Observando al silencioso alfa, Casper succionó su labio inferior mientras sentía como una ligera tensión comenzaba a formarse en el cuerpo de Aiden, rodeándolo lentamente.
—¿Aiden? —susurró, bajo, con miedo de haberse equivocado.
—Lo siento, dame unos minutos —pidió Aiden, levantándose repentinamente para alejarse.
Aquellos ojos celeste hielo inmediatamente siguieron el cuerpo del alfa hasta la cocina, observándole sacar una lata de cerveza del refrigerador y bebérsela completamente de un solo trago.
—¿Estás bien? —preguntó preocupado cuando le contempló sacar otra y beber probablemente hasta la mitad.
—¿Si yo estoy bien? —repitió Aiden, sin mirarlo—. Chico, eso es algo que yo debería de estar preguntándote —suspiró, agitando suavemente su cabeza, como si se estuviera reprochando así mismo.
—¿Por qué? —preguntó, su mirada viajando hacia la manta—. Yo estoy bien ahora —murmuró.
Soltando un suspiro, Aiden observó el pequeño cuerpo en su sofá y bebió un trago de su cerveza en un intento de controlar el intenso odio que estaba sintiendo hacia el estúpido de Julian, junto con el intenso deseo de matarlo a golpes con sus propios puños desnudos.
Simplemente no podía creer que existiera alguien tan arrogante y enfermo como para decirle tales cosas a un omega tan... Joven, mucho menos para hacerle y decirle todas las cosas que ese estúpido hizo.
—¿Quieres beber algo? —preguntó y esos deslumbrantes ojos llenos de dolor e inocencia le observaron.
—Estoy bien —respondió automáticamente, otra vez.
—Está bien, ¿qué es lo que deseas beber? —insistió.
Casper dudó, maltratando nuevamente ese relleno labio inferior.
—Más zumo, por favor —pidió.
Asintiendo, Aiden sirvió un vaso y luego volvió hacia la sala de estar, tomando asiento después de entregarle su zumo al omega.
—¿Puedo preguntarte algo? —pronunció, observándolo.
Casper asintió suave antes de beber un sorbo de su vaso.
—¿Cuánto tiempo saliste con ese idiota? —preguntó.
—Tres años —respondió Casper.
—¿Me estás saliendo que salió contigo siendo un menor de edad? —exclamó, ya listo para salir de su departamento e ir a cazar a ese imbécil excusa de alfa.
—No, yo empecé a salir con él cuando tenía veintiuno —aclaró rápidamente—. Recién los había cumplido —explicó.
—¿Veintiuno? —repitió, y frunció el ceño cuando otro descubrimiento se presentó ante él—. ¿Tienes veinticuatro?
Casper asintió, observándole curioso.
—Mierda, juraba que tenías dieciocho, máximo veinte —explicó, pasando una mano por su cabello.
Pero veinticuatro años, seguía siendo alguien demasiado joven.
—Julian decía que tenía un rostro juvenil y eso le gustaba —comentó, aunque no parecía exactamente feliz de recordar aquello.
—No quiero ser malo, pero... Estuviste tres años saliendo con él, ¿y nunca sospechaste nada hasta ahora? —preguntó Aiden, observándole confundido.
Casper abrió su boca queriendo decirle que siempre le pareció extraño el poco tiempo que Julian pasó en la casa, mucho más que no le permitiera salir y todo lo demás, pero... Nada salió y observó hacia otro lado.
No se suponía que debía de hablar mal de Julian, él le había ayudado.
—Está bien decirme todo, Casper —indicó suavemente Aiden—. Ya sean palabras malas o buenas, puedes decirlas y nada pasará —prometió.
—No se supone que debería de decir cosas malas de Julian —murmuró, observando su vaso.
—Él fue malo contigo, Casper, puedes decir lo que quieras de ese idiota y estará bien —aseguró el alfa.
—Pero... Se supone que Julian me ayudó —expresó, observándole con aquellos ojos celeste hielo—. Yo quería irme de mi casa, lejos de mi padre y él... Mi alfa me ofreció llevarme a su departamento y yo acepté —explicó.
—No porque te haya llevado a su departamento alejándote de alguien con quien asumo, no querías estar porque era malo, significa que te ha salvado o le debes algo —indicó.
