Capítulo 5
Lo que hacemos con un poco de alcohol en nuestro sistema, parte 2.
La mañana siguiente, los rayos del sol entraban por las ventanas, posándose sobre los rostros cansados de Teo y Rosina. La primera en reaccionar fue Rosina, la más cercana a la gran ventana, la luz en sus ojos empezó a molestarle por lo que se empezó a mover, frotándose con el cuerpo desnudo de Teo a su lado.
El movimiento de ella hizo reaccionar a Teo, advirtiéndole de la presencia de alguien acostada con él, al no saber de quién se podía tratar se obligó a despertarse. Sobresaltado, se sentó en la cama y miro en dirección hacia donde estaba la persona que había sentido. Lo primero que vio fe el cuerpo espectacular de una mujer, no podía ver su rostro, ya que el cabello lo tenía enmarañado sobre su cara, además miraba hacia otra dirección, pero lo que sí podía ver era su cuerpo lo que le llenó la boca de saliva.
Al despertarse sobresaltado había movido solo un poco la sabana que cubría la desnudez de ese hermoso cuerpo, por lo que podía ver su espalda y el inicio de un pecho, el cual era bastante grande. También podía ver debajo de la fina tela el hermoso trasero que ella tenía. La intriga lo estaba matando, necesitaba averiguar con quién se había acostado, por lo que se inclinó y con una mano empezó a correrle el cabello del rostro.
El toqueteo en su cabello despertó a Rosina de inmediato, haciéndola girar malhumoradamente la cara y ver al culpable de tan atroz acto de despertarla cuando todavía estaba cansada. Al ver el rostro de Teo quedó muy confundida.
-¿Padrino?
Dijo ella con la vez adormilada, haciendo que Teo saltara asustado de la cama, logrando caerse al suelo en el proceso. Sobresaltada, Rosina se sentó en la cama para ver como estaba Teo, sin embargo, al ver su desnudez se quedó completamente tiesa. No podía moverse ni siquiera para tomar la sabana y tapar sus pechos.
Cuando Teo se pudo levantar del suelo, sin decir una palabra, agarró unos pantalones y se los puso, pues no quería que ella lo viera desnudo, lo que era una completa estupidez, teniendo en cuenta como ambos habían disfrutado de la desnudez del otro la noche anterior.
Ya con los pantalones puestos, Teo se dio la vuelta para enfrentarla, viéndola todavía sentada y con los pechos al descubierto.
-¡Rosi, tapate!
Al escucharlo hablar, ella salió de su aturdimiento tapándose de inmediato con la sabana.
-¿Dormimos juntos?
Preguntó Rosina viéndolo a la cara, pregunta que él no sabía como responder.
-No lo sé con seguridad, dímelo tú.
Rocina metió su mano debajo de las sabanas con el ceño fruncido y empezó a tocarse entre las piernas. Al sentir una punzada de dolor, le confirmó lo que sospechaba a Teo.
-Sí, hemos tenido sexo.
-¿Estás segura?
Preguntó esperanzado de que todo sea una confusión.
-Sí, he tenido sexo, tengo un leve dolor, no hay duda. Además, estoy pegajosa.
Dijo como si nada.
-¡Mierda! Rosi, yo lo siento. No quería hacerte daño, estaba borracho, no recuerdo que paso.
Se empezó a disculpar Teo mientras se sentaba en la cama con las manos sobre su cara tapándola, algo que a Rosina no le agradó en lo más mínimo.
-A ver padrino, estoy segura de que si tuvimos sexo tú no me obligaste a hacerlo, en ese momento habré querido hacerlo. Tú no eres esa clase de persona y no tengo ninguna marca que diga que me forzaste.
-¡Soy tu padrino!
-¿Y eso qué? No tiene nada que ver que seas mi padrino. Nos emborrachamos y dormimos juntos, nada más. Soy mayor de edad, no una niña, si digo que no abusaste de mí, es porque no lo hiciste.
Teo la miró a la cara confundido, en un principio solo pensaba en las palabras de Juliana insinuando que él había abusado de Rosina, por lo que al verse desnudo al lado de ella, lo llevó a suponer que lo había hecho. Escucharla decir que no era un abusador con tanta convicción, lo tranquilizo un poco, pero no podía sacarse de la cabeza la cara de sus amigos, los padres de ella.
-¡Tus padres van a matarme!
