Tal como se lo anunció Orestes, dos horas después Dilia la fue a buscar al jardín para llevarla a otro salón que no había visto, donde la esperaban dos personas, un hombre y una mujer. Ambos tenían a sus pies tres inmensos cofres que llamaron su atención.
—Señorita Wilson, Soy Jane Dumont y mi compañero Rauseu Mihin —habló una mujer castaña de cabellos finamente arreglados y un maquillaje casi natural tan perfecto como su figura estilizada. La miró de pies a cabeza y por breves instantes su mirada se detuvo en el bastión en el que Peyton se estaba apoyando—. Venimos por orden del señor Vasileiou. Él nos indicó que usted necesita renovar su guardarropa, que le viniéramos a asesorarla y mostrarle la variedad de los modelos que disponemos a fin de que usted se mida con calma y a satisfacción
