Pero él árabe respondió: —Khayr Inshallah. El Marqués sabía que aquello quería decir que llegaría si esa era la voluntad de Alá. Era una respuesta ambigua, típicamente oriental. Medina entró en la habitación. Vestida con la ropa de un joven árabe de importancia, hasta a su Padre le hubiera sido difícil reconocerla. Salem Mahana le había dado un abi, que es el manto blanco que llevan los Jeques y los Príncipes. Debajo, Medina llevaba puesta una camisa de seda y un sobretodo ligero color de rosa con una faja plisada, en la cual había colocado la tradicional daga adornada con piedras preciosas. Como complemento llevaba pantalones hasta los tobillos y sus sandalias color oro eran la última moda de Constantinopla. En una mano llevaba un rosario de madreperla y en la otra una pipa de jazmín