Pov Ada Flores.
El sol se posaba en lo más alto sofocándome de calor, pero a la vez de frio, era la ambivalencia del clima de mi hermosa ciudad de Mérida. Como cada día por la mañana me encontraba en mi oficina, disfrutando de mi hermosa vista a los picos nevados de esta maravillosa tierra, el edificio se encontraba en toda la plaza bolívar, el centro del estado. Trabajaba para la empresa de telefonía más grande del país, Movistar. Terminaba de revisar las contrataciones de esta semana, mientras a su vez revisaba las facturas acumuladas y faltantes por cancelar, cuando recibí una llamada de mi asistente.
―Buenos días, Ada. ―saluda, nos llevábamos muy bien y había cierta confianza entre ambas, más que laboralmente, diría amistosa. ―, El señor Luis, quiere verte en su oficina, si mi intuición no falla, no es bueno lo que te dirá. ―avisa, por su voz estoy segura que está mordiéndose la uña. ¿Acaso malas noticias?
― ¿Crees que el asunto sea negativo? No tengo aun mi reporte del mes, tampoco tenemos junta pendiente o algo…―respondo asustada.
―No, tengo tu agenda completa y no hay juntas esta semana. ―responde, resoplo y asiento, luego recuerdo que no puede verme.
―Está bien, gracias por avisarme, Liz. ―respondo colgando el teléfono.
Froto mi sien y cierro los ojos con fuerza, si mi jefe quiere verme, no es por nada bueno, ¿O sí? ¿Quizá finalmente me ascenderá al puesto que tanto anhelo? ¿Al que me postule muchas veces? ¿O acaso podría ser por un aumento de sueldo? Nerviosa y sintiendo latir mi corazón a mil por hora, camine hasta la oficina de Luis, el gerente general de la empresa y por supuesto mi grandioso jefe, nótese el sarcasmo. Salude a Cindy su asistente, me dio una mirada triste y asintió, indicándome que podría entrar. Inhalando mucho aire y dándome ánimos internamente, abrí la puerta.
―Buenos días, jefe. ―salude, me dio un asentimiento en forma de saludo y me indico que me sentara en frente suyo. Lo hice y crucé mis piernas por debajo de la silla, esperaba que me dijese algo, tecleo en su ordenador. ―, ¿Me necesitaba? ―pregunto con un deje de temor.
―Si, señorita Flores. Es mi deber informarle que usted fue despedida, en una junta de la dirección, se decidió. ―dijo sin más, un profundo vacío se asentó en mi estómago, mis hombros cayeron y toda la ilusión que tenia se esfumo.
―¿Puedo saber el por qué? ―inquiero levantando mi cara y mirándolo fijo. ―, He desarrollado muy bien mi trabajo durante cinco años, siempre en mis reportes mensuales se puede ver el flujo de ventas en su mayoría alto, por supuesto, también he mejorado el área de administración con mis estrategias. Entonces no logro comprender el porqué de esta decisión.
―Así es, señorita Flores. Su trabajo es impecable, estábamos muy contentos con su labor. Pero… para hacerle muy honesto, la orden viene de arriba, a mi parecer, es por conveniencia, ya que hace poco se graduó en administración de empresas el hijo de uno de los directivos. ¿Me comprende? ―resopla, asiento quedamente, suspiro con fatiga, ¿Me despiden para cederle mi puesto a alguien que no tiene ni la mitad de mi experiencia? ¿Solo por ser hijo de uno de los directivos? ¡Qué falta de ética y profesionalismo!
―Entiendo, es una pena que esta empresa carezca de profesionalidad y mucha ética. ―respondo firme, alzando mi barbilla. ―, Claro que esto no se quedara así, presentare mi demanda por despido injustificado…―alargue, su rostro cambio totalmente, estaba sorprendido y algo nervioso.
―No es necesario llegar a eso, señorita Flores. ―intenta negociar. ―, Vea, este cheque es para usted. ―dice entregándomelo. Lo recibo y veo una gran suma de dinero, mucho más de lo que llegue a ganar en todos estos años, claro que si los demandaba podría ganar mucho más.
―No es suficiente, espere mi demanda, próximamente, señor Luis. ―respondo convincente, quizá logre negociar un poco más, al final me lo merezco por todos estos años echados a la basura. Su rostro se sorprende nuevamente, rasca su cabeza y lo piensa un poco antes de responderme.
―Le pediré a contabilidad que doblen la suma. ¿Le parece? ―pregunta decidido. Asiento satisfecha.
―Perfecto, lo esperare en mi oficina, digo ex oficina, al final de la tarde. ―respondo firme, me pongo de pie y sin despedirme, salgo del lugar.
