Se iba a ir y juro que estuve a punto de dejarla marchar. De nada servía seguir embarrando a Triada en mi caos. Pero una puta brisa de el aire acondicionado guió su perfume a mi nariz justo cuando ella cruzaba junto a mi y yo inhalaba casualmente. No podía resistirme. Tomé su mano en la mía y aunque se quejó un poco me siguió, mientras caminabamos con paso rápido entre las personas intercepté visualmente un pilar. Halé a Triada y terminó agitada y recostada a la pared con los ojos puestos en los míos y los labios entreabiertos. -¿Por qué me haces esto?- me preguntó y ni siquiera respondí. Tomé su cintura con una mano y envolví la otra en su cabello mientras mi boca buscaba la suya con desesperación. La besé sin contenerme, Triada me correspondía, aún así no me tocaba. Cuando el aire com