Tocando fondo

1912 Words
[Capítulo 7: Tocando fondo] Punto de vista Rosie. Moscú, Rusia. Tuve que esperar toda la noche hasta que el hombre regresó. —Gracias —dije al recibir la bandeja de comida. Me miró extrañado, nunca le había dirigido la palabra cuando venía a esta habitación —. ¿Te puedo pedir un favor? Le pregunto, rueda los ojos. —Sabía que algo pedirías, porque nunca hablas—su voz es rasposa y un poco nasal. —¿Qué quieres? —¿Puedes decirle a Nikolai qué necesito hablar con él, por favor? —su mano se cierra alrededor de mi brazo y me hala hacia él. Su rostro queda muy cerca al mío causándome asco. —Mucho cuidado con quién tratas, él es el Boss y tienes que tratarlo como lo que es. No llamarlo por su nombre. Te diriges a el como Pakhan o Boss. El aliento de su boca es horrible y contengo la respiración mientras me muevo frenéticamente esperando que suelte mi brazo. —Ya, perdón. —Digo con fingida falsedad de estar totalmente afectada por haber osado de aquella falta de respeto —. Es solo que como él me hizo creer que podría llamarlo por su nombre y por eso lo hice, pero ya no más. Le hago creer que Nikolai me dió permiso de llamarlo por su nombre, él me mira confundido, como si no entendiera si le digo la verdad o miento. —Cuando lo veas dile por favor que realmente tengo que hablar con él. —Esta fuera del país, volverá dentro de varios días —su respuesta acaba conmigo. El ánimo que tenía cae a mis pies. ¿Cómo que fuera del país? ¿Desde cuándo? Finjo que no me ha afectado que él no esté en Moscú, a ver, eso significa que mi plan de retrasará unos días y yo necesito salir ya. Mis hombros caen derrotados. —Ummm, no lo sabía. No se despidió de mi —digo mientras juego con un mechón de mi cabello. Nunca he sido buena para llamar la atención de un hombre siendo coqueta, pero de alguna forma todas las mujeres tenemos ese encanto y nos sale al natural. Lo sé porque este hombre parece embobado con mi presencia —el baño sí ayudó— y que esté siendo un poco más abierta que nunca hace que su atención este en mi. —Bueno, por favor le avisas cuando llegue, es importante. Y gracias por el desayuno. Me evito el decir que eso no tiene pinta de desayuno, pero bueno... Él asiente antes de comenzar a dirigirse a la puerta. —Espera, ¿me recuerdas tu nombre? —le pido fingiendo mucho interés en saberlo. Sus ojos me recorren de arriba abajo y sé que al menos le parezco atractiva. —Aleksei —responde, sonrío. —Gracias, Aleksei. Eres muy amable. Él nuevamente me mira confundido, pero sale de la habitación sacudiendo la cabeza y cierra nuevamente con llave la puerta. Me dejo caer sobre la cama sintiendo que he perdido la primera batalla de esta guerra contra los rusos. Pero aún faltan muchas por librar. **** Dos días después de aquella conversación con quién ahora sé que su nombre es Aleksei; Nikolai sigue sin regresar y el encierro cada vez me sienta más mal. Las paredes de esta habitación parecen cerrarse cada vez más sobre mi, acortando el espacio que tengo y aplastando la esperanza que tenía de salir pronto de este lugar. Siento que medio respiro un poco y las paredes se acortan. Miro a mi alrededor, una vez más, buscando cualquier pequeño lugar por el que pueda escapar, pero no lo encuentro. Nikolai se fue, sin decirme a dónde, sin indicar cuánto tiempo estaría ausente. Claro, no es como que deba hacerlo, pero que estuviera informada de aquello habría sido mejor que vivir con la incertidumbre de no saber cuánto tardará en regresar. No sé en qué rincón del mundo se encuentra, ni si tardará días, semanas o meses. Espero que solo sean dias. Con cuidado, saco mi iPad y lo enciendo. Ni siquiera hay redes WiFi disponibles, ¿esta gente no usa internet o qué? Mi iPad es un pedazo de metal inservible en este momento sin poder serme de ayuda. Decido que, a falta de internet, lo segundo más entretenido es revisar las fotos y videos en mi iPad, pequeños recuerdos de una vida que parece haber quedado en un pasado lejano. Muy lejano. Sonrisas que ahora parecen extintas, paisajes que antes eran mi realidad. Me sumerjo en esos recuerdos, tratando de ignorar el eco sordo de las paredes que encierran mi presente. No lloro, he dejado de llorar desde hace muchos días, pero mis ojos pican sin derramar lágrimas pues nunca noté lo afortunada que era cuando tenia libertad y no me hacía falta nada. Ahora los recuerdos son algo que me impulsan a conseguir volver a ser la misma Rosie de aquella época. La que no conocía al Boss de la mafia rusa ni vivía en la casa de este. Sin nada que hacer, me resisto a la desesperación. Aprovecho el tiempo para organizar mis pensamientos, trazando planes que podrían, quizás, llevarme hacia la libertad. Es lo que realmente espero. Cada minuto de espera se convierte en una batalla contra la impotencia y ante mi salud mental. Quiero hablar con Nikolai. Quiero una tregua, una oportunidad para respirar fuera de estas paredes que parecen conspirar en mi contra cada vez más y mas.. El silencio de la habitación es casi ensordecedor mientras mi mente maquina estrategias para poder escapar. La puerta permanece cerrada, se abre solo dos veces al día y no es mucho lo que veo más allá, tan solo muros y un pasillo largo que puede ir a cualquier lugar. Abro