Cuando Camila abrió los ojos se descubrió cubierta por las sábanas de hilo de algodón egipcio del lecho de su vecino. Observó somnolienta la habitación en penumbras, que apenas recibía una leve iluminación de la puerta entreabierta, proveniente de la sala.
Juan Pablo dormía a su lado boca abajo, con su brazo derecho sobre su cintura. De repente cambió de posición, pero permaneció sumido en un sueño que parecía profundo e imperturbable. Por momentos observó su rostro apacible y los mechones lacios de su cabello, que caían sobre sus ojos, aunque ahora de forma desordenada.
Se dio cuenta de que podría mirarlo por horas, que era muy afortunada de pasar la noche con un hombre como él. Pero sintió la necesidad de levantarse, y recapitular sobre lo sucedido. Comprendía que su modus operanti en
