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3409 Words
Conner POV Llegó a casa y escuchó al guardia de la puerta decirle que parecía que Eliza estaba tratando de salir y marcharse. No le preocupaba en absoluto. Déjala, eso es lo que pensó. Esperaba que la chica se fuera y no volviera. Asintió para hacerle saber al guardia que entendía y lo dejó así. Adam lo miró.  —¿No vas a hacer nada? —No, es probable que papá ya sepa y la esté vigilando. Si ella se va, así sea —Brayden se rió. —No muy fraternal de tu parte —dijo Brayden riendo. —No es mi hermana, y si no quiere estar aquí, debería irse. Papá solo la trajo aquí porque Brittney quería que su hija estuviera aquí. Si esa mujer no se lo hubiera pedido, esa chica estaría ahí afuera en el mundo humano donde pertenece. Continuó conduciendo por la carretera y lo dejó pasar. No le preocupaba ella, no era su problema en absoluto. Si lograba pasar el control de la frontera, bien por ella, no muchas lo lograban. Aunque ocasionalmente sucedía. Lo había hecho. Había algunos momentos en los que los guardias no estaban o estaban cansados. Los ponía a prueba periódicamente para ver si podía pasar. Para verificar la seguridad perimetral por sí mismo. Fue al gimnasio cuando llegó a casa y entrenó con su unidad, se duchó y se sentó a cenar, se preguntó por qué estaba todo tan tranquilo aquí, se dio cuenta de que su padre y su unidad ni Brittney estaban aquí. Miró a Adam.  —¿Qué está pasando? —No sé, pero es extraño, la cena suele ser algo familiar. Todos comemos juntos. —De acuerdo —Asintió, pero si eran merodeadores, él y los chicos habrían sido alertados y habrían intervenido. Lo dejó pasar, si había un problema le informarían. Vio cómo se alejaba de la sala de estar mientras varias personas se movían, parecían estar buscando en la planta baja y frunció el ceño. Ahora sabía que algo estaba sucediendo, levantó la vista al primer piso y afinó su oído, estaban buscando en todas partes.  —Apuesto a que esa chica estúpida se perdió, se perdió en el bosque —Murmuró. Oyó a toda su unidad reír y se dirigieron a buscar a su padre. Pudo ver a Brittney preocupada mientras entraba en la oficina de su padre.  —¿Qué está pasando? —Eliza está desaparecida —Murmuró Brittney. —No pude encontrarla para cenar, no está en su habitación. —Estuvo tratando de abandonar la manada todo el día. ¿Los patrulleros te informaron en qué fronteras?— Dijo él y vio que todos lo miraban. Pudo decir por la mirada furiosa de su padre que no lo habían hecho. —El guardia de la puerta me informó cuando regresé, justo a las tres en punto. —Ya casi son las 9 —Brittney ahora se aferraba al brazo de su padre. Aunque los ojos del hombre estaban vidriosos, su enojo no disminuía en absoluto. Tenía un temperamento de los mil demonios, Conner se levantó y esperó, sabía que le iba a gritar por no informarle tampoco. Aunque simplemente supuso que los patrulleros de la frontera habrían sido lo suficientemente inteligentes como para informar a su actual Alfa de su hijastra afuera en el bosque empujando los límites. No era como si las fronteras fueran notables, todas estaban apartadas de los caminos trillados. Solo había algunos senderos dedicados hacia las fronteras, ella bien podría estar perdida en el bosque, supuso. No podía tirar de su correa y rastrearla. No podía enlazar su mente y preguntarle qué diablos pensaba que estaba haciendo. Si nadie estaba siguiendo activamente a la chica, podía estar en cualquier lugar dentro de sus fronteras. Diosa, tenían un territorio muy grande y a menos que estuviera en un camino o cerca de una frontera, probablemente podría estar perdida por ahí. Incluso herida, Brittney iba a armar un escándalo que alteraría a su padre. Vio que el hombre lo miraba y le gritaba.  —Te lo informaron. —Pensé que ya lo sabías. No estaba aquí ni a cargo, tú lo estabas. —Nadie la ha visto en la frontera desde hace horas, la última vez la vieron en la frontera sureste, zona tres —Gritó. Ella no era responsabilidad de Conner a menos que su padre estuviera fuera del territorio de la manada y, para ser honesto, probablemente la dejaría irse. Abriría esa puerta para ella y le diría que se fuera, que no volviera. Odiaba tener humanos aquí. —Necesitamos organizar un grupo de búsqueda, en forma humana. —Por supuesto, lo haremos —Dijo con tono sarcástico —No podríamos ir en forma de lobo con una humana rondando. —Suficiente, Conner —Su padre le disparó. —Sal afuera y organiza a los hombres. —Claro —Conner se dio la vuelta y salió. —No fui yo el que la perdió —Murmuró. —Pero seré yo quien la encuentre, supongo. Su unidad lo siguió hasta afuera, llamó a algunos más y discutió una búsqueda en cuadrícula del territorio de la manada. Comenzando desde la frontera sureste, solo para que ella pasara como si nada estuviera mal. No tenía miedo de estar fuera en el bosque por su cuenta en la noche. Una chica interesante. Aunque no era lo que decía ni lo que pedía lo que llamó la atención de todos, eran las palabras murmuradas sobre 'no poder irse', y luego 'dudo eso' sobre estar segura aquí. Eso fue lo que los captó a todos. Ella no sabía que su audición de lobo podría captar sus palabras. Pero todos lo habían hecho. El guardia de la puerta había dicho que ella había estado tratando de irse y no se le había permitido. El patrullero de la frontera informó que ella se disculpó y simplemente se dio la vuelta y se fue como si no le importara que la redirigieran. Aunque ahora había probado cuatro fronteras diferentes. Estaba probando activamente las fronteras, pensó. Intentaría irse en algún momento, la pregunta era cuánto tiempo le tomaría dejarla salir. Iba a hacerlo en el momento en que su padre estuviera fuera del territorio de la manada. Si ella no quiere estar aquí, adiós para ella. Miró a su padre.  —Ella está bien. —No me gusta. —Bueno, tal vez deberías hacer que alguien la vigile o dejarla ir si eso es lo que quiere. No me parece que le guste estar aquí. —No puedo dejarla allá afuera, Conner. Es la hija humana de la Luna y ¿qué pasa si alguno de nuestros rivales decide llevarla, usarla para llegar a la Luna? —Trata con eso cuando suceda —Encogió los hombros. —Ella es humana, ningún lobo se preocupará por ella. —Eres un tonto. A veces lo sabes, ¿verdad? Un rival usará cualquier cosa para explotar una debilidad dentro de una manada. —Es tu debilidad, padre. Si hubiera dependido de mí, no me habría molestado con la chica. No la habría traído aquí en absoluto. Déjala irse al extranjero donde nadie hubiera sabido quién era o es. Pero no, la trajiste aquí y por lo que he visto, en contra de sus deseos. —Ella cambiará de opinión, solo ha pasado un día, Conner. —Mm, y ya ha probado cuántas fronteras. Se está yendo, tiene una racha de determinación para irse de aquí. Una que no esperabas porque tu Mate te dijo que era dulce de carácter y amable. No he visto nada de eso. —Haré que la vigiles tú mismo si no te callas la boca —Le gritó su padre. Realmente quería gritarle, pero se mordió la boca, no quería seguir a esa chica a donde sea que demonios fuera. Se dio la vuelta y volvió a entrar, una pequeña humana haciéndole doler la cabeza, tenía la sensación de que iba a llevar a un problema mucho más grande. Solo había estado aquí un día y ya él mismo estaba deseando salir del territorio de la manada para alejarse de ella. —Chicos, salgamos