—Mis disculpas, rey Alexander. Me dejé llevar —se disculpó Duncan, riendo nerviosamente mientras Alexander le devolvía una sonrisa forzada. Todos soltaron una pequeña risa, tratando de aliviar la tensión del momento anterior y asimilando la idea de tener a un zorro como familiar en la manada, lo cual resultaba irónico, especialmente para Alexander. Sin embargo, a pesar de ello, estaba dispuesto a aceptarlo por amor a Emily, ya que el kitsune era el indudable hermano de su esposa. —Voy a prepararles algo delicioso para almorzar —anunció Emily con alegría —Y en esta ocasión, no quiero peleas en la mesa. ¡Ahora más que nunca debemos llevarnos bien! —declaró la joven al instante en que Alexander proponía una idea. —Emily, hoy no cocinarás. Se me ha ocurrido una idea mejor. Si quieres celebr