Cuando Marcos concluyó, Junio Marcelo había propuesto a su superior: —Centurión, si estás de acuerdo, ya entraría en acción este mediodía, cuando ese Anaximandro estará casi con seguridad en casa para comer. Le arrestaré, la traeré aquí y le interrogaré. —Estoy de acuerdo. Tú Marcos, si quieres puedes irte por el momento. Pero vuelve por favor a primera hora de la tarde, pues podrías ser útil durante el interrogatorio del detenido. Marcos se había ido y, no teniendo cosas urgentes que hacer, había vagado sin rumbo por la ciudad, sobre todo curioseando por los mercados, sin comprar nada y cuando el sol había llegado a lo más alto había vuelto al albergue. A la misma hora, Junio Marcelo se había presentado en la puerta de Anaximandro con cuatro guardias armados. Había llamado personalmen