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El negocio de Matthew Jones

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Blurb

Matthew Jones, 30 años.

CEO de la compañía de moda más importante de toda Europa. Su padre murió cuando él tenía 21 años y a esa edad, no sabiendo mucho del tema, tuvo que asumir la responsabilidad de esta, teniendo así que madurar mucho más rápido que sus amigos más íntimos, dejando de ir a fiestas a cambio de cumplir con las reuniones de trabajo.

Matthew es un hombre frío, arrogante, mal humorado.

Violet Grant, 26 años.

Recién desempleada, busca trabajo desesperadamente, su mejor amiga, Abbie Hamilton, trabaja para la compañía Jones como administradora, ve una vacante para secretaria de la dirección y piensa en qué su amiga podría ocupar muy bien este trabajo.

Violet, dulce, tierna y soñadora llega a poner patas arriba el frío corazón de Jones proponiéndole un negocio, ¿este lo aceptará o dejará que la dulce Violet se vaya para siempre de su vida?

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Novela: El negocio de Matthew Jones. La alarma del reloj los despertó, Violet soltó un quejido suave mientras se removía en la cama, el cuerpo de su novio Jack la aprisionaba contra el colchón. — Amor, muévete. Voy a llegar tarde al trabajo. Este soltó un gruñido y la apretó más contra la cama, un lunes por la mañana no era nada sencillo para ninguno de los dos, pero Violet con su buen sentido de responsabilidad se levantó quitando a Jack de encima con todas sus fuerzas. Fue al baño a hacer sus necesidades y a darse una ducha de agua fría para que el sueño se fuera de su cuerpo, hoy tenía una reunión con los jefes, la semana pasada las cosas no habían ido bien para la empresa y hoy se decidía el futuro de esta. Violet tenía un mal presentimiento, pero debía mantener la calma y pensar de manera positiva. Se maquillo de una manera muy natural, se colocó una falda de tubo negra, una camisa de botones blanca y unos tacones mas bien bajos de color n***o, sus gafas de montura blanca no podían faltar. Eso de tener astigmatismo y miopía no eran nada bueno, pero estaba ahorrando y ya estaba que completaba para la cirugía, cosa que la hacía muy pero muy feliz. No se despidió de su novio pues este seguía dormido, sacó su auto del garage, un Renault Clío modelo 208 que había comprado hacía 3 años de segunda, fue sin dudarlo la mejor compra que hizo en su vida. Paró primero en una cafetería a desayunar un poco, aún tenía tiempo para llegar a su trabajo incluso antes de la hora indicada. Disfrutó el café como si fuera el último que se tomaría en un largo tiempo, el mal presentimiento no se iba de su pecho, por sus venas corría un miedo impalpable si le dijeran que tenía que recoger sus cosas e irse de allí. Desde que se había graduado de la universidad como contadora, había comenzado a trabajar en ese lugar, el mismo lugar en el que hizo las prácticas. Las papelerías Gramma, eran de las papelerías más famosas de toda su ciudad, contaba con 4 sedes en esta y más de 18 sedes por todo el país. Violet era la contadora principal de la empresa, llevaba a cabo los libros de todas y cada una de sus sucursales, aún así, debía admitir que no era la primera a cargo, ese era su compañero Julio, quien ya estaba más cerca de jubilarse de lo que Violet estaba de graduada. Tenía que aceptar que adoraba a Julio, el fue su maestro y amigo en cada momento, desde que llegó a hacer las prácticas y no tenía ni idea de lo difícil que era llevar la contabilidad de una empresa, y de una tan grande como lo eran las papelerías Gramma. Agradeció a la señora Carmen, la simpática señora que siempre estaba encargada de la cafetería, volvió a su auto y se adentró en las vías rumbo a la oficina. Llegó más rápido de lo que quiso a la oficina, saludo a Jaimito el celador, a Claudia la señora un poco gordita del aseo y saludo a sus demás compañeros antes de meterse en su oficina. Sentía una opresión en el pecho que no la dejaba respirar, se sentó en su silla y así se quedó por lo menos dos horas hasta que su jefe la mandó a llamar. Secó sus manos en su falda y camino con pasos pesados hasta la sala de juntas, allí adentro ya estaban los jefes de cada departamento con sus manos derechas, saludó a las personas allí presentes y ella se sentó al lado de Julio, este le dió una sonrisa de medio lado, todos allí parecían tensos, agradeció no ser la única con el mismo sentimiento. — Buen día todos — habló el director de la compañía, un hombre de unos 45 años pero con su cabello gris. Se rumoreaba por los pasillos que las canas le habían salido de un momento a otro por culpa del estrés, Violet también lo creía. — Como sabrán ya que no hemos estado ocultando, la empresa no ha pasado por una buena racha, hemos perdido grandes clientes y esto nos está costando muy caro. Violet sabía la razón, las papelerías Gramma seguían tumbando árboles para hacer sus productos, poco les importaba el medio ambiente aún cuando el equipo de marketing había hecho campañas para que cambiarán esto, no lo hicieron. Su competencia comenzó a crear cuadernos y blocks con hojas hechas a base de caña de azúcar, no dañaba el medio ambiente y eran ecológicas, cada día más personas se estaban haciendo más consientes de que el mundo necesitaba un cambio, Violet entre esas. Las bolsas ahora las preferían de papel, las carpetas de cartón reciclable, los cuadernos de caña, los lápices de bambú, el mercado ahora era eso. Excepto Gramma. Era lógico que perdieran clientes si no pensaban en el medio ambiente, y aun cuando esto era tan obvio los