—No sé que puede…un momento…¡ay sí, ya me acuerdo!...¿de veras quieres hacerlo ahora?. —Sí, lo quiero, lo necesito…no puedo aguantarme las ganas: tengo que darte por el culo, ¡ahora mismo!. ¡O te enculo o reviento!. —Ay es que…meterla por detrás…por ahí debe doler mucho—dijo con una mueca de duda—… —¿Acaso vas a incumplir tu promesa—pregunté arqueando una ceja—?. —No—dijo recomponiéndose tras unos segundos de silencio—, pero si quieres mi culito tendrás que ganártelo. No pienso dártelo así sin más—repuso irónica—… Comencé a acercarme a ella, atrayéndola y empezando a besarla, bajando mi mano por su espalda hasta posarse en sus tersas nalgas. Ella se dejaba hacer aunque fingía hacerse la estrecha conmigo. Sabía que le daba algo de reparo dejarse encular, de modo que debía allanar el ca