Quería pedir consejo a alguien, pero por el momento no se le ocurrió nadie en quien pudiera confiar. Cuando se subió al carruaje, un Lacayo esperó con la puerta abierta para recibir órdenes. Entonces el Marqués dijo lo primero que le vino a la mente. —Lléveme al Club White. La puerta se cerró, el Lacayo subió junto al Cochero y se pusieron en marcha. Al mirar hacia la puerta de la Casa, el Marqués observó al Mayordomo y a dos Lacayos que si inclinaban ante él. Entonces tuvo la horrible sensación de que Hester estaba sentada junto a él y de que ya nunca podría deshacerse de ella. Tardó apenas diez minutos en llegar al Club y pidió al Cochero que le esperara. Buscó una cara conocida, a algún amigo que, por un milagro, encontrara la solución a su problema. Con una sensación de alivio vi