Marianella.
Debo devor que me siento agradecida de que me hayan hecho a un lado. Al menos tuve la oportunidad de descansar como corresponde, de salir a correr por el parque y de disfrutar de las avenidas y su transito nocturno en la moto.
Antes de acostarme me tomo mi tiempo para darme un buen baño y descanso como hace tiempo que no hacía.
Al sonar la alarma, estoy como nueva.
Mi preciosa hace zig zag por el medio del tránsito dejándose guiar por mi movimiento ligero de cadera hasta que llego a Security LGL Lucks media hora antes de mi entrada.
-Buenos días, Jorge- me acerco con una sonrisa- ¿Cómo está usted?
-Buen día señorita Marianella. Todos bien por suerte- sus labios y cejas se fruncen.- Usted parece que muy bien, eh.
-Y... ¿que quiere que le diga? Me vinieron bien unas horas de inactividad así que- finjo una sonrisa que no sigue- ¿Está todo bien, de verdad? Porque su cara dice otra cosa.
Oculta sus manos después de pasarlas por su frente y es un claro indicio de que está nervioso.
-Por supuesto que si.- repite.
-Sabe que puede contarme lo que sea, Jorge.- me acerco aún más para hablar casi en susurros.
Relame sus labios y los ojos parecen haber perdido su anclaje con el cerebro de la velocidad en que mira atrás de mí y a nuestro alrededor.
-Es que me da miedo perder mi trabajo, Marianella- susurra y veo el pánico latente en sus pupilas- Yo estoy viejo y con la muerte de Leonardo, no lo se.
-No entiendo- estiro la mano para tomar una de las suyas- Usted es un buen trabajador. ¿Porque perdería su trabajo?
-Se que no le caigo bien a Miguel y eso- siento su mano temblar y transpirar entre las mias- Nada me da la seguridad que no me vallan a echar, joven.
Jorge siempre me pareció una persona leal con Leonardo y su miedo frente a Miguel, está realmente justificado porque él no ocultó su desagrado.
-Vino el hijo del jefe a hacerse cargo, Jorge. Usted lo vio estos días, asi que trate de estar bien.
-Pero ¿se va a quedar acá?- su dentadura queda un poco expuesta cuando su rostro demuestra ilusión- ¿Se va a hacer cargo de todo?
-Eso parece, Jorge- palmeo su hombro con firmeza y sus ojos se llenan de lágrimas.
-Alabado sea el señor, Marianella- junta sus palmas y se inclina antes de mirar el techo- Gracias, señor. Haz escuchado mis plegarias, señor. Descanse en paz, Leonardo.
Su voz se vuelve murmullos para rezar rápidamente.
-Usted sabe lo importante que era para mi el señor Leonardo ¿cierto?- murmuro con las emociones a flor de piel y él asiente- Entonces quería pedirle un favor, acá entre nosotros.
-Haría lo que sea por usted, muchacha. Se que Leo la admiraba muchísimo.
-Usted sabe que no estaba aquí ese día- observo detrás de mi y continúo- y yo quiero saber exactamente que es lo que pasó y si siguieron todos los protocolos y demás.- me mira espectante- Necesito la copia de las cámaras.
-¿Tiene dudas?- desvío la mirada para que no pueda leerme- Marianela. ¿Usted cree que no fue una muerte sino un asesinato?
La mezcla de emociones que demuestra en un minuto, llegan a alarmarme. Primero parece asustado, luego alarmado y finalmente, me mira como si creyese que enloquecí.
La última quizá sea cierta porque acepté un trato absurdo con tal de descubrir quién mató a Leonardo y lo intentó camuflar a la perfección. Me enfada la simple idea de que puedan salir impunes de esto. Era un hombre agradable, agradecido con los que le eran leales y quien me dio los mejores consejos. Su partida repentina me enfurece.
-Marianella. Conteste.
-No lo sé, Jorge- me irrita su insistencia y la herida de su partida punza profundo- Realmente no lo se. Es que estaba tan lejos y él no me dejó venir sabiendo lo importante que era para mí.
-Ahh, niña Marianella- intenta reconfortarme con sus manos acunando las mías- Eso me parece injusto. Usted sabe que el señor Leonardo la quería muchísimo.
-Lo sé y no me lo creo que ya no está. Para mi es como si esperara que entre por ahí- señalo hacia la entrada- de un momento a otro con sus ideas locas y y... no lo sé.
-Se le dice asimilación, niña- mis ojos van a los suyos con intriga- Usted necesita ver las cámaras para asimilar lo que pasó y si eso la deja más tranquila, la ayudo con gusto ¿Está bien?
