CAPÍTULO 4

1951 Words
POV RAS Nuestro primer almuerzo con los Garzolo ocurre unas horas más tarde en la terraza trasera con vista al mar. Mientras esperamos que traigan la comida, las hermanas están como ooh y ahh ante la vista con Vale. La matriarca de los Garzolo, Pietra, está de pie al lado de Martina, examinando unas flores. Los hombres toman sus asientos. Dem está en la cabecera de la mesa, Napoletano está dos asientos a su izquierda y yo estoy a su derecha. A Stefano Garzolo le ofrecen la silla justo enfrente de mí. Dem es bueno interpretando al político, pero no hay amor perdido entre él y Garzolo. Su historia es complicada, por decir lo menos, pero dado que Garzolo nos ayudó en los primeros días de Dem haciendo su oferta para convertirse en el Don de los Casalesi, ahora somos aliados, y Garzolo está decidido a ordeñar eso por todo lo que vale. Ya comenzamos a suministrarle falsificaciones de lujo hechas en Italia, el tipo de cosas que cuestan bastante dinero en un mercado obsesionado con el estatus como el de Nueva York. Si me preguntas, Garzolo debería estar adorando el suelo que pisa Vale. Su hija pasó de ser del maldito enfermo con el que la casó a ser de un hombre con mucho más poder y dinero. Un hombre que la ama más que a la vida misma. Sin embargo, Garzolo no está agradecido. De hecho, lo escuché disculpándose con la lengua dura unos minutos antes en la oficina de Damiano, y ella lo aceptó con la misma rigidez. ¿Quién puede culparla? Su papá es un pedazo de mierda. ―Estoy ansioso por discutir algunas cosas sobre nuestro acuerdo actual ―dice el pedazo de mierda, recostándose en su silla―. Pero creo que la mayor parte debería esperar hasta que llegue Rafaele. Dado su papel en todo esto, no sería respetuoso hablar de negocios sin él. Resisto el impulso de resoplar. ¿Respetuoso? Jesús, Garzolo realmente le está chupando la polla al tipo. ―Tuvo un ascenso rápido después de que su papá falleciera ―dice Dem. ―Incluso antes de que el anciano muriera, Rafaele ya dirigía gran parte de la organización. La salud de su papá fue decayendo por un tiempo ―dice Garzolo. ―Y ustedes dos obviamente se están llevando bien. ―Con el matrimonio de Rafaele y Arianna, solo planeamos expandir nuestra relación comercial en el futuro. El acuerdo de falsificación entre los tres ha sido un campo de pruebas y ha superado incluso nuestras expectativas más optimistas. Ambos estamos comprometidos con esta sociedad. ―Al igual que nosotros ―dice Dem―. Siempre buscamos diversificar nuestro negocio geográficamente. Nos gusta tener socios en los que podamos confiar en Nueva York. Los labios de Garzolo se tensan en una fina sonrisa. ―Así mismo. Es bueno hacer negocios con paisanos. Hombres que entiendan el honor y la importancia de la omertà[1]. Nueva York ha cambiado desde que tomé el control del clan por primera vez, y me decepciona decir que no todos los cambios han sido buenos. ―¿Algo por lo que preocuparse? ―pregunta Dem. Stefano hace un gesto desdeñoso. ―No, simples molestias, nada más. Dem asiente. ―Entonces, ¿qué pasó con los Ricci? ¿Ha sido neutralizada esa amenaza? La expresión de Garzolo se ensombrece ante la mención del clan de Nueva York con el que se sumergió en guerra después de que su plan para robar su negocio fuera descubierto. ―Están acabados. Rafaele y yo los hemos derrotado prácticamente hasta la nada. Con nosotros quitándoles el negocio de las falsificaciones, se han quedado luchando. Lo último que escuché fue que estaban peleando por sobras en el Bronx. ―Escuché que sufriste bajas significativas ―dice Napoletano. ―También ellos. ―Sentimos tus pérdidas ―dice Damiano. Stefano hace un gesto de despedida con la mano. ―Hablemos de cosas más placenteras, ¿no? Dos bodas por celebrar y otra en camino. Napoletano y yo nos miramos. Garzolo seguro que no quiere hablar de lo que pasó con los Ricci. Me pregunto si está tratando de minimizar lo mal que lo golpearon. Según lo que sé, Garzolo se lo buscó. Toda la disputa comenzó porque los Ricci recibieron un aviso de que Garzolo planeaba robarles su negocio de falsificaciones. Garzolo lo consiguió, pero parece que su familia pagó un precio. Miro por encima del hombro hacia donde está parada Arianna. Cada vez que está cerca, siento una necesidad inexplicable de saber exactamente lo que está haciendo. Me pregunto cómo se siente acerca de su próximo matrimonio. Vale me mencionó que quiere tantear el terreno mientras Arianna está aquí, para asegurarse de que su hermana no se vea obligada a hacer algo que no le interesa. La verdad es que, incluso si Arianna se ve obligada a hacer algo, no hay mucho que ninguno de nosotros pueda hacer sin hacer estallar nuestra relación con los Garzolo. No son nuestros aliados más importantes, pero se han convertido en una parte clave del plan de Dem para expandir la influencia de los Casalesi en todo el mundo. Los meseros aparecen con bandejas de antipasti y pan, y las mujeres lo toman como su señal para unirse a nosotros en la mesa. Los hombres son superados en número. Están las tres hermanas Garzolo y su mamá, además de Mari, la hermana menor de Damiano. Ella toma asiento a la izquierda de Napoletano y le da un beso en la mejilla a su prometido. Honestamente, todavía no puedo creer que esos dos sean pareja. A pesar de la diferencia de edad, Napoletano