Sumergida en su estado de asombro, Peyton decidió quedarse tranquila y no seguir dando más argumentos en contra de su disposición a creer que lo que le dijo Orestes y confirmó el doctor de guardia no fuese verdad. Decidió mantener así mientras llegara el doctor encargado directamente de gestionar su situación de salud.
Sin dirigirle la más mínima palabra a Orestes se mantuvo así todo el resto del día hasta que al final de esa tarde el doctor apareció finalmente.
—Señora Wilson —la saludó el doctor en un tono de voz que daba a entender que el doctor de guardia ya le había dado los pormenores de lo sucedido esa mañana—. Buenas noches, señor Vasileiou — saludó a Orestes, quién estaba sentado en un pequeño sillón dispuesto en un rincón de la habitación revisando su móvil.
—Buenas noches, d