Con un suspiro, Rosina se levantó de la cama y se envolvió en la sabana. Una vez bien envuelta, se acercó a él y tomó su rostro haciendo que lo mirara con atención.
-No te van a matar, porque yo no dire nada. Esto puede quedar como un secreto entre los dos.
-Pero ya nada será lo mismo, no voy a poder mirarte a la cara como lo hacía antes.
-Basta, Teo, tuvimos sexo y ya. Nadie se va a enterar si no decimos nada. Esto no cambia todo lo que me has cuidado con los años, yo te quiero igual.
Después de decir eso, Rosina lo abrazó y él o dudo en hacerlo también con la misma fuerza que ella.
-Ok, será nuestro secreto. Espero que seamos los de siempre, aunque por ahora me gustaría estar un poco alejado de ti.
-Tendrás todo el espacio que quieras, pero no te hagas ideas tontas en la cabeza. Ahora me gustaría darme un baño, si me lo permites.
Después de hablar se separó de Teo e ingresó en el baño donde se desprendió de la sabana y se metió rápidamente a la ducha. Cuando el agua caía en su rostro y en su cuerpo, se le vino a la mente la imagen de ella sobre el regazo de él, frotándose con mucha ganas.
La imagen cambió y pudo verse acostada en la cama, ya desnuda, recibiendo su enorme pene dentro de su húmeda y apretada v****a, mientras rogaba que la embistiera con más fuerza.
-Más, más fuerte Teo... Dame más fuerte.
Después de que él aumentara la velocidad de sus embestidas, solo los ruidos del choque de sus cuerpos se podían oír, ya que la boca de ella parecía ser que fue callada de tanto placer que sentía.
-¿Así, Rosi? ¿Así te gusta?
Como ella no podía hablar por todo lo que estaba experimentando, solo pudo mover la cabeza de arriba para abajo en forma de asentimiento. Luego de unas cuantas embestidas, el interior de ella se apretó acorralando su m*****o lo más que pudo, la boca abierta de ella y el sonoro gemido que soltó le dijo a Teo que había explotado en un espectacular orgasmo.
Poco segundos después, él sacó su m*****o del interior de ella y frotándolo con fuerza se vino sobre su vientre. Aunque eso no era suficiente, quería marcarla como suya, por lo que esparció todo el semen sobre sus pliegues hinchados y satisfechos.
En la ducha Rosi no pudo evitar excitarse por todo lo que recordaba, por lo que tuvo que meter la mano entre sus piernas y acariciarse hasta liberarse de tremenda calentura que le agarró.
Por otro lado, en el cuarto, a Teo le pasó lo mismo que a ella, cerró los ojos y se le vino a la mente todo lo que pasó la noche anterior. Recordó lo mismo que ella, pero también el momento en que le sacó la ropa y se hundió entre sus muslos con su cara para con su lengua prepararla para una grandiosa noche de sexo. Lamió todo lo que encontró, ocasionando increíbles respuestas en ella que jamás había experimentado con ninguno de los muchachos con los que se había acostado.
-Mmm, qué rico... Ahí, chúpame ahí.
Pocas eran las palabras que salieron de su boca en ese momento, pero las que sí salieron, eran evidencia de lo mucho que le estaba gustando todo lo que él le estaba haciendo, con su lengua y sus dedos. Además de los encantadores gemidos que soltaba a cada rato.
Para cuando él terminó de recordar todo lo que pasó, tenía un bulto en sus pantalones, pero al darse cuenta de que Rosina podría salir en cualquier omento del baño se obligó a calmarse.
-Bueno, ya estoy.
Dijo Rosina mientras salía del baño, envuelta en una toalla.
-¿Dónde está mi ropa?
Teo le alcanzó su ropa para después meterse al baño y darse una ducha también. Para cuando salió, Rosina lo esperaba sentada en el borde de la cama.
-No traje mi cartera anoche, así que no tengo dinero para un taxi.
Explicó ella, a lo que él entendió perfectamente.
-Claro, ya te doy.
Se acercó a la mesa de luz y tomo unos cuantos billetes y se los dio a Rosina en la mano.
-Nos vemos, padrino.
Dijo Rosi dándole un pequeño y tierno beso en la mejilla, para después salir de allí sin decir nada más y bajar por el ascensor hasta el lobby del hotel y pedir un taxi para marcharse a su casa.