siempre ha sido tan reservado, mientras que Mari es tan tranquila como uno puede ser. Supongo que ella derritió su hielo con su sol. Cuando Mari se da cuenta de que la estoy viendo, sonríe y me saca la lengua, y yo bufo una risita. Esa chica siempre ha sido como una hermana para mí, y definitivamente actúa como tal. Un mesero se acerca para servirnos pan y le pido dos trozos grandes. Me encanta el pan, es uno de los mayores placeres de la vida. Cuando llega a Arianna, ella ve la canasta. Se ha cambiado la ropa de viaje por un vestido azul claro que hace que sus ojos resalten aún más de lo habitual. Mierda, ella es hermosa. Se vería aún más hermosa con mi polla dentro de su boca. Su mirada se dirige a mi rostro y le guiño un ojo. Se sonroja, ve hacia otro lado y mira uno de los panecillos. ―No deberías comer eso, Arianna ―dice su mamá―. No si quieres encajar en el vestido que elegimos para tu boda. Me toma un momento procesar lo que acabo de escuchar. ¿Qué demonios? Eso es algo jodidamente grosero de decir. Cualquiera que tenga ojos puede ver que Arianna ya está bastante delgada. Su mamá se está proyectando o simplemente es una perra. Me paso la lengua por los dientes, ansioso por ver a Arianna morderla. Pero ella no lo hace. En vez de eso, observo cómo se desinfla ligeramente y vuelve a dejar caer la mano en su regazo. ―Tienes razón. La indignación me inunda. ―Pásame la ensalada de tomate ―dice Damiano, y yo lo hago en un leve trance. Algo realmente no está computando, porque si yo le hubiera dicho algo tan grosero como eso, Arianna me habría mordido la cabeza, pero con su mamá, ¿simplemente se da la vuelta y lo toma? ―Entonces, ¿cómo van los preparativos de la boda? ―le pregunta Mari a Arianna, ajena a la interacción que presencié unos segundos antes. No creo que nadie más que yo lo haya notado porque nadie más ha desarrollado el hábito de estudiar a Arianna como yo. Tal vez esa sea una señal de que debes parar. Arianna le da a Mari una sonrisa poco convincente. ―Ahí va. Tengo mucho que hacer cuando volvamos a Nueva York. ―¿Será una gran boda? ―Casi quinientas personas. Los ojos de Mari se abren como platos. ―Oh, Dios. Estoy segura de que ni siquiera conozco a tanta gente. ―Ambos tenemos familias extendidas muy grandes. Parece que Rafaele está decidido a invitar a casi todos los de su lado. ―Messero es un tradicionalista ―dice Garzolo, sintonizando la conversación―. Me gusta eso de él. Muchos italianos han abandonado las tradiciones que apreciamos antes de ir a Estados Unidos, pero ellos no. ―¿Qué tipo de tradiciones son esas? ―pregunto, ya que no me gusta a dónde va esto. En el clan Casalesi, pero aún más ampliamente en la Camorra, las mujeres siempre han tenido muchas más oportunidades que en la Cosa Nostra. Si una persona puede demostrar que puede administrar un territorio y ganar mucho dinero haciéndolo, a pocos les importa una mierda lo que tienen entre las piernas. Garzolo finalmente me considera digno de una mirada. Es increíble cómo un hombre con un ego tan grande como el suyo ha podido estar tanto tiempo en este negocio. Por lo general, es un boleto a una muerte prematura. ―A las mujeres no se les permite ir a ningún lado sin compañía. Por su seguridad, por supuesto. Arianna tendrá al menos dos guardias con ella en todo momento. Okey, eso no es tan irrazonable. Como esposa de un don, necesita estar protegida en todo momento. ―No les gusta que sus mujeres conduzcan, así que ella también tendrá un chofer. Las otras conversaciones se han calmado y ahora todos escuchan a Garzolo. ―Y la ropa de cama para la noche de bodas se exhibirá el día después de la boda. ―Se ríe―. Eso es un poco tonto si me preguntas, pero uno tiene que admirar su dedicación. Arianna se vuelve de un tono verde claro, pero el fuego dentro de ella, el que estaba tan seguro de que era inextinguible, no se ve por ninguna parte. Los ojos de Valentina brillan con ira. ―Eso es increíble. ―Es la tradición de su familia. ―Eso no significa que no sea despreciable. ¿Qué otra cosa? ¿Han exigido que un médico verifique que Arianna es virgen? ―Vale ―suplica Arianna, pero su papá no le presta atención. Él se burla, sus dientes destellan hacia su hija mayor. ―Le aseguré que no será necesario. A diferencia de Cleo, la reputación de Arianna no está en duda. La mirada de Vale se estrecha. ―¿Pero él preguntó? ―El matrimonio de tu hermana no es asunto tuyo. Puedo decir que Dem se está enojando. ―Cuidado con el tono con mi mujer ―le advierte a Garzolo. ―¿Qué pasa con los términos de Arianna ? ―exige Vale―. ¿Tiene algo que decir en esto? Garzolo ve fijamente a Vale y luego se ríe. ―¿De verdad has olvidado cómo se hacen estas cosas? A diferencia de sus hermanas, Arianna todavía recuerda su deber para con… ―¿Podemos hablar de otra cosa, por favor? ―exclama Arianna , interrumpiendo a su papá―. Hay dos bodas antes de la mía. Seguramente hay muchos otros temas para discutir. ―Estoy de acuerdo ―dice Damiano, sus ojos van de Garzolo a su furiosa esposa. Durante unos segundos, un silencio incómodo cubre la mesa, pero luego Mari le dice algo a Pietra y la tensión se alivia. El resto del almuerzo transcurre sin incidentes. Arianna apenas come. Apenas habla. Y empiezo a preguntarme si la he malinterpretado seriamente.
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