En realidad, Roberto no murió, solo fingió su muerte para no responsabilizarse por el bebé que tuvo con Adelaida. Y los últimos acontecimientos transcurrieron en un promedio de casi nueve meses, para que vean que el tiempo pasa volando. Cuando Adelaida llegó a su octavo mes de embarazo, Roberto se reunió con su padre en la mansión situada en Nueva York y tuvieron una charla seria y profunda sobre el tema. - Sé que quieres nietos, papá. Pero estoy segurísimo que el hijo que Adelaida espera no es mío. ¿De verdad crees que deba responsabilizarme por él? - Si no es tuyo, que lo cuide ella entonces – respondió el señor – pero esa mujer no te dejará en paz, hijo. Te advertí sobre esto y no me escuchaste. - ¡Bueno! ¡Está bien! Admitiré mi culpa, pero con una condic