Macarena y Sonia salieron en el horario acordado. Cerca de la empresa había un bar, donde los trabajadores solían desestresarse de la intensa jornada laboral durante el After Office.
Ambas mujeres se sentaron en una mesa y comenzaron con las picadas. Macarena se sorprendió de lo mucho que comía Sonia, tanto que tuvo que pedir otras dos bandejas más para saciar su estómago.
- Intenté iniciar con una dieta y, en todo el día, solo me comí una ensaladita – le explicó Sonia a Macarena – Y como me atiborré de helado, necesito probar algo salado.
- ¡Nadie puede sobrevivir con una ensaladita! – dijo Macarena, llevándose ambas manos por la cabeza – Hay que tener una dieta equilibrada.
- ¿Y cómo haces para mantener la silueta?
- Solo como las comidas principales y practico artes marciales. Así es que, si alguien nos asaltan, yo te protegeré.
Sonia sonrió. Supuso que Macarena en verdad estaba necesitada de amigas con la cual charlar que estaba dispuesta a arriesgar su cuello por ella.
Cuando les trajeron las cervezas, empezaron a beber. Macarena se moderó, pero Sonia no paraba de tomar como si en su interior solo tuviese un agujero n***o.
Y fue ahí donde Sonia, poco a poco, comenzó a revelar sus pesares.
En la primera copa, dijo:
- ¿Sabes? He sido amiga de Richard desde la universidad. Siempre nos hemos llevado muy bien. Y cuando coincidimos en el mismo trabajo, pero con diferentes puestos, en verdad que me alegré.
Cuando ya tomó tres copas, continuó:
- Richard me ha revelado sus más oscuros secretos. ¿Sabes? Él piensa que nunca podrá ser lo suficientemente bueno como para atraer a una chica, pero no se percata de que su gentileza y baja estatura es lo que en verdad atrae las miradas.
Al momento de llegar a la quinta copa, se volvió más agresiva:
- ¡Richard es un imbécil! ¡No entiendo el porqué sigue en esa estúpida asociación que solo le hace bullying por no conseguir a su sumisa ideal! Una persona no necesita de otra para sentirse completa. ¡Primero hay que aprender a querernos a nosotros mismos! ¡Caramba!
Y ya cuando tomó diez copas, dio su confesión:
- Amo a Richard hasta la locura, pero él solo me aprecia como una amiga. Hice de todo para conquistarle y no conseguí nada. ¿Es porque estoy gorda? ¿O porque no soy la sumisa desafortunada que buscan los de la asociación?
Macarena se llevó una mano en la boca al saber que a Sonia le gustaba Richard. También se sintió algo incómoda, ya que ahora eran rivales porque ambas se sentían atraídas por el mismo hombre. Sin embargo, la joven secretaria se percató de que los sentimientos de su ahora compañera de bebidas eran sinceros, ya que ella amaba a Richard por como era y no por lo que llevaba en sus bolsillos… o debajo de los pantalones.
Tras beber un par de copas más, Sonia dijo:
- No quiero que te sientas mal, Macarena. Sé que tú y Richard ahora están en una intensa relación prohibida de oficina. Los vi haciéndolo en los horarios extras de la empresa, por delante y por detrás, sobre la mesa y contra la pared. También sé que, cada vez que vas al trabajo con tu minifalda de secretaria ejecutiva es porque, ese día, toca hacerlo en la oficina.
Macarena se avergonzó por ello. Si bien se aseguraron de no hacer tanto ruido, sabía que siempre había algún empleado fisgoneando en la oficina de Richard y, quizás, Sonia fue una de ellas. Por lo que había una alta probabilidad de que hubiese pasado el chisme a sus colegas.
La joven desdichada pareció percatarse de lo que pensaba porque, de inmediato, aclaró:
- Los vi, pero no le dije nada a nadie. No sé quién filtró la información, pero yo mantuve los labios sellados. No quiero dañar la imagen de Richard porque sé que se esforzó mucho para ser el CEO de la empresa.
- En verdad que eres una buena amiga – le dijo Macarena a Sonia – Y pienso que Richard es demasiado injusto contigo al no notar tus sentimientos. Por eso, te ayudaré a cumplir tu sueño de quedarte con el amor de tu vida.
Sonia se sorprendió por las palabras de Macarena. Y es que no podía creer que ella, quien ya lo hizo en todas las posiciones con Richard desde que la contrataron como secretaria, accediera a dar un paso al costado para dejarla vía libre en su amor.
Macarena tomó una copa, lentamente. Cuando terminó su cerveza, continuó:
- En realidad, solo quería salir de la pobreza. Fui huérfana y viví toda mi vida por mi cuenta, así es que sé muy bien lo duro que es este mundo. Pero cuando accedí a ser la sumisa de Richard, los de la asociación me despreciaron por mi aspecto físico y carácter fuerte, diciendo que era demasiado ruda para ser una sumisa. Y, luego, en la propia empresa, me desprecian porque piensan que soy una ramera. Pero tú eres la única que me invitó a salir a beber algo y, la verdad, siento muy lindo eso.
Sonia se sintió repentinamente culpable, ya que ella solo quería fingir ser amiga de Macarena. Pero verla dispuesta a rechazar a Richard la hizo ver que, en realidad, no era tan mala persona como creía al inicio.
- Hablaré con Richard. Te lo prometo – le dijo Macarena a Sonia, apoyando una mano en su hombro – sé que él, en el fondo, te aprecia y estará dispuesto a darte una oportunidad.
Sonia, con toda respuesta, la abrazó y lloró sobre su hombre, mientras le daba un ataque de hipo por beber a las apuradas. Macarena le dio palmaditas en la espalda, a modo de tranquilizarla.
Si bien estaba dispuesta a todo para estar con Richard, pensaba que a éste le preocupaba demasiado lo que opinaba la asociación de él, hasta el punto de descuidar su propio trabajo. Así es que, para las próximas semanas, le daría la oportunidad de tomar una decisión y, quizás, persuadirlo de salirse de ese ambiente tóxico, con CEOs y sumisas de mentalidades primitivas, para poder tomar su propio camino y, al fin, madurar como persona y profesional en su área.