Isabella podía ver que Thomas estaba a punto de marcharse y prácticamente no habían hablado mucho. Por eso, rápidamente se subió al carruaje y le habló desde la ventana. —Yo te guiaré, ve —dijo la chica, sintiéndose audaz. Thomas no le prestó atención a Isabella y solo tenía los ojos puestos en Duncan. Él no permitiría que el zorro fuera a informar a su rey sobre su presencia. Se acercó disimuladamente y le susurró en un tono de voz muy bajo, solo audible para ellos dos: —No te irás a ninguna parte. Vendrás conmigo... espero que hayas disfrutado de esa manzana y ese pan, porque será lo último que comerás —murmuró Thomas, helando la sangre de Duncan. El moreno ya había tomado su decisión: se llevaría al zorro con él y, utilizando la Garra de la Revelación, lo obligaría a hablar para rev