—Por eso no permitiremos que se lleven a Emily —dijo Alexander de manera firme y decidida—. Sin ella, no podrán llevar a cabo sus planes. —Pero si no la tienen, comenzará la confrontación —respondió Duncan rápidamente—. Todos los días en la organización entrenábamos como si nos estuviéramos preparando para una batalla. Este sería el momento perfecto para que todos los cazadores peleen y salven a la esposa del rey. Alexander suspiró y desvió su atención hacia Jaime. —Yo no vine solo por la comida. Jaime, te quedarás aquí. Oliver y su manada te mantendrán vigilado. Al oír eso, Jaime abrió sus ojos de par en par, sorprendido porque no se esperaba aquello. —¿Qué? ¿Por qué? ¡Yo no seré un traidor como mi padre, Su Majestad! Usted lo sabe mejor que nadie. Yo jamás lo traicionaría —exclamó J