Cuando el cerebro de Casper comenzó a trabajar, el omega inmediatamente deseó que este se apagara en cuanto sintió nuevamente el dolor en su cuerpo, pero a diferencia de otras veces, no era uno por haber dormido en una mala posición que resentía los golpes que yacía aún en él, no.
El dolor que le estaba quemando, iniciaba desde el centro de su espalda y se esparcía por toda esta, llegando incluso a algunas de sus extremidades.
El tan solo moverse, incluso sobre la suave superficie en la cual se encontraba recostado, provocaba en él un dolor intenso con el cual, lamentablemente, ya debería de estar acostumbrado a esas alturas.
Pero de igual forma, el estar acostumbrado a que sucediera y tenerlo, no significaba que no sufriera cada vez por ello.
Girando levemente sobre su costado, los gruesos labios del omega se torcieron de dolor y su pecosa nariz se arrugó mientras se forzaba a sí mismo a tomar una profunda respiración a través de su sufrimiento.
Al menos, el que el colchón bajo él fuera tan cómodo y suave, que dejaba algo de alivio al no estar en una superficie dura.
"¿Colchón?" Pensó Casper con terror, forzando a sus parpados a levantarse para encontrarse en una habitación.
—No... —pronunció, bajo y sin aliento—. No, por favor, no... —susurró con pavor, forzando a su cuerpo a moverse y levantarse de la cama.
Sus ojos se volvieron brillosos del esfuerzo que le llevó hacer algo tan simple como sentarse en la cama, pero aun así, ignoró el infierno que ardía en su espalda, esparciéndose lentamente por todo su cuerpo y se siguió moviendo.
Corriendo las mantas, descubrió sus piernas desnudas y un pequeño chillido bajo y lleno de horror escapó entre sus labios lastimados y secos.
"Tengo que irme, debo escapar de aquí"
Pensó desesperadamente el omega, empujándose fuera de la cama, pero al igual que antes, sus rodillas fallaron y su cuerpo cayó dolorosamente sobre el duro piso frío, provocando un fuerte sonido que estaba seguro, que había alertado a su captor.
Cuando escuchó los pasos apresurados, Casper tapó su boca con sus manos para ocultar sus gritos de miedo junto a sus súplicas y observó desesperadamente a su alrededor en busca de un escondite.
Con la puerta siendo abierta repentinamente, todo el cuerpo del joven omega se estremeció y sus instintos actuaron entrando en acción.
Rápidamente, los brazos de Casper viajaron hacia su cabeza, rodeándola para protegerla mientras sus piernas subían contra su pecho y se apretaban, transformándose así en una pequeña bolita.
—Por favor, no me lastimes. Me equivoqué. Fue un error. Lo siento. Soy un estúpido inservible, prometo hacerlo mejor —anunció con voz temblorosa, cerrando fuertemente sus ojos a la espera de los golpes mientras lo repetía una y otra vez.
Frente a la puerta, observando el pequeño cuerpo acurrucado en el frío suelo semi desnudo por su culpa, el pecho de Aiden se apretó ante la imagen tan vulnerable del omega, que lucía mucho peor que un conejito asustado mientras repetía aquellas palabras una y otra vez.
Torciendo sus labios, sabiendo que cualquier cosa que diría no sería bien recibida, lentamente se agachó y tomó asiento frente a él.
Cuando Casper sintió movimiento, su cuerpo inevitablemente comenzó a temblar solamente del puro terror y siguió repitiendo con más fuerza esas mismas palabras una y otra vez hasta que su garganta estuvo seca y sin aliento, transformando su tono apenas en un susurro que finalmente desapareció en el silencio.
—Shh... Todo estará bien —pronunció una voz totalmente masculina y un poco áspera que no dejaba de ser... Amable.
Cuando el omega sintió algo suave y ligero siendo depositado en su cuerpo, tuvo un pequeño salto involuntario del susto y sorpresa.
