuevo, esta vez colando más caricias en el proceso, unas que me estaban haciendo perder la cordura de dónde estaba y con quién.
Solo quería apagar el enorme fuego en mis entrañas, que bajaba hasta mi entrepierna como un camino de lava ardiendo y al mismo tiempo, mojado como un caudaloso río.
—Oh… —gemí cuando me sacó la blusa y comenzó a atacar mis pechos, pasando su lengua por mis pezones—. Así… sigue.
—Me estás volviendo loco, Vivian —dijo antes de bajar por mi vientre hasta mi entrepierna, olfateando algo que puso su mirada más oscura que nunca.
—Estás tan excitada… —gruñó como animal en celo.
¿Lo estaba?
—Oh, sí… —gemí cuando uno de sus dígitos pasó por mi abertura, luego su boca comenzó a mordisquear el área, sacándome un jadeo.
Mis ojos se iban solos hasta el techo, era tanta adrenalina y placer que mi cabeza daba vueltas… o quizás era el alcohol.
Josh bajó lentamente mi pantalón hasta las rodillas y jadeé por el escalofrío que me recorrió entera. Sus manos sabían darme placer en los lugares adecuados.
—Josh… —suspiré al sentir su lengua recorrer suavemente mi entrepierna, sentía que comenzaba a ver estrellas imaginarias delante de mí—. Oh, Dios…
Un fuerte golpe nos hizo sobresaltar.
No estaba muy segura de dónde venía, pero gritos ensordecedores se hicieron presentes en la casa y miré a Josh, que estaba extremadamente serio.
Tapé mis pechos con mis manos y sentí mis mejillas arder. Por Dios… ¿qué estaba haciendo?
—¿Qu…qué está ocurriendo? —me atreví a decir con voz queda, algo pastosa por el alcohol.
—No lo sé… —suspiró mi amigo, pasando una mano por su cabellera—. Vamos afuera a ver qué es.
Mordí mi labio y asentí, colocando mi ropa lo más rápido que podía. Nuevamente era incapaz de mirarlo fijamente a los ojos.
Aquel ruido… ¿Alguien había llegado? ¿Acaso habría problemas en la fiesta?