Al llegar nuevamente al lugar que fue mi oficina durante años, mi amado puesto de trabajo que durante mucho tiempo cuide con tanto esmero y le dedique todas las horas posibles, cerré la puerta con seguro y le pedí a Liz, mi asistente que cancelará toda mi agenda del día. Tomé una caja de cartón y recogí todo lo que me pertenecía, porque este lugar había sido mi templo y lo había adecuado a mis gustos. La nostalgia me invadía, mientras guardaba las cosas, sentía una vacío en mi estómago y una tristeza profunda. ¿En qué momento perdí el trabajo de mis sueños? En efecto, estudié mucho para llegar aquí, me esforcé en ser la mejor de mi curso, hice una maestría y hasta fui a estudiar a otro país para traer nuevos conocimientos. Cuando me entrevistaron, en seguida fui contratada por mi amplia experiencia, era la más calificada y me lo hicieron saber de inmediato. ¿Y ahora? ¿Dónde quedaba eso? ¿En cederle mi puesto a un estúpido privilegiado? Suspire con frustración, una lagrima involuntaria descendió por mi mejilla, yo era el soporte en mi casa, gracias a mí, mi madre y hermana vivían bien. ¿Ahora que sería de ellas? ¿Cómo pagaría el costoso tratamiento de mi madre? Mi padre nos abandonó desde muy niñas y nunca supimos de él, luego mi madre enfermó de cáncer, mi hermana se embarazo adolescente y yo… yo decidí ser la cabeza, el soporte y pilar de mi pequeña, pero gran familia. Suspire, encontraría otro trabajo, seguramente mejor que este que dejaba atrás. Era capaz de cualquier cosa y lo sabía, no necesitaba de ellos, al contrario, necesitarían de mí.
Unos toques en la puerta, me sacaron de mi ensoñación y claro distracción. Me limpie la cara y repuse toda la firmeza que use para encarar a mi ex jefe, al abrir la puerta me encontré con Liz, quien me traía una caja de donas, un café y un pañuelo. Sin duda alguna era lo que más me dolía, abandonarla aquí. Le sonreí y la abracé, agradeciéndole ese enorme gesto, nos sentamos en mi escritorio.
―Se que sobra decirte que estarás bien… pero quiero que sepas que puedes contar conmigo para lo que necesites. ―afirma, le doy una sonrisa de agradecimiento. ―, Además, puedo hacer unas llamadas a unos amigos y conseguirte un mejor empleo.
―Gracias, Liz. Agradezco de corazón todo esto, gracias por mi último café y por estas ricas donas. Me consuelas. ―respondo mirándola con alegría.
― ¿Cuál fue la razón para echarte? ―inquiere cuidadosa, suspiro con frustración nuevamente al recordar. ―, Digo, eres la mejor administradora que han podido tener. Y has aumentado las ventas numerablemente en pocos años.
―Exactamente por eso no la tienen. ―respondo, rodando mis ojos, ella abre un poco su boca y procedo a contarle lo dicho por mi ex jefe. ―, Básicamente quieren mi puesto para el hijo codicioso de ese m*****o de la directiva.
― ¿Es en serio? ―refuta molesta, resoplando.
―Si, una estupidez. Al menos logre obtener un jugoso cheque ―respondo victoriosa.
―Es lo menos que podían hacer, espero que te recuperes de esto―dice con una sonrisa de lado.
―Yo también. ―respondo, suspirando.
La tarde finaliza con prisa, dejo hecho mi resumen del mes y todo en orden para quien sería mi reemplazo. Aunque no estuviese contenta con mi despido, eso no afectaría mi ética profesional. Deje todo apilado en una esquina, mientras revisaba los mensajes que me había dejado mi hermana.
*Hermana*: Ada, no te olvides del medicamento de nuestra madre, recayó.
Mi corazón se contrajo y suspire con resignación, no mostraba mejoría y su tratamiento cada vez era más costoso. La asistente de contabilidad había tocado mi puerta nuevamente, me entregó un sobre y se fue, lo abrí y era el cheque de liquidación, lo guardé bien en mi cartera y me salí de la oficina, me despedí de Liz y bajé en el ascensor. Al salir estaba lloviendo por lo que corrí a resguardarme un poco debajo de un edificio, espere que cesara un poco la lluvia y fui a la farmacia, le indique el récipe medico y me vendieron las medicinas que alargaban la vida de mi madre, luego fui al banco y deposite el cheque en mi cuenta, tenia que hacer algo, antes de que nuestra situación económica empeorara. Al llegar a casa, encontré a mi hermana junto a mi madre, lloraba desconsolada por lo que deje mi bolso en donde primero vi y me apresure hasta ellas.
―¡Ada! ¡Se nos va! ¡Se nos va! ―exclamo con desesperación, mi madre estaba acostada en su cama, conectada a sus vías donde le pasábamos el tratamiento por intravenosa, tal como habíamos aprendido en todos estos años de cuidarla.
―Tranquilízate, Dary, necesitamos darle fuerza. ―respondo, conteniéndome, las lágrimas y desesperación me invaden, pero tengo que ser fuerte. ―, ¿Mamá? ¿Qué tienes? ―inquiero con delicadeza, abre un poco sus ojos y hace un esfuerzo sobrenatural por levantar su brazo y acariciarme el rostro con su mano, mientras me da una sonrisa triste.