Asimilación, pienso mientras analizo sus rasgos preocupados. Mi cerebro realmente sabe que está muerto, que no va a volver, pero algo dentro de mi pecho, me envía las señales contrarias y no mentí con respecto a ello.
-Por favor- me seco la cara cuando me alcanza un papel desechable- Me ayudaría muchísimo tenerlas y ver todo con mis propios ojos.
-La voy a ayudar con eso, pero trate de estar tranquila, Marianella.
El sonido de un motor interrumpe la conversación y cuando veo el color azul, se que los buitres han llegado.
-Me tengo que ir a trabajar, Jorge. En cuanto esté, me avisa.
-Valla con Dios, niña. Le copio todo lo del día y se lo pongo en una memoria.
-Gracias, gracias, gracias- dejo un beso en su frente y me alejo con una sonrisa- Es usted un ángel.
-Que cosas dice, niña. Valla tranquila.
Me alejo hasta el ascensor mientras escucho sus pasos haciendo exactamente lo mismo después de saludar desde lejos a Jorge. Toda la piel se me eriza ante la idea de compartir un espacio reducido con él.
-Buenos días, Marianella.
-Buen día, Miguel.
El ascensor sube a su ritmo normal y yo siento que me sofoco aquí dentro. Saber que simplemente respira el mismo aire que yo, envía un corrientazo a mi espina dorsal.
El bep no demora en llegar y le extiendo la mano para que salga primero. Me niego rotundamente a darle la espalda.
-Gracias, gordita- avanza hasta el escritorio de su asistente con una sonrisa y lo sigo dos pasos atrás.- Jess, preciosa. Buenos días.
-Buenos días, Miguel, Marianella- enrojece cuando lo saluda a él y a mi me dedica un simple movimiento de cabeza.
-Buen día Jessenia.- asiento hacia ella- ¿Qué tienes para mi?
-Déjame ver- saca un par de carpetas y de allí, unas hojas que ojea rapidamente- Miguel, esto te llegó por fax y me lo tienes que devolver firmado.
-Permiteme, preciosa- lee detalladamente y se toma su tiempo para firmar.
Su actitud me exaspera. ¿No tiene nada para hacer?
-Listo. ¿Algo más?
-Por el momento no, Miguel. Ahora te llevo el listado de asignaciones pendientes, hasta tu despacho.
Quedo anonadada observando su coqueteo descarado. ¿Se levanta a su asistente? ¿No está eso demasiado trillado?
-Buenos días- la voz grave detrás de mi me asusta- Nella, Jessenia, Miguel.
-Buenos días, Gastón- la perra se ruboriza el doble que antes- ¿Eso?
-Para ti- siento un aire correr sobre mi hombro derecho- De verdad me gustó verte y quería demostrarlo.
Veo tres girasoles envueltos en papel marrón, resaltando el color amarillo haciéndolo ver más brillante.
-No jodas- prácticamente grita Miguel- ¿Para ella?
Su rostro enfurecido casi me roba una carcajada, pero no tengo permitido salirme de mi papel porque nos descubriría.
-¿Porque le daría flores a ella? No es que te incumba a quien le doy flores o no, Miguel.
-Que le des flores a Jess que es hermosa, es una cosa, pero- me señala a cuerpo completo- ¿A esta? No tiene sentido.
Jessenia parece desanimada, pero Gastón se divierte con su enojo. No es que yo no lo haga, pero debo camuflarlo y él no.
-Tu y yo sabemos porque las flores son para ella y no para Jess ¿cierto?
-No te hubieras molestado, Gastón- intervengo seria antes de que me ría sin parar- Están preciosos.
-No más que tú- refuta guiñandome un ojo sobre mi hombro izquierdo- Si me permites, te invito a almorzar.
-Dale sus malditas asignaciones así desaparece de mi vista- toma la carpeta de las manos de Jessenia y busca mi nombre a lo largo de ella con su índice clavándose en el folio transparente.
-No tiene aún, Miguel. Quedaste de programarla en la mañana.- le murmura ella.
-Maldita mierda. Ya me encargo de eso así no tengo que verla.- con su carpeta en mano, se desaparece echo una furia.
-Voy a estar en los vestidores, Jessenia- señalo hacia el despacho de Miguel- Me avisas por el interno cuando se decida.
-Esta bien- accede mirando a Gastón- Esto llegó para usted, jefe.
-Gracias, Jess- lo escucho decir mientras tomo mi propio camino.
Realmente me sorprendió con los girasoles, así que no debí fingir nada. Puede que haya parecido tonta mientras los tomaba, pero jamás me habían regalado flores y la reacción me salió completamente natural.
Supongo que el primer paso está completo y solo queda seguirle la corriente un poco y tengo que tratar de hacerme la difícil para hacerlo más real.