—Lo siento, solo quería colocarte una manta —indicó el alfa, observándole con culpa—. Chico, tienes que respirar, por favor —pidió con preocupación al notar que el cuerpo del omega se había quedado mortalmente quieto.
Y entonces, la boca de Casper simplemente se abrió siguiendo el pedido del desconocido y tomó una profunda respiración, finalmente dándose cuenta de que, en algún momento, había dejado de respirar.
Fue entonces que su nariz percibió un aroma diferente, no era el típico sándalo y licor fuerte que Julian siempre tenía con él, no.
Este era una esencia única de chocolate amargo y hierbas, tomillo más específicamente, que, en vez de causar más terror a Casper... Le calmaba lentamente hasta que su cabeza dejó de sentirse brumosa al estar perdido en los horribles recuerdos que Julian había dejado marcados en él.
Confundido ante al saber que el alfa ante él no se trataba de su pareja, y aun así, se encontraba en la casa de alguien, el omega lentamente sacó su cabeza de su escondite y abrió un poco sus brazos para observar entre estos, encontrando a un hombre sentado frente a él.
Pero no se trataba de cualquier hombre, no era Julian ni tampoco los guardias de este, el omega sabía que alguien como su pareja no lo dejaría simplemente al cuidado de un desconocido en lo que volvía, su alfa siempre lo dejaba con la misma persona.
Pero entonces, ¿quién era el hombre frente a él?
Tenía una apariencia ruda que daba algo de miedo a simple vista debido a los tatuajes que cubrían ambos brazos, más con ese aire hostil que le rodeaba mientras le observaba con aquellos ojos color n***o profundo.
Su cabello castaño claro era corto por los lados y largo en el centro, peinado todo hacia atrás para dejar despejado su rostro enmarcado con una barba corta que comenzaba desde sus patillas y rodeaba su boca para terminar en su mentón, dejando libre solamente esos labios firmes.
Sus ojos eran algo pequeños y ese surco entre sus cejas delgadas, pero marcadas, daba la impresión de estar enojado, pero... Su aroma no decía precisamente eso.
Encontrándose nuevamente con aquella mirada oscura, los ojos de Casper se abrieron exageradamente al darse cuenta de ello e inmediatamente volvió a esconderse, susurrando pequeños "perdón" por su error.
—¿Por qué te disculpas? —indagó Aiden, utilizando un tono mucho más suave y bajo de lo que estaba acostumbrado, pero era obvio que si alzaba la voz o hablaba rudamente como generalmente hacía, terminaría asustando nuevamente al pequeño conejito.
—No se supone que los omegas deben de observar directamente a los ojos a un alfa —susurró en respuesta Casper.
Con un tono tan dulce y asustado que golpeó a Aiden, especialmente por la convicción que escuchó en las palabras del chico lindo, él realmente cría en ello.
—Eso no es necesariamente cierto —indicó y la cabeza del omega se agitó casi con violencia desde su posición—. ¿No quieres mirarme? —preguntó.
El chico no respondió.
—Si me lo ordenas... —murmuró y por más que Aiden se esforzó en escuchar lo siguiente, no pudo.
—¿Ordenar qué? —indagó.
—Si me ordenas que te mire, podría hacerlo —explicó desde su escondite.
Los labios de Aiden se torcieron de puro disgusto.
Bueno, era bastante obvio que algo muy malo le había pasado al chico, pero Aiden no pensó que fuera tan malo.
¿Qué clase de idiota le enseñaría esa estupidez y lo grabaría en él hasta ese punto?
—Me gustaría que me miraras porque así lo quieres, no porque te lo esté ordenando —expresó, pero obviamente no hubo respuesta de ello—. Esto no es una trampa, no te castigaré ni golpearé ni nada si no quieres mirarme, así como si lo haces —prometió.
—¿En serio? —preguntó esa vocecita dulce y baja, sin poder creerle.
—En serio —asintió a pesar de que no lo estaban observando—. Mi nombre es Aiden Nixon —anunció, sin querer presionar al chico con el tema—. ¿Cómo te llamas tú?
