Emily se concentró en colocarse su ropa de manera cuidadosa, asegurándose de lucir presentable antes de salir. Sin embargo, enseguida se percató de que necesitaba tomar una ducha y asearse adecuadamente antes de marcharse. El recuerdo del perrito que había desaparecido misteriosamente seguía rondando en su mente, pero decidió apartarlo de sus pensamientos y centrarse en su rutina matutina. Después de prepararse, Emily estaba lista para enfrentar el día. Con su sombrero elegantemente colocado sobre su cabeza y luciendo un sencillo vestido de color crema de entre los tres que había llevado consigo, se dispuso a marcharse de la habitación. Entonces, justo cuando tenía la mano sobre el pomo de la puerta, esta se abrió revelando a un joven asiático: Jaime. Emily quedó perpleja por un momento,