mi mochila y reviso que más hay además de mis dispositivos eléctricos que son inútiles en este lugar. Un cuaderno y un lapicero. Comienzo a escribir, trazando mis pensamientos, aunque todo siempre me lleva a una pregunta sin respuesta: ¿cómo puedo salir de este laberinto sin conocer más que estás cuatro paredes? Aunque el mundo exterior, justo ahora para mí, parece inalcanzable, estoy decidida a encontrar una grieta en esta fortaleza y aprovecharla para mi libertad. Nikolai puede tener el control ahora, pero cada línea trazada en mi cuaderno es un pequeño paso hacia mi propia liberación. Escribo y escribo durante horas. No soy tan estúpida para dejar plasmado con mi puño y letra mi plan de escape, cualquiera podría leer esto. Lo que si hago es una especie de diario personal, donde describo con mucho detalle todo lo que he vivido en este lugar y voy dejando palabras al azar que se pueden conectar entre si para saber qué debo hacer. Mientras escribo, siento que voy liberando una carga pesada que no sabía que tenía atrapada en el pecho. He descargado toda la frustración que he sentido los últimos días en las pobres hojas que solían ser blancas y ahora están llenas de tinta negra. Algunos trazos de las palabras son fuertes mostrando la ira que corre por mis venas. Quiero salir. No dejo de repetir una y otra vez la misma palabra. Quiero salir. **** He dejado de contar los días desde que llegué al número seis. Ya no sé en qué día voy y cada vez me siento peor. He intentado mantenerme cuerda, pero es casi imposible ser cuerda viviendo en una situación como está. Mi cabeza golpea contra el cabecero de la cama una y otra y otra vez. He comenzado a tener pesadillas. El recuerdo constante de como mi papá fue arrestado, de como fui subida a la fuerza a una camioneta y entregada a la mafia rusa. De los días que estuve a la intemperie en aquel calabozo. Del frío fuerte que sentí. De la vez que Nikolai sostenía un arma contra mi cabeza. Siento que en este lugar he vivido más situaciones riesgosas que lo que he vivido en mis 22 años. Acá nadie se anda de rodeos. Hace varias noches escuché como llegaba un camión. Podía escuchar gritos de mujeres pidiendo piedad y que fueran liberadas. Podía escuchar las súplicas, el como rogaban por sus vidas y tuve que cubrir mis oídos mientras temblaba. Esas mujeres estaban pasando por la misma situación que yo. Están retenidas en contra de su voluntad en este lugar y lo único que quieren es libertad al igual que yo. No sé qué habrá pasado con ellas y me he obligado a no pensarlo tanto. No quiero que eso me afecte más de lo que ya estoy. Continuó escribiendo en el diario la manera en la que me siento. Cada vez más agotada. Hace mucho no recibo la luz del sol directo contra mi piel. Esta mañana cuando he entrado al baño y me he mirado en el espejo. La silueta que estaba en el reflejo era muy diferente a mi. Los círculos oscuros alrededor de mis ojos ahora están mucho más oscuros. Mis mejillas han perdido volumen y ahora tengo un rostro más delgado. Puedo ver los huesos de mi clavícula muy sobresalidos. Mi piel ahora está de un color muy muy claro. Casi transparente. Las venas de mi cuerpo son muy notorias ahora que tengo poco color en mi piel. Los dedos de mis manos están muy delgados y se notan más alargados. Mi cabello ha perdido su brillo y por más tratamiento que le ponga, simplemente no funciona. Mis labios permanecen agrietados. Y mientras me miro al espejo, pienso en si volveré algún día a ser yo misma o la mujer del espejo es lo que seré de ahora en adelante. Realmente espero que no sea esto último. Me apena verme de esa forma. No quiero ver aquel reflejo. Siento que no estoy siendo tan segura de mi misma. Las fuerzas cada vez se me agotan más y eso me lleva al pensamiento de que si estoy así de débil, ¿Cómo pretendo salir de acá? He estado alimentándome, comiendo todo lo que trae Aleksei las dos veces al día que viene con comida. A medida que pasan los días las raciones aumentan, pero siento que realmente no me está alimentando bien. Lo que se me da diariamente no compensa los nutrientes que necesito ni las vitaminas que todo cuerpo requiere. La debilidad es muy notaría cuando durante dos días seguidos no soy capaz de levantarme de la cama y Aleksei debe ser quien me organiza en posición para comer dejando la bandeja sobre mis piernas y espera a que yo de bocados, me demoro una eternidad ingiriendo las preparaciones y termino muy agotada, como si el hecho de comer fuera un deporte de alto rendimiento. He notado que comienza a mirarme preocupado, como si realmente temiera con que algo malo me pasara. Lo irónico es que yo no he estado haciendo nada para terminar en esta situación. He estado comiendo todo. No dejo absolutamente nada en el plato, Aleksei es testigo de ello, por eso cuando pregunta que qué es lo que me sucede no soy capaz de responder porque ni siquiera yo sé que es lo que sucede. Cuando él sale de la habitación con la última bandeja del día, me hago bolita en la cama y suspiro. Siento que estoy muy delgada y con cero energía. ¿De dónde sacaré fuerzas para huir si ni siquiera tengo fuerzas para levantarme de una simple cama? Estoy agotada...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD