Un caluroso Miércoles al mediodía, durante el almuerzo, a primeros de Julio, en una ciudad cualquiera, en una casa cualquiera, una familia cualquiera, que bien podría ser la tuya misma, pero no... era la mía. Una familia de lo más convencional. Ella Victoria, de 35 años, él Alberto, un año mayor, y la pequeña de ambos, de 3 años, Camila. —Cari, ¿y si esta tarde te escaqueas del trabajo y nos vamos un ratito a la playa?; preguntó Ella. —Uff!.. hoy imposible. ¡Ya me gustaría!, pero justamente hoy tengo que revisar unos informes que necesitan urgentemente los comerciales, y no puedo faltar. Contestó él. —¡Que rabia!; es que con el día tan bueno que está y aprovechando que hoy no tengo guardia me apetecía salir a tomar el aire. —Ya, pero en serio... yo no puedo. Pero vete tú con Camila; y