Sin tener ni idea de lo que estaba ocurriendo, Emily se encontraba en la cocina con un delicado delantal que cubría su desnudez mientras cuidadosamente acomodaba el suculento asado que habían preparado Campbell, Jaime y Thomas la noche anterior. Sin embargo, se dio cuenta de que la carne no había sido sazonada, simplemente la habían puesto a asar y hervido unas papas sin mucho entusiasmo. Aquella comida carecía de amor y Emily sintió la necesidad de mejorarla, no solo porque tenía hambre, sino también porque deseaba que cuando todos llegaran a la mesa, se encontraran un plato delicioso esperándolos. Mientras se esmeraba en la cocina, Alexander estaba tras ella, transformado en su majestuosa forma de lobo blanco, acompañándola mientras mantenían una amena conversación. —Aquí tienes algo co