—Casper —respondió, enderezando levemente su cabeza—. Casper Burt.
—Casper —repitió Aiden y una sonrisa leve curvó en sus labios—. Bonito nombre —comentó.
Sonrojándose, el omega se volvió a esconder por un momento y luego le observó entre sus brazos.
—Donde... Eh, ¿dónde estoy? —preguntó, su mirada viajando desde el alfa sentado frente a él a cualquier cosa que estuviera a su alrededor.
—Estás en mi casa —respondió Aiden—. No sé si recuerdes mucho de ayer, pero parece que unas personas te persiguieron hasta el callejón que está al lado de mi tienda y mis amigos los ahuyentaron —explicó—. Fue entonces que te desmayaste y no podía simplemente dejarte ahí tirado y lastimado en medio de la noche con esos tipos persiguiéndote —expresó.
Cuando el estómago del omega resonó en la habitación, Casper bajó uno de sus brazos y lo colocó sobre su abdomen, tocando suavemente este.
—Parece que tienes hambre —observó Aiden—. Iba a invitarte a que tomarás una ducha, pero bien podríamos colocar algo de alimento en tu pequeño cuerpo, ¿no?
Casper dudó, observando como el alfa se levantaba lentamente del suelo, mostrando su verdadera altura y musculatura que, obviamente, le superaba.
—¿Vamos a desayunar? —ofreció Aiden, observándole directamente—. Ah, quédate con la manta cuando estés listo para salir —indicó antes de retirarse de la habitación, dejándole a solas.
Mordisqueando su labio inferior hasta volver a abrir su vieja herida y sentir el metálico sabor de la sangre, el omega dudó seriamente si seguir al extraño alfa que le estaba proporcionando un temporal refugio y simplemente quedarse en la habitación para no arruinar nada.
Pero su estómago volvió a sonar y Casper sintió un delicioso aroma llegando a él.
—Él dijo que estaba bien... —murmuró, acariciando el pequeño bulto casi imperceptible en su estómago antes de finalmente enderezarse.
Apretando sus labios con fuerza, Casper usó la cama como apoyo para levantarse del suelo e ignoró el dolor que le provocó el volver a moverse.
Observando la distancia entre la cama y el pasillo, el omega dudó por el esfuerzo que requería hacer aquello con su cuerpo estando en tales condiciones, pero de igual forma, forzó un paso después del otro, alternándolo con profundas respiraciones lentas.
Cuando pasó el marco de la puerta, sus rodillas se volvieron a doblar solas, asustándolo y provocando que se recargara en la pared blanca.
Sintiendo otra presencia, alzó la mirada y se encontró con Aiden observándole, sus manos hechas puños.
—Déjame ayudarte, por favor —pidió el alfa, con un tono mucho más grave, como si se estuviera conteniéndose así mismo.
Tragando, Casper quiso negar instintivamente, pero sabiendo que si avanzaba por si solo volvería a caer, asintió despacio, casi imperceptible.
La expresión del alfa se alivió un poco y se acercó rápidamente, deteniéndose cuando se percató de que aquello provocó que el omega se tensara y corriera su rostro mientras cerrara sus ojos con fuerza, como si estuviera esperando el golpe.
Ignorando aquella puntada de dolor que le provocó dicha acción, Aiden se acercó a un paso más lento, recordándose así mismo que no iba a ganarse automáticamente la confianza del omega simplemente por intercambiar un par de palabras y acogerlo en su casa.
Despacio, acomodó la manta sobre los hombros de Casper y luego lo tomó deslizando un brazo tras sus piernas y otro en su espalda, logrando que el omega soltara un pequeño gimoteo de dolor que golpeó al alfa.
—Lo siento, no importaba como te tomara de igual forma te iba a provocar dolor —explicó, llevándolo directamente a la pequeña mesa para cuatro frente a su sala de estar.
—Está bien —susurró Casper, su cabeza apoyada contra su hombro.
