—Si no quieres, puedes negarte—dijo Vegas, dulcemente observando a Meg, mientras deslizaba su mano por su pantalón mientras la besaba dentro del gran Cherokee.
Megalix guardó silencio por un momento, apretando el guia en su mano. Vegas permanecía de pie fuera del vehículo viendo que no había moros en la costa, mientras ella está sentada en el asiento del conductor.
—Gael aquí no podemos hacer esto aquí, tu papá o mi mamá pueden venir.
—Nadie viene a esta parte del jardín, ¿No me deseas?
—Si...pero esto es demasiado.
Megalix siente como Vegas desliza aún más profundo sus dos dedos dentro de su núcleo calentandola más, ella sintió un repentino ataque de ansiedad mezclado con deseo. Megalix mira su rostro, que podría considerarse apuesto, sus ojos azules, semejantes a los de una pantera
