Recostado sobre su estómago, Taylor frunció sus cejas en lo que mantenía sus ojos entrecerrados y alzó su cabeza intentando detectar qué era lo que le había sacado del agradable mundo de los sueños donde un pelirrojo alfa profesaba su amor por él.
Al no percibir nada extraño, volvió a dejar caer su rostro contra la almohada y soltó un suspiro feliz en lo que sus ojos se cerraban, dispuesto a volver al agradable sueño que había estado disfrutando.
Pero de nuevo, aquel sonido que le había molestado y despertado apareció nuevamente, siendo mucho más molesto que antes e insistente.
Quejándose bajito, el omega abrazó la almohada bajo su rostro con fuerza, pensando seriamente en simplemente ignorar a quien sea que estuviera llamando su puerta en ese momento.
No sabía qué hora del día era, pe