—Tú no entiendes —agitó su cabeza de forma negativa.
—No, tienes razón, no lo hago —pronunció Aiden—. ¿Por qué no me cuentas entonces? —pidió—. Así, tal vez también comprenderé cómo es que, en esos tres años, no te diste cuenta de que eras el segundo —indicó.
Casper frunció sus labios, sin gustarle mucho eso de ser el segundo, aunque sabía, que solo era la verdad.
—Julian no era malo al principio —anunció—. Cuando me llevó a su departamento, estaba bien, yo podía salir de ahí e ir a cualquier lado —expresó—. Pero... Cuando comenzamos a salir, ya no pude, porque Julian temía de lo que otros alfas pudieran hacerme —contó.
—¿Te prohibió salir? —pronunció Aiden, alzando una ceja.
Realmente, el alfa simplemente sabía que, al terminar la historia, haría un infierno de vida al idiota que atormentó tanto a alguien tan joven y dulce como Casper.
—Dijo que era por mi propia seguridad —respondió el joven omega, encogiéndose suavemente de hombros sin verlo—. Recién estábamos saliendo, pensé que después me volvería a dejar salir, pero... No lo hizo. Pero yo estaba bien, mientras me iba a ver y se quedaba conmigo, casi ni recordaba eso —expresó—. Hasta que sus visitas comenzaron a ser más discontinuas y lejanas. Él solo volvía y lo único que le interesaba era tener sexo y nada más, se volvió... Diferente —contó.
—¿Fue entonces que comenzó con los golpes? —preguntó Aiden.
—Fue por mi culpa —anunció Casper—. Si me equivoco, tengo que ser castigado por ello —explicó.
Aiden apretó instintivamente sus labios hasta que dolieron, queriendo decirle al chico que aquello no era así, que cualquier idiota que le había enseñado semejante estupidez solo era un descerebrado, pero sabía que sus palabras solo caerían a oídos sordos, por lo que se contuvo y bebió otro trago amargo de su cerveza.
—¿No sospechaste en ese momento sobre él? —retomó—. Digo, no había cita entre ustedes, te mantenía oculto y ya no estaba presente como antes —indicó.
—Yo... Lo hice —reconoció Casper—. Y... Le pregunté —reveló y sus manos se apretaron alrededor del vaso.
—Déjame adivinar, negó todo —resopló.
Pero el omega solo observó silenciosamente el vaso entre sus manos.
—¿Casper? —preguntó Aiden.
—Julian, él... Se enojó —anunció el omega finalmente—. Esa... Fue la primera vez que me golpeó realmente fuerte, porque se supone que ningún omega debe de cuestionar a su alfa y yo... Me asusté —contó—. Las cosas se volvieron algo feas desde ese momento —reveló—. Sin importar lo que hiciera, lo que dijera, si Julian consideraba que estaba mal o que me equivoqué... Explotaba y me golpeaba hasta dejarme inconsciente. Luego aparecía al día siguiente como si nada, pidiendo perdón con regalos costosos, como si tan solo por darme eso, yo olvidaría todo —dijo con tristeza.
Contar hasta diez no estaba funcionando muy bien en ese momento para Aiden cuando tenía unas intensas ganas de matar al idiota que lastimó y abusó del chico delante de él.
—¿No intentaste dejarle en ese momento? —cuestionó Aiden, con voz grave que apenas y si contuvo su gruñido, aunque no a la perfección.
—Lo hice —asintió—. Pero Julian me encontró rápidamente y estuve inconsciente por varios días luego de eso, cuando desperté, aquellos guardias ya estaban ahí, las puertas de la casa fueron retiradas a excepción de la entrada que se mantenía con llave que solo él tenía y... Cámaras fueron instaladas en todos lados —reveló—. No volví a intentarlo luego de ello, pero cuando descubrí todo... —con una mano tocó su vientre—. Simplemente sabía que no podía seguir aceptando todo y quedarme ahí o probablemente ambos moriríamos —explicó, observándole de tal forma que traspasó completamente el alma del alfa.
Aiden maldijo cuando la lata de cerveza crujió y rápidamente se deformó ante la fuerza de su mano, derramando el resto de su contenido cerca de su pierna.
