21.

2329 Words
Pov. Ada Flores. Sam había llegado a mi departamento tan rápido como le fue posible, le agradecía un montón porque me sentía mas segura de alguna forma. Ella estaba cocinando mientras yo le servía vino y conversábamos, estaba muy contenta con su relación con ese chico que ha estado saliendo, decía que hasta que llegara el hombre que le dijo la psíquica, seguiría pasando su tiempo con este. Negaba con mi cabeza mientras la escuchaba hablar, me hacia feliz verla con alguien que parecía quererla y sobre todas las cosas respetarla. Le conté todo lo que sucedía con mi jefe, ella estaba sorprendida de todo lo que soportaba, me dijo que renunciaría y ella me ayudaría a conseguir un mejor empleo, estaba preocupada por mí, le había mostrado la caja que me había enviado y se llevó los conjuntos, pues era claro que jamás los usaría, al menos ella sí. —Es un demente, pero tiene buen gusto, eh. —intento divertir, le di una media sonrisa, estaba aterrada. —, Lo siento quería liberarte un poco de la tensión. ¿Qué harás? Yo insisto deberías ir a la policía… —¿Y? ¿Llevarles una nota? Sam eso no es suficiente evidencia para acusarlo de acoso. —respondo. —, además lo amenace con hacerlo y se rio en mi cara, me dijo que se encargaría de mi deportación… —alargue y ella me miro sorprendida. —No puede hacerte eso… necesitamos conseguirte un trabajo con opción a una visa permanente. —dice y asiento en su dirección, era difícil lo sabía, pero necesitaba hacerlo. —, Tranquila, Ada, lo resolveremos. Igual si quieres puedes quedarte en mi casa un par de días. Así no te sientes sola y desprotegida. —Gracias, Sam. Te quiero mucho. —respondo abrazándola, servimos la comida y nos sentamos en el desayunador, sirvo dos copas de vino blanco y comemos en silencio. No es que no tengamos de que hablar, sino que cada una parece estar analizando algo sumida en sus pensamientos. ¿Cómo haría para liberarme de ese psicópata? Tenia que renunciar eso era obvio, pero como haría para salvar a los niños de ese monstruo. —¿Crees que de verdad le hizo algo a la esposa? —inquiere Samantha luego de pasar minutos en silencio, le había dicho de mis sospechas, asentí y ella lo piensa un poco. —, ¿Y si lo hizo? ¿Cómo lograras salvar a esos niños? —inquiere nuevamente y le hago un gesto, tenía que haber alguna forma. —No lo sé, espero descubrirlo pronto. —respondo encogiendo mis hombros. Nos acostamos juntas en mi habitación, encendimos la televisión y vimos una película romántica de esas que tanto amaba Sam. Mi teléfono vibro anunciando un mensaje, lo busqué por la mesita de noche y vi que era una notificación. Un poco extrañada desbloquee la pantalla y mi piel se erizo al ver que era Giordano. Su mensaje recitaba: “Te esperé más de lo que tuve que haberlo hecho, ya entendí tu respuesta, que tengas suerte intentando escapar de mi”. Trague saliva con fuerza y mire horrorizada a Sam, me arranco el teléfono de mis manos y le envió un audio diciéndole que yo no estaba sola y que iríamos a la policía, que era un degenerado y muchas cosas más. Nerviosa y con mucho temor le dije a Samantha que me acompañase mañana, tenia que renunciar y no quería ir sola. Redacte un documento para hacerlo un poco mas oficial, se lo entregaría mañana. Ya no quería volver a ver a Giordano, cuando lo conocí parecía tan… normal, tan buena persona, definitivamente ahora le conseguía sentido al famoso dicho que nunca se termina de conocer a alguien, no podía creer lo bien que actuaba, estaba segura que tenia muchos problemas y seguramente una enfermedad mental, puesto que era un psicópata. Pase hablando con Sam de temas triviales, todo para distraerme de la horrible sensación que me provocaba él y sus mensajes y amenazas, sabia que tenia que hacer algo, detenerlo o me podría perjudicar muchísimo más, ya había pasado el tiempo que Estados Unidos te permite de permanecía, en estos momentos me encontraba ilegal y solo podía cambiar a otro tipo de visa con un trabajo asegurado y lo difícil que era conseguir uno me quitaba toda esperanza, me mantendría ilegal por un largo tiempo, pero si me excedía no habría oportunidad de cambiar mi estatus migratorio. Él sabia eso, me lo dijo desde el primer momento que nos conocimos en ese bar, como detestaba mi suerte de haberlo conocido. Tenia