Isabella pudo sentir cómo la intensidad de la mirada de Thomas se posaba sobre ella. Sus ojos, dos esmeraldas brillantes ante la rubia, parecían oscurecerse sutilmente debido a las pupilas dilatadas del joven. Tras suspirar, Thomas confesó con cierta timidez: —Nunca antes he... desvestido a una mujer —dijo, sintiendo vergüenza al recordar sus experiencias pasadas con trabajadoras nocturnas, quienes no llevaban mucha ropa para facilitarles el trabajo a sus clientes. —Entiendo —respondió Isabella, dándose la vuelta para que él pudiera desatar su vestido por detrás—. Comienza desatando los corchetes de mi vestido en la parte trasera... Thomas tragó saliva, observando cómo Isabella colocaba su cabello mojado hacia delante. Con manos temblorosas, el moreno empezó a desabrochar los corchetes