esta noche —dijo. —Vayamos a bailar o algo así. Fue acordado que volverían a Logan y se dirigirían al centro, recogerían a unas cuantas lobas, se divertirían de verdad. Dejó a su padre para que lidie con el lío que había creado para la manada al traer una humana aquí, que claramente no quería estar aquí. Se vistió y arregló su pelo, se dirigió con los chicos, agradecido de que fuera viernes por la noche y no habría clases mañana. No eran los únicos que salían. Notó que había algunos otros autos en la carretera y dejaban la manada. Iba a ser una buena noche, finalmente un poco de relajación y una forma adecuada de relajarse para él. El club estaba muy animado y había muchos lobos aquí esta noche, él estaba bebiendo y observando, disfrutando de su tiempo fuera de la manada, ni siquiera le importaba ver a las lobas frotándose unas contra otras, ni el olor constante de excitación en el aire. Normalmente no le gustaba, pero estaba buscando a alguien a quien acorralar contra una pared esta noche. Atlas ya se había ido a la parte trasera de su mente y se había acurrucado. Vio a varias chicas mirándolo. Eran de otra manada, aliada a la suya. La mayoría de los presentes lo eran, sólo ocasionalmente encontraban una o dos que no lo eran. Podía ver que lo estaban mirando y se preguntó si estaban dispuestas a hacerlo, juntas. Desde su punto de vista, definitivamente parecía ser así. Aunque no le emocionaba particularmente, podría hacerlo. Las pasó y dijo:  —Sala VIP 2 si quieres unirte a mí —se tomó su bebida y puso el vaso vacío sobre la mesa, se dirigió a su sala VIP y esperó, solo vino una. La chica rubia, olía a rango de guerrera para él, ella le sonrió mientras él se sentaba allí relajado en el sofá de cuero, luego caminó hacia él y se sentó a horcajadas. Se inclinó para besarlo. Él la detuvo, a solo unos centímetros de distancia.  —Dá la vuelta —dijo, y la vio parpadear. Mientras la empujaba de su regazo y le daba la vuelta, levantó su falda y luego la empujó hacia abajo, sin calzones. Le gustó eso.  —Me gusta así —Comentó, cuando en realidad lo que quería era no tener que ver su cara. —También me gusta rudo, si no estás preparada, mejor dilo ahora. —Puedo manejarlo —dijo ella, se giró para mirarlo y le sonrió. Vio a Adam entrar cuando se estaba bajando el cierre de sus pantalones, sonrió y luego se dio la vuelta para irse.  —Enciende la luz —Conner le dijo, si esta chica quería mirarlo, necesitaba menos luz sobre ella. —¿No quieres mirar? —ella murmuró, todo broma mientras Adam encendía el interruptor. —No necesito luz para verte o verme a mí mismo follándote —Y luego la tomó, la escuchó gritar. Empujó rápido y fuerte dentro y fuera de ella, agarró sus caderas y la folló como un demonio, incluso después de que ella hubiera terminado, siguió y siguió tratando de alcanzar su propio orgasmo. Ahora ella estaba gruñendo, tratando de disfrutarlo, pensó, la escuchó pedirle que se detuviera y casi le gruñó, pero se apartó de ella como se lo pidió. Ni siquiera se acercó a eyacular. Se levantó y se abrochó los pantalones, la miró mientras ella lo miraba, en la habitación oscura podía ver su expresión, se sentía incómoda. Había sido demasiado para ella.  —Te advertí —suspiró. —¿Estás bien? —Sí, solo... —Lo sé, soy mucho para manejar —murmuró, y lo era. La ayudó a levantarse. —Tómate un minuto para ti misma, usa la habitación. Gracias por el polvo —murmuró y salió de la habitación, dejándola ahí para que se limpiara. Volvió al bar y se compró otra bebida. Suspiró para sí mismo cuando Adam se apoyó en la barra junto a él. —No pareces feliz para un hombre que acaba de follar a una chica bonita durante casi una hora seguida. —Hmm, no estuvo tan bueno. —Siempre dices eso. —¿Qué puedo decir, Adam? Tengo necesidades particulares. —No, no las tienes, simplemente no te permites conectar con ninguna de ellas. Es solo un polvo para ti. ¿Por qué no te tomas un minuto para besar a la chica, poner tus manos y excitarte a ti mismo? —No tengo problemas para ponerme duro, Adam. —No, no los tienes, simplemente coges mucho, y nunca estás satisfecho con ello. Porque no te lo permites, como la chica, siempre quieres a un extraño. —No siempre, Emma y yo lo hemos estado haciendo durante años. —¿Alguna vez ha pasado la noche? —¿Qué? No, ¿por qué dejaría a una loba quedarse? Solo busca problemas. —No, no lo hace, Conner, yo lo hago todo el tiempo. Disfruto despertar sabiendo que hay una mujer de sangre caliente a mi lado y que puedo tenerla de nuevo. Despiértala de manera amable —Sonrió con suficiencia. —No me interesa. —Y ahí está tu problema. —Vamos, ya terminé aquí —Conner golpeó su vaso vacío en la barra y salió por la puerta. El olor a excitación ya le estaba molestando. Quería salir de ese lugar, alejarse de todo. Algún día su pareja aparecería y podría tenerla tanto como quisiera, ella estaría hecha para él. Para satisfacer sus necesidades y poder follársela vigorosamente toda la noche sin que ella gruñera mientras dejaba de disfrutarlo. Cuanto más la tomaba, más excitada se ponía, y cuanto más excitada estaba, más deseaba seguir. Era un círculo perfecto para él. Era probable que solo su pareja pudiera satisfacerlo verdaderamente y sus necesidades. ¿Dónde demonios está ella?, le reclamó a la diosa lunar. Estaba enojado con la mujer por negarse obstinadamente a ponerlos en el mismo lugar en una luna llena. Solo faltaban unas pocas semanas y aún no sabía qué iba a hacer con eso, si quedarse o ir a otra manada para intentar encontrarla, quién sabe. Condujo a casa para ducharse y meterse en su cama solo, como siempre hacía, justo cuando iba a cerrar los ojos le avisaron que había un humano merodeando en la manada. —¿Es Eliza? —preguntó mientras se levantaba y se ponía unos jeans y una camiseta, molesto. Sabía que esa chica iba a ser un problema. —Parece que sí —Fue la respuesta un momento después. —Voy para allá. Transfórmate y asústala un poco. —¿El Alfa me matará? —Hazlo —Conner gruñó mientras se ponía los jeans y una camiseta y salía por la puerta. La encontró 20 minutos después, frente a frente con su patrullero de fronteras en forma de lobo completo. Ella solo estaba parada allí, sin moverse. Sus ojos recorrieron sus jeans, camiseta, chaqueta liviana, pantalones de jogging y llevaba una botella de agua y una bolsa de mano. Oh sí, estaba tratando de escapar de la manada. Solo que no sabía que era una manada de hombres lobo y que escapar no era realmente una opción a menos que se le diera una. Aplaudió fuertemente mientras se acercaba a ellos.  —Lárgate —Le gritó al lobo y lo vio correr como si huyera de él, sabía que el lobo simplemente volvería a la patrulla. Luego miró directamente a ella. —¿A dónde vas? —Me gusta estar en el bosque, por la noche. —Se te advirtió que no vinieras aquí. Por suerte para ti, solo había uno y no una manada. Puso su mano en su brazo y la alejó. —Vuelve al complejo de apartamentos —Odiaba tener que simplificar las cosas para los humanos. Vio cómo ella intentaba soltarse de su mano.  —Solo camina, Eliza —Murmuró. —¿También me vas a hacer daño? —Murmuró ella, todavía intentando liberarse. —¿De qué estás hablando? —Conner frunció el ceño. —Aquí nadie se atrevería a hacerte daño —Y lo sabía. Serían totalmente explicables ante su Alfa y Luna. Sin embargo, soltó su mano. —No importa —Murmuró ella y luego, para su completa sorpresa, se dio la vuelta y corrió alejándose de él. En la dirección en la que habían venido. Parecía estar loca. Conner la observó marcharse y negó con la cabeza. Malditos humanos. Le dio diez segundos y luego la persiguió, no iba a ser difícil atraparla, sólo era humana, la agarró y en realidad escuchó el dolor en su jadeo. No la agarró tan fuerte, conocía mejor a los humanos. Vio cómo ella se frotaba la muñeca cuando la soltó y se alejó de él. Cuando intentó ver qué le pasaba. —No te voy a hacer daño, Eliza, déjame ver. —¿Por qué molestarse? No es como que te importe. No estaba equivocada en eso, pero si alguien aquí le había hecho daño, iba a haber problemas, ella era la hija de Luna y eso sería completamente castigable. Extendió la mano hacia su brazo y casi le gruñó cuando lo esquivó. Nadie en la manada le negaba nada, y mucho menos cuando solo estaba tratando de investigar la verdad. —Si no me muestras, al menos dime quién lo hizo. —Solo vete —Murmuró ella. Cerró los ojos brevemente y contuvo su temperamento, recordándose a sí mismo que ella era humana y no sabía nada sobre ellos. Se preguntó si por eso mencionó que no se sentía segura y quería una cerradura en su puerta. Usó su velocidad de lobo para agarrar su manga, vio aquellos ojos suyos brillar enfadados hacia él brillando intensamente en la luz de la luna, como mercurio líquido, parecían casi girar en su intensidad mientras lo miraba fijamente. Le subió la manga y frunció el ceño ante los morados en su muñeca, una marca de mano completa de color morado oscuro. No es de extrañar que ella quisiera una cerradura en su puerta, alguien aquí la había lastimado. De hecho, estaba mirando el tamaño de la marca de la mano. Era muy grande, movió su mano sobre ella, era más o menos del mismo tamaño. Así que un m*****o de alto rango, parecía. —¿Quién fue? —gruñó, tendría que informar esto a su padre y a su madre. —Tu padre —Respondió ella. Su mano cayó ahora, completamente sorprendido por sus palabras. No era el estilo de su padre lastimar a alguien, especialmente a una humana que no sabía nada sobre ellos. Quería preguntarle si estaba segura, pero esa mirada en su rostro le dijo que no necesitaba hacerlo, prácticamente lo desafiaba a decirle que estaba mintiendo. Frunció profundamente el ceño, no había mucho que pudiera decir. Sabía que su padre tenía un temperamento, pero hacerle daño a la hija de su propia pareja, eso no iba a pasar desapercibido.  —Hablaré con él yo mismo —Murmuró. —Vuelve a tu apartamento, por favor, Eliza —Al menos intentaría hacer un esfuerzo con ella en este momento. Ella no quería estar aquí, había estado buscando un escape, porque el esposo de su madre la había lastimado, la agarró y le dejó un moretón. Para una loba no significaría nada, simplemente se habría curado y no habría pensado más en eso. Pero no para un humano, el moretón estaría allí toda una semana, tal vez más. Todos podrían verlo. Finalmente se dio la vuelta y caminó de regreso hacia el complejo de apartamentos. ¿Cómo iba a enfrentar a su padre por esto? Brittney iba a estar furiosa. Ella podía ser humana, pero ahora, tenía el veneno de su padre corriendo por sus venas y eso la hacía un poco enojada a veces, mostraba algunas de las características de su padre de vez en cuando. Conner la acompañó hasta su apartamento, ella no dijo una sola palabra en todo el camino, tampoco intentó escapar. Aunque se cruzó con varios miembros de la manada que regresaban del club y lo miraban caminar con ella, era muy tarde, cerca de las 4 de la mañana. Esperaba que ninguno fuera lo suficientemente estúpido como para comenzar rumores.
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