Despidiéndose de su cliente tras terminar de dibujar en su piel con un éxito que lo sorprendió hasta a él mismo, considerando que su atención se había encontrado dividida entre lo que estaba dibujando, lo que la mujer le conversaba y el omega que dejó solo en su departamento por insistencia de este, fue una verdadera sorpresa que le molestó un poco.
No era justo que arruinara la piel de otras personas simplemente por no poder concentrarse en su trabajo, por lo que, en cuanto su cliente salió, Aiden no perdió ni un solo segundo en darle vuelta el cartelito en la puerta que anunciaba que estaba abierto, para informar que ya había cerrado.
No importaba lo fácil que podrían ser los tatuajes de los siguientes clientes, el alfa no se arriesgaría a arruinar nada considerando que su mente solo se encontraba en el joven omega que se estaba solo en su departamento, enfermo, débil y lastimado.
—Mierda, nunca debí de haber dejado que me convenciera de abrir mi tienda —se reprochó así mismo, sentándose detrás del mostrador para revisar en su libro las siguientes citas que tenía para ese mismo día.
En su defensa, Casper le había dado un muy buen argumento que no había podido replicar.
Después de todo, si quería mantenerlo oculto en su departamento, no podía simplemente no abrir su tienda al día siguiente de haberle ayudado de esos matones, eso se vería muy sospechoso y según el omega, alguien tan inteligente como Julian se daría cuenta de ese detalle y no lo soltaría tan fácilmente hasta que tuviera sus respuestas.
Con ese argumento, había sido un poco difícil simplemente quedarse en su departamento, por más que expresó su preocupación dejándole solo y lastimado.
Pero de nuevo, el omega le había asegurado de que estaría bien, recordándole que Julian siempre le dejaba solo tras lastimarlo y le tocaba a él arreglárselas por su cuenta.
Sí, eso no fue para nada reconfortante para Aiden, y solo alimentó el odio latente que ya sentía por el idiota de Julian.
Y desde el mismo instante en que había dejado su departamento, su mente se había quedado en el joven omega esperándole, preocupado por cómo se encontraría o en el peor de los casos, que finalmente decidiera simplemente irse aprovechando que él no estaba cerca.
—No, Casper no haría eso cuando él y su bebé están seguros en mi apartamento —murmuró.
Y aun así, la duda simplemente quedó en él, apresurándolo en cerrar su tienda.
Terminando de cancelar las citas de ese día y agendarlas para otro, Aiden se apresuró a levantarse y bajar la malla metálica, colocándole el candado antes de apagar las luces de la tienda y salir por la puerta trasera.
Saliendo por el callejón, la mirada del alfa se desvió desde su apartamento, hacia la motocicleta que reducía la velocidad hasta detenerse a su costado.
—Hey —pronunció Jagger, moviendo su cabeza—. Mis chicos dijeron haber visto la tienda abierta —comentó.
—Fui convencido para abrirla un momento, pero no puedo seguir con ello, mi mente solo está en cierto conejito asustado —explicó, observando instintivamente hacia su departamento en el último piso.
—Conejito, eh —sonrió el alfa contrario—. Puedo ver la comparación —asintió—. De todas formas, te venía a aconsejar que cerraras —anunció, lo que consiguió la atención de Aiden.
—¿Por qué?
—Tipos con trajes se han visto por alrededor, pero desde que abriste tu tienda, estos se han ido juntando más —explicó—. No dudaría de que entrarían a tu tienda a molestar aprovechando la ventaja de un número grande.
—Puedo verlo considerando lo cobarde que resultó ser su jefe, un idiota que gusta de golpear a los omegas —expresó con desagrado.
—Ah, ¿te contó algo el conejito? —preguntó su amigo.
—Lo suficiente como para saber que una excusa de alfa lo mantuvo enjaulado por tres años antes de que lograra escapar —respondió—. Es la clase de persona que odiamos —anunció.
—Eh, uno de esos verdaderos tesoros —pronunció con una especie de sonrisa, que no dejaba de ser una mueca muy amenazante—. ¿Te involucraste?