Corriendo una silla con su pie, Aiden se inclinó y depositó cuidadosamente al joven omega en esta.
Enderezándose, siguió la mirada de Casper a la mesa y pasó una mano por su cuello, sintiendo solo una leve vergüenza.
—Sé que dije un desayuno, pero no te quiero intoxicar con mi intento de cocina y esto era lo único comestible —explicó y aquellos ojos celeste hielo parpadearon hacia él—. ¿Quieres té, café, zumo, gaseosa o cerveza? —ofreció alejándose para ir a su cocina.
—¿Zumo por favor? —respondió, girando para seguirlo con la mirada hacia la cocina detrás de él.
—Bien, solo tengo de naranja —anunció.
Tomando el vaso y su taza de café, el alfa volvió a la mesa y se sentó frente a Casper luego de servirle su zumo.
—Adelante, come —instó tomando un trozo de pizza—. Me disculpo otra vez por este desayuno, sé que en tus condiciones deberías de comer algo más nutritivo —expresó.
—No, está bien —aseguró Casper, regalándole una pequeña y casi imperceptible sonrisa al alfa mientras observaba la caja de pizza—. Para eso se supone que estamos nosotros los omegas, para servirle a los alfas —pronunció, sin mirarle.
Deteniéndose, Aiden tragó y limpió sus labios con una servilleta.
—Los omegas no están para eso, Casper —indicó suavemente—. Que no tenga habilidades para la cocina no significa que estás obligado a prepararme algo de comer, puedo comprar comida preparada y solo calentarla —expresó.
—Pero... ¿Por qué harías eso cuando un omega te puede cocinar? —preguntó dudoso, observándolo y esquivando su mirada.
—Porque no tengo un omega y aunque lo tuviera, no lo obligaría a cocinar si no quiere —respondió—. Solo porque seas un omega no significa que estás obligado hacer ese tipo de cosas —indicó.
Casper parpadeó y arrugó su pecosa nariz, como si no pudiera entender lo que estaba diciendo, lo que le hacía lucir adorable, pero a la vez... Era lamentable.
—Solo come conmigo —pidió Aiden regalándole una pequeña sonrisa—. No me siento bien comiendo yo solo, es de mala educación solo quedarte mirando —comentó y mordió su pizza nuevamente.
Frunciendo sus cejas levemente, el chico lindo tomó un trozo de pizza con movimientos cautelosos, como si esperara que Aiden en cualquier momento se lo quitara y le dijera que era una broma.
Cuando fue obvio que el alfa no iba a hacer tal cosa, lo mordió muy recatadamente, apenas consiguiendo algo.
—Casper, come —pidió Aiden—. No tienes que preocuparte por ninguna cosa aquí, no te golpearé ni nada si te llegas a equivocar en algo —prometió y mordió un gran bocado de su pizza, consiguiendo manchar incluso su camiseta, la cual limpió con una servilleta y se encogió de hombros al ver que una mancha quedaba en ella para seguir comiendo.
Tragando, Casper observó su trozo de pizza y luego contempló al alfa antes de tener un bocado más grande, manchando su mentón con ello.
Sonriéndole, Aiden solamente empujó una servilleta por la mesa para él y siguió comiendo como si nada, lo que instintivamente terminó relajando al joven omega para poder disfrutar realmente de la deliciosa pizza en sus manos.
—Puedes tener otro trozo si deseas —indicó el alfa.
—Oh, pero yo... Tú... —balbuceó Casper, observando con obvio anhelo la comida.
—Hay más —aseguró Aiden, señalando otra caja de pizza bajo la que se encontraba abierta.
—Entonces... —murmuró el omega, lamiendo sus labios mientras sacaba igual de cauteloso otro trozo.
Observando al dulce omega comer tranquilamente como una persona normal, Aiden le sonrió, sintiéndose satisfecho de haber logrado poner algo de comida en ese pequeño cuerpo delgado.
Ya habría momento para hablar, lo primero, era asegurarse de que todas las necesidades del chico estuvieran atendidas.