—Señor, disculpe que lo interrumpa —la voz de Migdi logró volverlo a su presente. Orestes no bajó la cabeza para verla, al parecer la mala educación hacía parte de su vida y de su forma de dirigirse a las personas con las que normalmente tiene contacto en los últimos tiempos. —Dígame —la alentó a decirle lo que lo que la llevó de nuevo a su oficina —Llamé al laboratorio que usted me indicó, y en efecto, sí van a tomar las muestras a domicilio —le notificó la chica—. Solamente es cuestión de que usted fije el día y la hora que más le convenga para la toma de las muestras y ellos la agendan y se dirigen hasta allá. Me habló de costos, sin embargo, informé que por el dinero no había inconveniente —le informó la chica de manera diligente. —Bueno, vuelve a llamar y fija para el día de mañan