—Mierda —exclamó, soltando la inservible lata y sacudiendo su mano para sacar la cerveza que había caído en esta.
—¡Lo siento! —chilló Casper, inmediatamente levantándose y retrocediendo con puro horror llenando su dulce rostro.
—No, Casper yo... —los labios del alfa se torcieron en una mueca cuando el joven omega gimoteó asustado al verle levantarse del sofá e inmediatamente se dejó caer al piso, haciéndose una pequeña bolita mientras sus brazos cubrían su cabeza.
Soltando un suspiro, Aiden observó el tembloroso cuerpo, y la furia dentro de él solo empeoró al saber que aquella reacción de Casper solo debía a la excusa de alfa que había abusado tanto del chico, atormentándolo y educándolo en esos tres años que estuvieron juntos para que el omega no le dejara.
Cuando escuchó otro suave chillido asustado, el alfa torció sus labios al descubrir que su aroma lleno de feromonas amenazantes y molestas era lo que estaba asustando el joven omega acurrucado en el piso.
—Está bien, Casper, no estoy enojado contigo —pronunció, recogiendo la lata antes de alejarse.
Por más que algo dentro de él le estuviera pidiendo que consolara al chico entre sus brazos y lo levantara en el suelo, sabía que debía de ignorar dicho deseo.
Si con una palabra y expresión había bastado para asustar de tal forma al chico, no quería ni imaginarse lo que podría obtener si se acercaba y lo tomaba entre sus brazos.
Dirigiéndose a la cocina, arrojó la lata a la basura y luego lavó su mano para quitar el olor a cerveza en ella.
—Tendrás que hablar más fuerte, conejito, no logro escuchar tus susurros desde aquí —indicó tomándose su tiempo para secar su mano y así calmar aquella bestia furiosa en su interior.
Mordisqueando su resentido labio inferior, Casper bajó sus brazos y contempló como el alfa no se encontraba en la sala de estar con él, lo que le confundió un poco.
Enderezándose hasta sentarse en el suelo, el omega contempló a Aiden en la cocina y sus ojos inevitablemente se fijaron en su cuerpo firme, observando como sus músculos seguían tensos de pura molestia.
—Pero... Estás enojado... —pronunció con angustia, rodeando sus piernas con sus brazos.
—Estoy enojado, sí —aceptó Aiden—. Pero no lo estoy contigo, estoy furioso por las cosas que has tenido que pasar todo este tiempo y tengo ganas de matar al idiota por el cual tuviste que sufrir tanto —explicó—. Es por eso por lo que me encuentro molesto, no por ti —aclaró.
—Pero... ¿Por qué estarías molesto por eso? No nos conocemos —indicó parpadeando confundido.
Soltando un suspiro, Aiden cruzó sus brazos sobre su pecho y se apoyó en el mesón de la pequeña isla apegada a la pared.
—No importa que nos conozcamos o no, que seamos amigos de toda la vida o solo unos completos desconocidos, nadie debería de pasar por lo que tú has pasado, Casper —anunció—. No sé cómo fue tu vida antes de llegar a ese idiota de Julian, ni mucho menos lo que realmente pasaste estando con ese monstruo, pero que seas un omega no es una excusa para lo que ha pasado, tú, al igual que yo, tienes el mismo derecho de vivir una vida tranquila sin seguir los deseos de los demás, sin insultos, ni golpes, ni una mierda —expresó, acercándose—. Eres quien quieras ser, no lo que los demás quieren o te ordenan, nadie tiene más derecho sobre tu vida más que tú mismo...
—Pero... Mi alfa... —balbuceó.
—Por favor, no lo llames de esa forma —pidió Aiden, agachándose frente a él—. El tipo con el que te encontraste solo es una excusa barata de alfa que, por su comportamiento, nos deja mal a todos los demás. Ese imbécil, solo era un abusador que se aprovechó de ti y seguramente de tu situación, porque no me creo que simplemente hayas querido escapar de la casa de tu padre por una simple discusión —expresó—. Y porque malditamente no mereces pasar por todo lo que has pasado, es que estoy enojado, y la razón por la cual te ayudaré en todo esto —declaró.
Casper abrió su boca y la movió queriendo articular algo, pero la verdad, es que nada más que un lamentable sollozo escapó desde lo más profundo de su garganta, sintiendo un explicable consuelo de las palabras del hombre frente a él.
