Introducción.

1577 Words
—¿Así que finalmente te la llevaste a la cama? —preguntó uno de los amigos de Liam, riendo con una expresión maliciosa. Liam esbozó una sonrisa, pero su rostro mostraba una tensión apenas perceptible. Una parte de él se sentía incómoda al hablar de Aiden de esa manera, pero no quería parecer débil frente a sus amigos. —Sí, fue sencillo —respondió, aunque su tono carecía de la confianza habitual—. Pero... —dudó un segundo antes de continuar—. Aiden… solo fue un error, un pasatiempo, un noviazgo pasajero, la mujer que siempre me ha interesado es Nicol. A pesar de sus palabras, una sensación de remordimiento lo invadió. No quería admitir lo que realmente sentía por Aiden. Pero su orgullo herido, no le permitió retractarse. **** El corazón de Aiden ya se encontraba en un estado de incertidumbre antes de llegar al lugar donde Liam se reunía con sus amigos. Había escuchado rumores en el pueblo, susurros que decían que todo entre ellos no era más que una apuesta. Pero se había negado a creerlo. Hasta que escuchó las palabras salir de la boca de Liam. Su mundo se desmoronó en un instante. Sintió que el suelo bajo sus pies desaparecía, y la traición la atravesó como una puñalada. Sin hacer ruido, dio media vuelta y se alejó corriendo, gruesas lágrimas rodaban por su rostro. No podía creer que todo había sido una mentira, no después de todo lo que habían compartido desde que eran niños. De pronto chocó con una figura masculina era: Edward, el mejor amigo de Liam, quien siempre había estado enamorado de Aiden, y verla en ese estado lo llenó de angustia. —Aiden, ¿qué pasa? —preguntó Edward, abrazándola. —Ed… —sollozó—. Se trata de Liam... todo fue una apuesta —gimoteó Aiden—. Solo jugó conmigo. Él siempre ha amado a Nicol. Edward sintió una ola de ira recorrer su cuerpo. No podía creer que su mejor amigo hubiera sido tan cruel. —¿Él te lo dijo? —preguntó. —¿Lo sabías? —indagó Aiden arrugando el ceño. —No, claro que no —balbuceó su voz tembló por el nerviosismo—. No permitiré que te haga más daño —dijo Edward—. Vamos a mi casa. Estarás segura allí. Aiden no tenía familia en el pueblo, sus padres habían muerto en un accidente, y vivía con una tía, quién no le prestaba mucha atención, así que aceptó. Edward después de asegurarse de que Aiden estaba bien instalada en su casa, sintió la furia arder dentro de él. No podía dejar que Liam se saliera con la suya. Se dirigió al bar, decidido a enfrentarlo. Encontró a Liam aun riendo y bebiendo con sus amigos. La ira de Edward se intensificó al ver la despreocupación en el rostro de quien había sido hasta ese entonces su mejor amigo. Sin pensarlo dos veces, se acercó y le propinó un puñetazo en la cara. —¡Eres un miserable, Liam! —gritó Edward—. ¿Cómo pudiste hacerle eso a Aiden? Liam, sorprendido por el golpe, se levantó y se limpió la sangre del labio, sonriendo con desdén. —Edward... no fue nada serio, solo una tontería entre amigos —respondió Liam, intentando restarle importancia. Pero Edward no estaba dispuesto a aceptar excusas. —Ella confió en ti, Liam. Te amaba —gritó Edward, su voz temblaba con una mezcla de tristeza y decepción—. Y tú te burlaste de eso. No sé cómo puedes vivir contigo mismo después de algo así. «¿Me amaba? ¡No es verdad! ¡Sí supieras lo que descubrí no la estarías defendiendo!» Liam sintió el peso de la mirada de Edward, y por un breve momento, su arrogancia se desmoronó. Bajó la vista, incapaz de enfrentar la realidad de lo que había hecho. —Aiden, no significaba nada para mí, Edward... —comenzó Liam, pero las palabras sonaban huecas incluso para él. Edward sacudió la cabeza, la desilusión se hizo evidente en su rostro. —Tú lo eras todo para ella —respondió Edward, dándose la vuelta con tristeza—. Ya no puedo considerarte mi amigo, Liam. No después de esto. Con un último golpe, dejó a Liam tirado en el suelo, respirando con dificultad. —Si vuelves a acercarte a Aiden, te arrepentirás —advirtió Edward, su voz estaba cargada de amenaza. Con eso, se dio la vuelta y se fue, dejando a Liam y a sus amigos en un silencio tenso. Sabía que Aiden merecía algo mucho mejor, y estaba decidido a ser el hombre que la protegería de cualquier daño. «No sabes a la clase de mujerzuela que estás defendiendo» pensó Liam, apretó los puños, mientras