una carta bajo su manga en mi contra, una muy importante, pero prefería regresarme a mi país, antes de estar con alguien tan despreciable y loco como él. Era de madrugada y Samantha se había quedado dormida, mañana no trabajaba y yo tampoco, pero aun así le llevaría mi renuncia, me despediría de los niños y buscaría alguna forma de comprobar que Giordano estaba mal de la cabeza. Al siguiente día despertamos como de costumbre, prepare el desayuno para ambas, comimos juntas, el clima estaba nuevamente frio y nublado, había una ventisca demasiado fuerte, tanto que los vidrios de las ventanas resonaban. Fuimos a imprimir mi carta de renuncia, conduje hasta la casa Bonnet, esperaba encontrar a la señora Regina para exponerle el porque de mi renuncia personalmente a ella. Al llegar toqué el timbre, me abrió Fabiana quien me miraba totalmente desconcertada, puesto que era sábado y no había razón para que asistiera a su residencia, le di una sonrisa triste, Sam la miro con ternura. —Hola, Ada. ¿Qué haces aquí? —inquiere confundida, nos permite entrar. —Hola Fabi, ¿Esta tu…padre? ¿Y tu madre? —inquiero en respuesta. —Mi padre, mi madre aun no regresa… —alarga triste, asiento en su dirección y ella se marcha a llamarlo. Respiro profundo y pienso muy bien lo que diré, me funciona muchísimo el haber venido acompañada de Sam quien me brinda su apoyo y el que estén los niños lo facilita todo aún más. Giordano aparece sorprendido y confundido, nos mira a las dos totalmente desconcertado. —Ada, querida. ¿Qué haces un sábado aquí? —inquiere al llegar a nuestro encuentro, Fabiana y Fabian vienen detrás de él. —Ven…vengo a entregarle formalmente mi renuncia. —digo luego de conseguir la valentía, los niños corren a mis piernas abrazándome. —, Lo siento pequeños, conseguí… conseguí un mejor empleo y tengo que irme. —miento y ellos lloran desconsolados. —¿Renuncia? No, no te vayas, puedo aumentar tu salario…—disimula la sorpresa y enojo, pero niego con mi cabeza. —No se trata del dinero, es el tipo de trabajo, justo de lo que estudie. —admito con mi mentón en alto, él asiente con una mirada siniestra. Le entrego una hoja y le pido que me firme la otra, lo hace y le agradezco. —, Muchas gracias por entender, niños, fue un gusto ser su niñera, pórtense bien y coman sus vegetales. —digo despidiéndome de ellos, un nudo se forma en mi garganta, les había agarrado un cariño indescriptible y me dolía el corazón dejarlos con ese psicópata. Sam se mantenía en silencio, pero miraba de forma amenazante a Giordano. Quien nos acompaño hasta la puerta y cuando estábamos por irnos, me susurro en el oído. —Esto no termina aquí, te vere pronto, querida Ada. —anuncio tan bajito como le fue posible. Sentí erizarse mi piel, pero trague saliva y lo ignore, me gire en su dirección y le entregue las llaves del auto que me prestaban para transportarme. —Yo creo que, si termina aquí, suerte, Giordano. —respondo mirándolo con mis ojos entrecerrados. Salgo con Sam y pedimos un taxi, respiro profundo y suelto todo el aire de golpe. Eso había sido retador y bastante triste, despedirme de esos niños fue como si me despidiera de mis sobrinos. Me dolió mucho, pero era necesario, no quería seguir en ese infierno, ese hombre estaba demente y necesitaba ayuda, que claramente no estaba dispuesta a darle. Regresamos a mi departamento y busque mis maletas, me iría con Sam a pasar algunos días, mientras olvidaba todo esto y las constantes amenazas de Giordano. Me asegure de guardar muy bien mi copia de la renuncia que estaba firmada por él, no sabía porque, pero tenía un extraño presentimiento de que las necesitaría algún rato. Nos fuimos al departamento de Sam, donde se encontraban su novio y Max, les sonreí y salude a cada uno, lleve mis cosas a la habitación que antes usaba y regrese al salón. Me senté en uno de los muebles, mientras en otro estaba Max y en el mas grande estaban sentados a la par Sam y su novio. Pasamos la noche entre juegos de mesa, tragos y algunos retos, mientras nos divertíamos mi teléfono sonaba a cada rato anunciando mensajes, pero por alguna extraña razón sentía que era de ese ser, tendría que cambiar de número. La noche siguió su curso, Sam y su novio se habían tomado tragos de más y se fueron a su habitación cuando sus besos se pusieron incomodos y mas largos de lo normal. Max estaba aun sobrio, al igual que yo, por lo que seguíamos en el salón conversando. Me daba ciertas miradas y no sabia como interpretarlas, estaba segura de que no le gustaba de esa forma, pero me hacía dudar, me parecía lindo si, pero tampoco estaba buscando una relación o acostarme con el primero que conociera. Conversábamos de su trabajo, de lo mucho que le gustaba ser cantante, tener su banda y vivir de eso, me invito a un concierto que darían en un bar cerca de aquí. Le dije que seguramente iría con Sam, cuando de pronto me besó, dejándome totalmente sorprendida. Entonces una cosa llevo a la otra y terminamos en mi habitación de ese momento, me besaba con mas fuerza y ganas de algo más. Quise evitarlo a toda costa, pero decidí dejarme llevar por todas las sensaciones que me provocaba, su olor era muy sensual, sabia besar exquisito, por lo que no pude resistirme. Acabamos pasando la noche sin darme cuenta, sin reparos, hasta que el sueño nos venció a los dos. Al siguiente día me desperté sintiendo como alguien me abrazaba, asustada estaba por moverlo y empujarlo de la cama creyendo que podría ser…Giordano. Cuando entonces lo vi, era Max. Sentí arder mis mejillas de la vergüenza, me había acostado con él. Lo afrontaría de una manera madura, claro siempre y cuando él no actuara raro después de lo de anoche. Me mordí el labio recordando todo lo que hicimos, era bueno en la cama, no podía negarlo. Tomé una larga ducha y me vestí, luego fui a la cocina por algo de comer, cuando le vi a Sam cocinando crepes. —Parece que alguien tuvo una buena noche, que digo una excelente noche. —divierte al verme entrar a la cocina, le hago un gesto de que se calle o podrían oírla. —, ¿Y que tiene? Se ve que pasaste una noche inolvidable eh. —¡Ya cállate! —respondo entre risas, la empujo con la cadera y tomo una taza de café. —, Tu no te quedas atrás, estabas que te lo comías delante nuestro…—alargué dándole un sorbo a mi café, entonces hizo un gesto que no supe interpretar. — Tengo que decirte algo…—comenzó a decir, pero se acallo al escuchar como se cerraba la puerta de su habitación, su novio apareció bañado y vestido, detrás de él también Max. Lo salude como si nada y él me miro sorprendido, les ofrecí café, mientras Sam les ofrecía crepes dulces y ambos negaron. — Gracias amor, pero tengo que irme, hay reunión en la banda. —responde, Max asiente y los miro sospechoso, ambos están mintiendo y puedo sentirlo, mi intuición nunca me falla, el novio de Sam es bajista en la banda de Max. —¿Reunión? ¿Hoy? —inquiere Sam, quien también sintió sospechoso a su novio. —Si, es que tendremos un concierto y tenemos ensayo…—intento apoyar Max, pero sonaba aun mas extraño puesto que eran las ocho de la mañana y según recordaba ayer dijo que sus ensayos siempre solían ser después del almuerzo. —Entiendo…—aceptó Samantha, su novio le dio una sonrisa y se despidió con un beso, Max beso mi mejilla y se marcharon. Sam engullo su crepe muy rápido y me hizo una señal. —, Ponte zapatos, nos vamos. —aviso y asentí en su dirección sin entender, pero igual le haría caso. Bajamos en el ascensor y los chicos estaban en la otra calle, esperando un taxi, Sam busco su auto y subimos, esperamos a que se subieran el taxi y luego de unos minutos Sam conducía siguiéndolos, negué con mi cabeza, era increíble lo unida que estábamos como para pensar igual y darnos cuenta que mentían. Los perseguimos hasta que Max fue el primero en quedarse, como no me interesaba, no me fije, seguimos al novio de Sam, quien se quedo en una casa playera, Sam se detuvo y al bajar, lo seguimos a una distancia prudente, hasta que llego al pórtico, toco el timbre y una mujer rubia salió a recibirlo con un beso en la boca. Me quede perpleja de la sorpresa y Sam lloraba, la abrace con fuerza, estaba engañándola, no podía creerlo. —¿Quieres ir a enfrentarlo? Supongo que la otra chica tampoco debe saberlo…—inquiero y ella niega con su cabeza. Lo medito un poco y entonces entiendo, ella lo sospechaba desde antes. —No importa, después de todo la psíquica lo dijo, el no era mi amor verdadero…—alargo con pena, asentí en su dirección, quizás solo debía esperar y conocería finalmente a su alma gemela.

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