Aukan. Una vez que pude ponerme el preservativo la monto, me cuesta agarrar el ritmo pero lo logro, creo que me van a doler las caderas después porque las muevo como jamás me imaginé que lo iba a hacer, pero verla gemir debajo mío con los ojos cerrados y sus lágrimas saliendo debes en cuando me hace saber con todo eso que lo hago bien, que le gusta lo que estamos haciendo. —¡Dios santo eres maravilloso!. —estoy cargándome en mis codos mirándola bien de cerca sin dejar de moverme. —¿Te gusta tenerme dentro?. —Oojjj si. —nos besamos sin parar porque es como que necesito todo de ella al mismo tiempo—. Eres enorme Aukan... Se siente re bien eso. —apoyo mi frente sobre la de ella cuando ya no doy mas—. Me vengo... Aaagggg me vengo Aukan. —Yo igual. —alzo el pecho un poco y ahí voy más rápi