Tomó un pequeño trago de café mirando a la nada, tenía tantas ganas de ir corriendo a dónde fuera que se encontrará la rubia para pedirle perdón una y mil veces o incluso más. Lo que fuera, necesitaba pararse frente a ella y decirle lo mucho que lo sentía, que era un imbécil y que entendía si ella no aceptaba sus disculpas. Había practicado tantas veces esas mismas palabras que ya parecía un robot. Ni contar de las veces que había estado en el ascensor, con su dedo índice a centímetros del botón que lo llevaría al piso de Abbie, una y otra vez su mano bajó sin fuerza. Él no tenía cara para ir a ver a la hermosa chica que él había herido. No era capaz, de mirarla a los ojos y decirle lo siento; él podía hablar de lo que fuera con cualquier mujer, se podía pasar el día diciendo frases e
Download by scanning the QR code to get countless free stories and daily updated books