Con estos pensamientos en mente con respecto al nivel académico de Thomas, Isabella decidió dejar de pensar en eso y apartó la mirada del moreno alejándose de él, dirigiéndose hacia la cama con paso decidido. Esta vez, no tenía la intención de arrebatarle un beso, como sucedió la primera vez. En su lugar, se sentó en el borde de la cama y, sintiendo pocas ganas por la contundente cena de carne con papas y ensalada, tomó un pequeño trozo de pastel y le dio un mordisco. —La verdad es que... no tengo hambre, Thomas, discúlpame —susurró la chica mientras Thomas se acercaba, tomando asiento a su lado. Desde la llegada de Isabella, su comunicación no seguía el curso esperado. Por el momento, Thomas no había hecho las preguntas cruciales, como quién la había golpeado o cómo había logrado escapa