―Ada, mi dulce…Ada. ―alarga con suavidad. ―, Ya es hora de que dejes de vivir por nosotras y vivas por ti…―anuncia, niego con mi cabeza y la miro con dulzura. ―, Durante años cuidándonos, pero ¿y quien cuida de ti? Necesito…necesito que me prometas…algo―sigue, le aprieto su mano con cariño y ella me sonríe débil. ―, Prométeme que seguirás con tu vida, que vas a vivir de verdad, no trabajes tanto y vive tu vida, busca tu felicidad hija mía, ya es hora…―pide y asiento, tenia razón, pero lejos de eso, le diría que si a todo lo que me pidiese. En el fondo de mi corazón siempre estuve preparada para este momento, las despedidas duelen, desencajonan, pero cuando las ves venir, se vuelven más llevaderas.
―Gracias mami, te amo con todo mi corazón, se que quieres descansar y créeme que no te juzgare, nos diste los mejores años y fuiste una excelente madre. Luchaste como la guerrera que eres y eso me llena el corazón. ―le respondo y ella asiente con cariño.
―¿Qué haces? ¿Por qué le hablas como si fuera una despedida? ¡No hagas eso! ―exclama con molestia, ruedo mis ojos, no lo entendería, aunque ya no es una niña, es una mujer hecha y derecha.
―Dary… mi segunda hija. ―la menciona y ella se gira hacia ella. ―, Es hora de que dejes de vivir de tu hermana, sal a enfrentar el mundo, tu hermana entiende muchas cosas que tu ignoras, las aprenderás mas adelante. De momento, es hora de que ambas tomen sus caminos, los cuales se obstaculizaron por mí, pero yo ya me tengo que ir… ―mis ojos no soportan mas y se derraman en lágrimas, aprieto su mano, mi hermana me mira con dolor y se acerca uniendo también sus manos. Mi madre nos da una mirada cargada de amor, para luego ver como sus pupilas se dilatan y se pierde la presión de su mano, se ha ido, se ha ido para siempre…
Llamamos al hospital donde la atendían, una doctora viene a la casa, la revisa y nos comprueba que en efecto murió. Lloramos desconsoladas, pero como la hermana mayor debo hacerme cargo de todo, hablo con la doctora me dice los pasos a seguir, el cuerpo es llevado a medicina legal, donde le hacen todos esos pasos, al final me lo entregan y la doctora me avisa que mi madre durante toda su vida p**o un seguro, el cual cubría sus actos fúnebres. Hicimos todo lo pertinente, velamos su cuerpo donde algunos familiares lejanos y amigos de la familia nos acompañaron, cuando fue el momento fuimos al cementerio. El acto termino y volvimos a casa, mi hermana no me dirigía la palabra, podía entender que cada quien enfrenta el dolor de diferente manera, así que la respetaba, mi sobrina estaba aun muy pequeña para comprender todo lo que sucedía, pero la apreciaba mucho. Mi madre tenía tanta razón, siempre deje mi vida en un segundo plano, para hacerme cargo de la casa. Hace algunos años, conocí a Eduard, tuvimos una relación formal por años, hasta que se cansó de que siempre le diera prioridad a mi madre y hermana, dejándolo a él a un lado. Lo amaba, pero primero estaba mi familia, quizá había cometido un error al dejar ir a aquel magnifico hombre, pero tenia la certeza suficiente para saber que haber cuidado tanto de mi madre y hermana, había sido lo mejor que pude hacer por tanto tiempo, tenía la consciencia tranquila, de que le di todo a mi madre, mientras que él siguió su camino y hace poco me enteré de que se había casado, ahora era feliz y yo de cierta manera, también.
Los días siguieron su curso, mientras que mi hermana ahogaba sus penas en alcohol, dejándome a su hija, la reprendí muchas veces, pero me ignoraba, estaba cansándome, no encontraba trabajo, ella descuidaba el suyo, a pesar de que sabia que estaba desempleada, nunca le pedí que aportara a la casa, porque entendía que su hija acarreaba muchos gastos, pero ahora, necesitaba de ella, de su apoyo, no quería gastar mis ahorros, al contrario, quería duplicarlos.
―¿Vas a volverte a ir de fiesta, Dary? ―inquiero con fastidio, rueda sus ojos y me mira mal. ―, No pienso cuidarla más, entiendo que es duro todo esto, pero no pienso seguir apoyándote cuidando a tu hija, para que salgas de fiesta y te comportes como una cualquiera. ―digo enojada, porque sabia que su comportamiento era horrible. Por eso había quedado embarazada tan joven.
―¡No eres mi madre! ¡No me trates como si lo fueses! ―refuta―, ¡Gracias por arruinarme la noche! ―grito cerrando de sopetón la puerta…