- ¡Oh, qué desgracia! Adelaida estaba en la calle, con la barriga bien hinchada, lamentando su destino. Estaba a punto de dar a luz y no tenía a quien recurrir ni dónde tener a la criatura, por falta de dinero. Y mientras caminaba, se encontró con Sonia quien, justo en ese momento, estaba dirigiéndose al orfanato. - ¡Sonia! – gritó Adelaida, agitando los brazos - ¡Ayúdame! Sonia, por suerte, la escuchó y corrió rápidamente hacia ella. - ¿Qué sucede, amiga? – le preguntó Sonia, sosteniéndola con sus brazos. - ¡Ya va a venir! – gritó Adelaida, mostrándole su panza. - ¡Oh, por Dios! Sonia corrió hacia un taxi que andaba por la calle, vacío. El conductor se detuvo y ambas mujeres subieron. - ¡Al hospital, por favor! ¡Urgente! -