Emily se volvió rápidamente y vio a Thomas salir de la habitación, con una camisa blanca suelta sin abotonar. Sin embargo, lo que realmente sorprendió a Emily fue que Alexander no gritaba, hablaba en un tono de voz bajo. Era imposible que Thomas lo hubiera escuchado desde esa distancia, pero lo hizo y ahora lo seguía. En ese mismo pasillo, se abrió una puerta y Jaime salió de ella, también se notaba que se había vestido rápidamente por la desorganización de su ropa. Los tres lo siguieron y cuando todos llegaron al Salón Principal, Campbell los esperaba allí sentado en uno de los sillones. Emily parpadeó, aún le costaba comprender la forma en que los lobos se comunicaban, era sorprendente desde su perspectiva. —Por favor, siéntate, Emily —dijo Alexander mientras permanecía de pie. Dio dos