gerentes seguían sin cambiar los productos. — Tenemos que hacer recorte de personal — Violet volvió a concentrarse en la reunión al escuchar esas palabras, su corazón latio a mil por hora y las palmas de sus manos sudaron aún más que antes. — Voy a decir los nombres de varias personas — habló la secretaria — y a quienes mencione solo me queda decirles que lamentamos la situación pero desde hoy prescindimos de su servicio. Pueden pasar a Recursos humanos por su liquidación. El escuchar llamar nombres era una tortura, Violet comenzó a escuchar como sus compañeros rumoreaban acerca de que en cada sede estaban en la misma situación, no quería ni pensar en cuántas personas perderían su trabajo hoy. — Violet Grant — maldijo mentalmente. Se levantó con una sonrisa triste y salió de la sala de juntas, primero fue a recursos humanos a pedir su liquidación y también una caja para empacar sus objetos personales, una cuántas lágrimas se escaparon de sus ojos, se limpió el rostro y saludó a sus compañeros como si lo que estaba pasando no fuera nada grave. En su oficina… ex oficina llamó a Jack, quería un abrazo y que él le dijera que todo iba a estar bien, Jack no respondió a la llamada, cosa que la hizo sentir aún más frustrada. Empacó sus cosas con un poco de rabia en la caja y resopló. Una parte de ella tenía la esperanza de que Julio se jubilarse antes, así ella podía ocupar su puesto y no la despedirían, por eso mismo no buscó trabajo en otro lugar, ahora se arrepentía y mucho. Camino con paso firme hasta su auto y metió la caja en el baúl, condujo directo al estudio de fotografía que tenía su novio. Jack era fotógrafo de retratos, modelos y para comerciales, era muy bueno en ello pero Violet jamás había pasado para su cámara, Jack nunca se lo había pedido y tampoco era que Violet amara las fotos. En el camino fue pensando cosas positivas, era joven y podía conseguir un trabajo relativamente rápido, tenía agilidad, destreza y aprendía muy pero muy rápido, esos eran puntos a favor de ella muy importantes. No se dejó derrumbar por un simple empleo, algún día tenía que pasar y ella tenía que ir a conocer la contabilidad de otras empresas. Cuando llegó al estudio de Jack, una media hora después de salir de Gramma, ya estaba mucho mejor, se sentía optimista y las lágrimas ya habían desaparecido. Bajó de su auto con una sonrisa, no sabía cómo lo tomaría Jack, solo esperaba que la apoyara en todo momento, saludo al portero quién la miro un poco sorprendida, entró al ascensor y marco el número 3. Las puertas se cerraron, se miró en el espejo y se arregló un poco la camisa arrugada, el pitido de que ya había llegado al tercer piso la asustó un poco, pero bajo de este con rapidez. La puerta estaba ajustada por lo que entró sin tocar, si la marca no estaba puesta en la chapa de la puerta significaba que no estaba con ningún cliente y así podía entrar sin ningún problema. No vio a nadie una vez adentro, caminó por toda la zona principal sin encontrar a nadie, frunció el ceño, como podía ser que la puerta estuviera abierta y adentro no hubiera nadie, no tenía sentido. Escucho de pronto el grito de una mujer y se preocupó, el sónido creyó haberlo escuchado de la parte trasera, camino hasta allí y se dió cuenta que los sonidos de gritos eran aún más fuerte, pero se tuvo que dar un pequeño pellizcon para que se diera cuenta de que realmente no eran gritos, eran jadeos y gemidos. Ay no. Solo esperaba que fuera todo menos lo que ella pensaba, con el cuerpo tembloroso y sus ojos llenos de lágrimas, se acercó un poco más a la puerta, está tenía una pequeña ventanita en toda la mitad. Violet tuvo que tomar varias respiraciones profundas, mientras escuchaba gemidos y gruñidos de hombre antes de poder tomar la fuerza necesaria para poder ver por la ventana. Sobre un sillón rojo se encontraba un hombre y una mujer, la mujer estaba sobre él dando la espalda a la puerta, su cabello n***o largo y sedoso era tomado con fuerza por los dedos del hombre. Vio en cámara lenta como el hombre llevaba su cabeza hasta el cuello de la mujer y vio con claridad como los rizos rubios de Jack estaban allí. Se tapó la boca con sus manos temblorosas, no podía ser cierto, ¡Jack no le podía estar haciendo eso! Cómo si ella lo hubiera invocado, los ojos de él la miraron a través de la ventana, se abrieron como platos y tiraron a la mujer a un lado. — ¡Violet amor, no es lo que crees! — se levantó gritando mientras buscaba con desespero su ropa interior. La mujer pelinegra quería que el suelo la tragase, no quería ser una espectadora de una pelea de pareja, con parsimonia busco su ropa mientras veía como Jack salía del cuarto a buscar a la pelirroja que lloraba a mares. — Amor no es lo que crees — rogó Jack mirando con temor a Violet. — ¿No es lo que creo? — preguntó con dolor — Estoy muy segura de que si es lo que creo, ¿Hace cuánto me engañas? Jack no supo responder. — ¿Es la primera vez que lo haces? — el silencio fue toda la respuesta que obtuvo por parte del rubio. Bufó y soltó una carcajada sin humor. — Esto es increíble, de ti jamás me lo hubiera esperado — Jack seguía parado sin decir nada y cada vez estaba más pálido — Quiero que vayas por todas tus cosas y te vayas muy lejos de mi, no quiero verte más en mi vida y tampoco me pidas que te dé una oportunidad para que me expliques nada, porque eso — señaló a la mujer que iba saliendo de la habitación — eso no tiene perdón. Y sin más que decir adelantó a la pelinegra y salió de ese lugar, ¿El día acaso podía empeorar más? ¡Esperaba que no!

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