Nueva vida.

830 Words
Después de enterarse de que Aiden estaba embarazada, Edward decidió hablar con la tía de ella para asegurarle que se haría cargo de la chica. La tía de Aiden, inicialmente reticente, finalmente aceptó la propuesta de Edward después de ver su sinceridad y amor por Aiden. Mientras tanto, días después la noticia del inminente matrimonio de Edward y Aiden llegó a oídos de todos en el pueblo. Edward caminaba leyendo un documento que necesitaba para la boda, cuando se encontró con Liam. Cuando Liam se había enterado de la noticia, había sido como un golpe en su pecho, no podía creer que Aiden fuera tan descarada. —¿Así que te vas a casar con Aiden? —mencionó Liam, forzando una sonrisa—. ¿Te vas a hacer cargo de una mujer que fue mía… y de? —Pausó y apretó los labios. Edward, manteniendo la calma, respondió con firmeza. —Aiden merece ser feliz, y voy a asegurarme de que lo sea. No voy a discutir esto contigo, Liam. Liam sintió una punzada de dolor al escuchar esas palabras. Sabía que estaba perdiendo a Aiden para siempre, pero se obligó a creer que estaba bien, que Nicol era su verdadero amor. A pesar de lo que decía, el nudo en su garganta delataba sus verdaderos sentimientos. Se encogió de hombros, intentando aparentar indiferencia. —Haz lo que quieras, Ed —respondió, evitando el tema antes de alejarse—. Luego no vengas arrepentido a llorar sobre mi hombro. Edward solo negó con la cabeza y se alejó. Tres días después, Aiden y Edward se casaron en una pequeña ceremonia en el pueblo. La gente comenzó a especular sobre la razón del apuro. —¿Viste qué rápido se casaron? —decía una mujer en el mercado—. Seguro que ella está embarazada. —Claro, por eso la boda tan rápida —respondía otra. —Pero al menos tiene a Edward para cuidarla. Mientras tanto, Nicol, al escuchar esos chismes, fue furiosa a confrontar a Liam. —¿Te cuidaste cuando estuviste con la estúpida de Aiden? —le preguntó, con su voz cargada de sospecha. Liam sintió la presión, y al escuchar la pregunta sus ojos se abrieron de par en par, su corazón se detuvo un instante. —¿Aiden está embarazada? —preguntó, intentando mantener la calma. Nicol lo miró, evaluando su reacción antes de responder con desdén. —No, eso dicen en el pueblo por la boda apresurada. Pero quién sabe, podría ser verdad, claro que habría que investigar quién es el padre —mencionó con cizaña, observando cómo Liam procesaba la información. Liam sintió una mezcla de alivio y confusión. Sabía que había una posibilidad de que Aiden estuviera embarazada, pero si lo estaba, ese hijo podría ser de él, como del hombre con el que la había visto, esa noche en el pueblo vecino. —Seguro es Ed el padre… —Más te vale que no sea tuyo —continuó Nicol, con una voz cargada de celos—. El único hijo que vas a tener es el nuestro —aseguró, colocando una mano protectora sobre su vientre. Liam tomó la mano de Nicol con ternura, aunque su mente seguía atrapada en las posibilidades y los recuerdos de Aiden. —Te amo, Nicol —susurró, aunque su voz carecía de la firmeza que solía tener—. Haré todo lo posible para que nuestra familia sea feliz. Nicol, con una sonrisa cálida, respondió: —Yo también te amo, Liam. Vamos a construir un futuro maravilloso juntos, sin la presencia de Aiden —susurró bajito lo último que mencionó. «Edward y yo nos encargaremos que ustedes jamás vuelvan a verse» Liam asintió, pero no pudo evitar sentir una punzada de duda mientras miraba a Nicol. Su mente seguía atrapada en los recuerdos de Aiden, aunque intentaba desesperadamente dejarlos atrás. **** Meses después. El sol apenas despuntaba en el horizonte cuando el grito de dolor de Aiden llenó la habitación. Mientras luchaba en el trabajo de parto, sus pensamientos volaban hacia Edward. Necesitaba su apoyo, su mano sosteniendo la suya, sus palabras reconfortantes, pero sabía que no podía estar a su lado en ese momento tan crucial. Al mismo tiempo, en otra ala del hospital, Edward yacía en su cama, con el cuerpo debilitado y la mente ansiosa. No podía estar con Aiden en el nacimiento de su hijo, y la impotencia lo consumía. Su corazón latía al ritmo de su amor y preocupación por ella. Después de horas de labor, finalmente dio a luz a un hermoso bebé. Su rostro, bañado en sudor, se iluminó al sostener al recién nacido en sus brazos. Cuando miró a su hijo no pudo evitar ver en el rostro del pequeño el de su verdadero padre, tenía sus mismos ojos azules, sus pocos cabellos eran oscuros, su piel era clara como Liam. Con lágrimas de felicidad y tristeza, Aiden susurró: —Edward, desearía que pudieras estar aquí.
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