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1805 Words

Después de que terminara la clase y aguantar un sermón de la profesora, más bien el sermón se lo dio a Ian. Le dijo que debía tener más cuidado y atenderme mejor, le explico los riesgos que había si era demasiado brusco. Sinceramente a mi me hizo gracia, se comportaba como cualquier niño regañado por su profesora por una travesura. Cuando salimos los dos, entramos en su coche. Teníamos la dirección del café, donde nos veríamos con la señora Dong, sospechosa de asesinar a su marido, quince años mayor que ella y multimillonario. - ¿¡Trillizos en serio, Lea!? - Es lo que dijiste tú, ¿no? - Siento haberte hecho daño… - No me hiciste daño, fingí todo. Necesitábamos acercarnos a la señora Dong, la mejor forma era fingir ser muy vulnerable a sus ojos. - Yo me lo creí… pensé que de v

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