—Lo siento —sollozó, intentando limpiar las lágrimas que caían de su rostro sin cesar.
—No te disculpes por llorar, sweety, solo hazlo —indicó el alfa suavemente, regalándole una pequeña sonrisa de labios que quitó toda expresión ruda y arisca de su rostro, lo que solo provocó más llanto en el joven omega.
Sintiendo pura ternura por el chico frente a él, Aiden alzó su mano sin pensar y acarició aquel abultado cabello castaño oscuro hasta que el llanto de Casper se transformó solo en unos suaves sollozos.
—Sube al sofá, te traeré algo para que te suenes —anunció cuando escuchó al menor sorbiendo su nariz repetidas veces.
Levantándose, fue hacia el baño y cogió algo de papel higiénico antes de volver con el omega, entregándoselo y sentándose a su lado.
—¿Mejor? —preguntó observándole con cierta ternura.
—Lo siento, no sabía que iba a llorar así —respondió evitando su mirada algo avergonzado.
—Está bien, era algo que necesitabas —indicó—. Ahora, necesitaré algunos detalles para mantenerte fuera de las garras de ese imbécil de Julian —anunció.
Observándolo, Casper dudó y luego negó suavemente con su cabeza.
—No puedo permitir que me ayudes, te meterás en problemas por mi culpa —expresó—. Julian tiene mucho dinero y poder, te lastimará para llegar a mí.
—El dinero no lo es todo —anunció Aiden—. Un tipo como él no se ensuciará directamente las manos y sus hombres, tú mismo lo viste anoche —sonrió ladino—. Solo bastó una mirada de mis amigos y se fueron los tres calladamente —le recordó.
—Pero ellos no son los únicos que trabajan para Julian —alertó—. Hay muchos más, y no todos se quedan tan tranquilos con una amenaza —expresó preocupado—. Lo mejor para mí sería salir de tu casa ahora y volver a esconderme en las calles —anunció.
—Absolutamente no —rechazó Aiden y señaló el abdomen del omega—. Tienes que pensar en ese pequeño que tienes ahí, solo mírate en las condiciones en las que te encuentras por estar escapando, escondiéndote y alimentándote mal, eso no está bien para ninguno de los dos —indicó—. Diferente sería si me dijeras que, en realidad, tienes un lugar donde ir y amigos que te ayudarán, pero parece que saliendo de aquí estás por tu propia cuenta, ¿no?
Torciendo sus labios, Casper asintió silenciosamente, sin poder negarlo.
—¿Ves? ¿Qué se supone que harás una vez salgas de aquí? Tu cuerpo ya se encuentra en malas condiciones, aún me pregunto cómo lograste hacerte tremendo hematoma en tu espalda —expresó.
—Uh... Me caí —reveló Casper, observando sus manos.
—Esa clase de golpe no se forma por una simple caída —negó el alfa.
—Me caí desde una escalera —confesó, sin mirarlo—. Estaba escapando de ellos y vi una escalera de incendio al costado de un edificio, me oculté en ella y cuando bajaba, una de las barras se rompió —reveló y le observó encontrando una expresión de absoluto horror en el rostro del alfa—. Está bien, no me caí desde tan alto —aseguró apresuradamente.
—Mierda, conejito —exclamó—. ¿Sabes lo peligroso que eso fue para tu bebé? ¿Para ti mismo? Yo ni siquiera sabía de esto y simplemente te dejé dormir cuando podrías hasta haber tenido una conmoción cerebral —expresó pasando sus manos por su rostro con preocupación.
—Pero... Estoy bien —pronuncio Casper, observándolo.
—Definitivamente no permitiré que vuelvas a las calles a exponerte tal peligro a ti y tu cachorro —anunció—. Así que, por favor, quédate —pidió y Casper parpadeó.
—¿Me lo estás pidiendo? —preguntó, inclinando su cabeza.
—No te obligaré si no quieres, pero eso no significa que no vaya detrás de ti intentando ayudarte —explicó y el omega, solo se sintió más confundido por ello, pero algo cálido a la vez le cubrió con ello.
—Por favor, si soy mucho problema, solo dime y me iré —pidió y observó otra vez esa sonrisa en el alfa.
—No lo serás —prometió.