—Es un conejito asustado y con una pequeña carga en su vientre, no lo voy a dejar simplemente en la calle —explicó y su mirada viajó hacia su departamento nuevamente.
—Entiendo, no me caerías bien si no lo hicieras —asintió—. Tengo tu espalda, avanza tranquilo —anunció antes de retirarse ruidosamente en su motocicleta.
Cruzando la calle, el alfa se contuvo a sí mismo de no observar a su alrededor buscando a esas molestas sombras uniformadas y entró en el edificio.
Yendo directamente a su piso, Aiden abrió la puerta con su llave y entró con sus ojos negros inmediatamente recorriendo cada parte de su pequeño departamento.
Al no verlo en la cocina, su sala de estar, el baño o la habitación de invitados, Aiden sintió una presión molesta en la boca de su estómago mientras ideas horribles comenzaron a llenar su mente, hasta que...
Escuchó el sonido de una campana de viento.
Alzando su cabeza, el alfa volvió sobre sus pasos y se dirigió hacia su propia habitación de invitados, abriendo lentamente la puerta.
Cuando contempló al joven omega recostado en su cama, durmiendo tranquila y profundamente con la manta de esa mañana tapándolo, el alfa soltó un profundo suspiro y se apoyó en el marco de la puerta del puro alivio que sintió de verlo ahí.
Observándolo, una pequeña sonrisa surcó en sus labios al contemplar que Casper dormía con su cuerpo hecho una pequeña bolita, con una mano descansando bajo su rostro mientras que la otra se apoyaba en su vientre protectoramente.
Incluso en sus sueños, el joven omega parecía querer proteger al pequeño ser que vivía dentro de él, aquel que le había dado el coraje para escapar de las garras del horrible monstruo que le mantuvo cautivo jugando con sus emociones y controlándolo a base de golpes.
Cruzando silenciosamente su habitación, el alfa cerró su ventana y luego salió cerrando lentamente la puerta otra vez, retirándose tan silencioso como apareció, no deseando despertar al dulce omega, considerando por todo lo que había tenido que pasar para llegar hasta ahí, ni siquiera le sorprendía que estuviera tomando una siesta.
Algo que debió de haberse imaginado que Casper haría, pero en cambio solo se imaginó lastimándose más al moverse descuidadamente queriendo ayudar en el departamento o huyendo al aprovechar que él no estaba cerca.
Negando suavemente, Aiden se acercó a su mesa y sonrió al contemplar como las cajas de comida china vacía seguían sobre la firme superficie tras almorzar, prácticamente podía imaginar en su mente como debieron de haber picado los dedos del joven omega por querer limpiar todo y aun así se contuvo solo por sus palabras.
Le había pedido a Casper que no limpiara nada considerando que estaba lastimado, que él podía hacerlo tras volver de su trabajo, pero no se lo había ordenado exactamente, por lo que se imaginó que el dulce omega no podría contenerse de algo que prácticamente le habían grabado en la cabeza y de todas formas limpiaría.
Contemplar que no lo había hecho, le alegraba, aunque eso significaba que debía de limpiar si no quería que Casper lo hiciera.
Tirando a la basura las bolsas y las cajas vacías, Aiden dejó en el lavamanos los vasos sucios y los lavó.
Observando hacia la puerta a la espera de que Casper saliera repentinamente ante el ruido que provocó, el alfa asintió satisfecho cuando el joven omega siguió durmiendo tranquilamente y se dirigió hacia la sala de estar.
Corriendo un poco la cortina del ventanal que daba paso a su pequeño balcón, Aiden se acercó y observó a través de la pequeña abertura, contemplando desde su tienda y lo que estaba a su alrededor, finalmente encontrando a uno de esos idiotas vigilando directamente su local de tatuajes.
—Idiotas —murmuró, observando cómo se escondía tras observar una motocicleta cerca.
