Ingrid, Giu y Marce me ayudaban a aplicar una mascarilla bastante agresiva que desapareciera las ojeras causadas por mi noche de desvelo llorando. Claro que, para ellas, era por la fiesta, evidentemente no les diría lo que me abrió el grifo la noche previa. Estaba más calmada, más centrada y con la mente en paz. Debía aceptar que la gente no siempre estaría de mi lado y que no había problema con estar mal. Eran las cuestiones de la vida, no todos podemos vivir de el mismo lado, ¿No? No todas las prostitutas o acompañantes somos escoria, ¿O no? Las chicas hablaban entre sí con tranquilidad. Las escuchaba pero no opinaba demasiado, siendo siempre la que menos sabe aprendí hace mucho a callar y a escuchar. -A todas estas, ¿Qué cliente te toca hoy?- preguntó Marce a Giulia quien bufó. -Fi
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