Capítulo 6
¡Me cansé de ti, iras a trabajar!
Rosina llegó a su casa casi cuarenta minutos después de haber abandonado el hotel, lo que fue un milagro debido al embotellamiento que había en una de las avenidas, lo que los dejó atrapados por unos minutos que parecieron eternos. Hizo que el taxista se detuviera en las grandes e imponentes rejas de entrada de la mansión, le pagó el conductor la tarifa, más una gran propina por el esfuerzo que hizo para que llegaran lo más pronto posible y se bajó mientras el conductor todavía le agradecía por su generosidad.
Con calma se acercó a los guardias que custodiaban la entrada. El guardia de seguridad más próximo a las rejas, al ver que a ella quien se acercaba, abrió rápidamente, permitiéndole la entrada a la propiedad.
—¡Buenos días, muchachos!