Retrocediendo, Aiden se sentó en el borde de su sofá, sobre el reposabrazos para seguir observando a través de su ventana, mientras pensaba en cómo se suponía que iba a ayudar a Casper.
Tenerlo en su departamento solo era una solución temporal que lo mantenía fuera de las calles y lejos de las manos de ese idiota, pero no podía tenerlo encerrado toda su vida ahí.
Casper merecía vivir una vida normal como cualquier otro omega, y más importante, debía de tener un control con un médico calificado por el bien del cachorro.
El solo pensar en todo lo que ese imbécil le había hecho al joven omega, Aiden se volvía a llenar de una intensa furia, y ese extraño sentimiento protector por el dulce chico solo empeoraba.
"Sentimientos intensos que antes no habías sentido por nadie más, uno que nacían desde el centro de tu pecho, como los instintos de tu lobo al reconocer algo que tu parte humano aún no puede ver"
Aquellas palabras simplemente aparecieron en la mente de Aiden, logrando que frunciera el ceño, intentando recordar de dónde había salido eso.
"Lo sabes, Devak pasó por lo mismo" pronunció una vocecita en su mente.
—No —musitó Aiden, agitando su cabeza para sacar de su mente esa tonta idea.
Era imposible que Casper fuera su pareja destinada, simplemente...
"El sonido de campanas de viento" recordó de pronto, y si no fuera porque él mismo tenía una en su habitación, realmente habría considerado la posibilidad.
Pero el mismo había cerrado su ventana y la campana de viento que le había regalado Mattias para su cumpleaños, se encontraba en su habitación, por lo que... No.
Seguramente una parte de él lo consideró por el simple hecho de que deseaba tener lo mismo que tenía Devak con Mattias, un amor tan puro, real y fuerte que atravesaba cualquier problema, siempre juntos.
Negando, Aiden cruzó sus brazos y alejó sus pensamientos de ellos, recordándose así mismo que tenía que llamarlos pronto para saber cómo se encontraba el pequeño Andrew, con tres meses sus amigos ya deberían de haberse hecho de una nueva rutina en su vida.
Cuando un suave murmullo llegó a su oído, el alfa frunció el ceño y observó sobre su hombro sin encontrar nada extraño.
Pero de nuevo, ahí estaba ese pequeño sonido que el alfa reconoció esta vez como un suave gimoteo proveniente de su habitación que inmediatamente le alertó.
Sin esperar a confirmar si solo se estaba haciendo ilusiones o realmente había escuchado algo, Aiden se levantó de un salto y rápidamente se dirigió hacia su propia habitación.
Entrando, fue directamente hacia su cama y se arrodilló a la orilla de esta tras contemplar al joven omega agitándose mientras soltaba unos suaves quejidos.
Y si no fuera porque el rostro de Casper estaba cubierto por el brillo del sudor en su frente y sus mejillas pecosas estaban pintadas con un intenso rubor, realmente habría considerado que se trataba de una pesadilla.
Alzando una mano, Aiden la colocó sobre la frente del dulce chico y sus labios se torcieron en preocupación al encontrar su temperatura corporal demasiada elevada para ser normal.
Con el joven omega soltando otro quejido de dolor, el alfa inmediatamente se puso en movimiento, levantándose de la cama para ir en busca de una fuente con agua y paños.
Volviendo a la habitación, Aiden se sentó esta vez al lado de Casper y mojó uno de los paños, estrujándolo antes de colocarlo en la frente del omega.
—Estoy seguro de que en el botiquín de primeros auxilios debería de tener un termómetro —murmuró observando preocupado al chico.
Levantándose, fue en busca de la caja y revisó dando vuelta el contenido sobre la mesa, encontrando de todo menos el bendito termómetro.
Chasqueando su lengua con molestia, el alfa guardó nuevamente todo antes de volver a la habitación. Tomando asiento al lado del chico, le cambió el paño.
Cuando esos ojos le parpadearon, Aiden le regaló una pequeña sonrisa preocupada.
—Hey, ¿cómo estás? ¿Te duele algo? —cuestionó.