respiraba agitado, su pecho ardía producto del dolor de la traición. «Voy a demostrarte Aiden Harper que no eres importante en mi vida, ya lo verás» **** Dos semanas después, el pueblo estaba alborotado con la noticia del compromiso de Liam con Nicol. La gente murmuraba y se burlaba de Aiden al ver que su exnovio se casaría con otra. —¿Supiste que Liam y Nicol se van a casar? —se escuchaba decir en las calles. —Pobre Aiden, pensaba que él la amaba. —Ella se lo creyó todo. Qué ingenua. Aiden soportó los comentarios hirientes y las miradas de burla con la cabeza en alto, pero cada palabra la hería profundamente. Un día, mientras paseaba por el mercado del pueblo, vio a Liam y Nicol caminando de la mano, comprando cosas para su boda. Sintió un nudo en el estómago y quiso irse antes de que la vieran, pero Nicol la interceptó. —¡Aiden! —exclamó Nicol, con una sonrisa radiante—. Qué bueno verte. Liam y yo estamos comprando cosas para nuestra boda. Me encantaría que fueras una de mis damas de honor. Aiden sintió como si le hubieran dado una bofetada. El desprecio y la ironía en las palabras de Nicol eran evidentes. Tragó saliva, tratando de mantener la compostura. —Gracias por la invitación, Nicol —expresó Aiden con una voz que apenas podía mantener firme—. Pero creo que no podré asistir. Antes de que Nicol pudiera responder, Aiden se dio la vuelta y se alejó rápidamente, sintiendo las miradas de burla y compasión a su alrededor. —Nicol, debo darle un recado a Aiden para Edward —mintió Liam, con una sonrisa que intentaba ser casual—. Te alcanzaré en un momento. Nicol asintió, sin sospechar nada, y Liam fue tras Aiden. Cuando la alcanzó, la sujetó por el brazo y la giró con suavidad hacia él. —Aiden, por favor, espera —solicitó Liam, su voz estaba cargada de una mezcla de urgencia y vacilación—. Necesito preguntarte algo. Aiden se soltó de su agarre, lo observó con sus ojos llenos de rabia y dolor. —¿Qué es lo que quieres, Liam? —preguntó, con su voz quebrada y llena de desconfianza. Liam tragó saliva, las palabras que quería decir luchaban por salir, pero el miedo a la verdad lo frenaba. Tenía la oportunidad de preguntarle sobre aquel hombre, de enfrentar la duda que lo había consumido durante tanto tiempo. Pero el orgullo y el miedo a descubrir que había sido engañado le impidieron hacerlo. —Solo quería... —comenzó, pero el dolor y la confusión le impidieron continuar—. No importa... solo ten cuidado, Aiden. Aiden lo miró, tratando de entender el verdadero motivo detrás de su vacilación, pero el dolor y la desconfianza la invadían. —No necesito tu preocupación, Liam. Me las arreglaré sin ti. Con eso, se alejó de inmediato, con el corazón latiendo a mil por hora. Sabía que necesitaba alejarse de ese lugar, empezar de nuevo lejos de todo ese dolor. **** Un día, Aiden sintiéndose cada vez mal, decidió comprar una prueba de embarazo. Los minutos que tardó en aparecer el resultado fueron eternos. Cuando vio las dos líneas que indicaban positivo, sintió una mezcla de pánico y desesperación. No sabía qué hacer. Su tía no la aceptaría con un bebé fuera del matrimonio. Justo en ese momento, Edward llegó a visitarla. Al verla con los ojos rojos e hinchados, su preocupación creció. —Aiden, ¿qué te pasa? —preguntó, acercándose a ella. Aiden intentó no decirle nada, pero finalmente, entre sollozos, confesó: —Estoy embarazada, Edward. No sé qué voy a hacer. Mi tía nunca lo aceptará, y Liam… se va a casar con Nicol. Edward la miró con determinación y ternura. Sin dudarlo, le tomó las manos y dijo: —Cásate conmigo, Aiden. Me haré cargo de ti y del bebé. Me han ofrecido un trabajo en la ciudad y quiero que vengas conmigo. Podemos empezar una nueva vida juntos. Aiden lo miró con sorpresa y gratitud. Las lágrimas seguían cayendo por su rostro, pero esta vez eran de alivio y esperanza. Sabía que Edward siempre había sido su verdadero amigo y protector, y ahora, él le ofrecía un futuro seguro y lleno de amor. —¿Estás seguro? —preguntó balbuceando. —Completamente Aiden. —Acarició su mejilla—. Yo siempre te he amado, ¿te casas conmigo? —volvió a preguntar. Aiden decidida a dejar atrás su pasado se preparó para comenzar una nueva vida junto a él y su hijo por venir. —Acepto —contestó.
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