—¿Puedes comer algo tan siquiera?— preguntó su madre con preocupación, ya que la mirada de Eider estaba vacía como si hubiera perdido algo con gran valor. —¿Qué recuerdas?— insistió su madre sin dejarla sola en el comedor; como cada mañana está solo convivía con sus padres al no tener que asistir al colegio. —Eider atiéndeme— rogó su madre. —Lo vi— susurró Eider con lágrimas en los ojos, el terror de recordar aquella noche la tenía presa, está bajo la mirada apreciando aquel zumo de manzana y huevos con jamón. —apareció en mi habitación— explicó mientras una lágrima resbalaba en su mejilla. —Mamá... yo— —¿De quién hablas cariño?— insistió su madre tomando sus manos, dándole valor. —¿Dime algo?— preguntó al notarla callada. —Devil... él apareció frente a mí— aquello hizo que su madre l