—Lo siento —pronunció Casper, y lamió sus labios resecos—. Entre sin permiso —se lamentó en tono más bajo de lo normal.
—Está bien, nunca te prohibí entrar a cualquier lugar —le recordó Aiden—. Tienes una fiebre bastante fea, Casper —comentó, preocupado.
—Estaré bien —susurró el joven omega, cerrando sus ojos—. Siempre... Va y viene —explicó.
Aiden frunció el ceño con preocupación.
—Sweety, eso no puede ser normal —indicó—. ¿Tal vez debería de llevarte al hospital si sigues así? Es peligroso que la fiebre perdure mucho y ni siquiera sé si puedes tomar algo para bajarla por el bebé —expresó.
—Hospital no —se quejó Casper, agitándose—. Julian... Él... —balbuceó.
—Hey, está bien —aseguró Aiden, empujando suavemente desde los hombros al dulce omega para volver a llevarlo contra la cama.
—Hospital no —insistió Casper, tomando su mano, rogándole con la mirada—. Por favor, me encontrará —le recordó.
—De acuerdo, hospital no —anunció no muy feliz, pero sabiendo que no tenía opción en ello—. Cierra tus ojos y descansa, te cuidaré —prometió, volviendo a cambiar el paño en su frente.
Asintiendo despacio, Casper le regaló un intento de sonrisa y cerró sus ojos nuevamente.
Tensando su mandíbula, el alfa observó al menor hasta que estuvo seguro de que este volvió a quedarse dormido y entonces salió de su habitación con su teléfono en mano, llamando a Mattias en busca de alguna idea.
—Hey, pero si un desaparecido se ha puesto en contacto finalmente —saludó alegremente el omega.
—Hola Mattias, tengo que preguntarte algo importante —anunció, dejando claro que no era una simple llamada para ponerse al día.
—¿Qué sucedió? —preguntó con seriedad—. ¿Necesitas a Devak?
—No, en realidad, de tu profesión como enfermero —anunció—. ¿Qué se supone que debo de hacer si un omega presenta una repentina fiebre sin razón y está embarazado? —cuestionó.
—Alto, ¿un omega? ¿Embarazado? ¿Fiebre? —repitió Mattias, visiblemente confundido.
—Sí, Mattias, un omega en cinta con fiebre aparentemente sin razón —volvió a explicar—. Su cuerpo está lastimado, pero ninguna herida realmente parece de preocupación o está infectada, lo que explicaría la fiebre —informó.
—Uh, bien, lo importante es bajarle la fiebre —anunció lo obvio—. Lamentablemente, no soy completamente un médico, Aiden, no puedo simplemente recetarte descuidadamente cualquier medicamento, ni siquiera sabría si es alérgico a este —expresó—. Lo mejor sería que lo llevaras al hospital, allá podrán hacerle los exámenes para averiguar de donde provine esta fiebre y le darían algo para bajarla sin afectar al bebé —explicó.
Y Aiden maldijo con ello.
—No puedo simplemente llevarlo al hospital, por eso te llamaba —chasqueó su lengua.
—¿Qué quieres decir con eso? —cuestionó.
—Lo siento, no es nada, gracias por la ayuda —anunció, cortando la llamada sin responder las preguntas de su amigo.
Volviendo a la habitación, Aiden contempló preocupado a Casper, quien seguía quejándose bajito en su cama.
Acercándose, el alfa volvió a colocar su mano en la frente del omega sin percibir ningún cambio realmente y dejó un paño húmedo sobre esta nuevamente.
Observando a Casper cuando este colocó su mano sobre su regazo, Aiden tomó su mano más pequeña y luego volvió a desbloquear su teléfono, llamando a la única persona que sabía que lo iba a ayudar.
—Espero que tengas una buena razón para llamarme al termino de mi largo turno de casi setenta y dos horas —gruñó la alfa tras contestar.
—Necesito tu ayuda, doctora Gilman —anunció, observando el rostro de Casper—. Urgente.