Él estiró la mano hacia mí y sin salir de mi asombro la tomé estrechandola con poca fuerza. -Es un placer, hermosa Triada, conocer a una humana capaz de soportar a esta joyita- dijo sobrepasando la galantería mientras plantaba un beso poco húmedo en la parte superior de mi mano. Miré a Giulia y su expresión era aburrida.- Soy Didier y te aseguro que soy el hermano bueno. -Toma, cariño- la cantinera le entregó las cervezas y luego de guiñarle el ojo me tendió una. Aquello para Didier parecía algo muy gracioso porque incluso le costó resistirse a una carcajada. Solté su mano para tomar la botella y un cosquilleo quedó en mi piel en el lugar en donde sus labios tocaron. -¿Qué es lo que haces aquí, Didi?- le preguntó ella y por primera vez le veía con un deje de molestia. -No me llames así