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La Babysitter del CEO

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Blurb

Harris Geller es un hombre que lo ha tenido todo, dinero, prestigio, éxito en los negocios y una esposa envidiable, Kim. Llevan tres años casados; luego de varios intentos, finalmente ella queda embarazada. Todo es alegría en la mansión Geller. ¿Qué podría salir mal?

Durante el parto, una dificultad provoca la muerte de Kim; Harris queda devastado, solo y con una pequeña en brazos, Alice. Después de la muerte de Kim, él se convierte en un hombre incapaz de amar, incluso a su propia hija a quien culpa de la muerte de su amada.

La madre de Harris, Agatha, queda a cargo de la niña durante los primeros cuatro años, pero ella enferma de Alzheimer y Harris debe buscar a alguien que se haga cargo de su hija. Esa tarde, por medio de asistente, Harris logra conseguir una Babysitter, Emily Robles.

Emily es una hermosa chica, cuya vida no ha sido fácil, mucho menos después de la separación de sus padres y de que su madre Selena, volviese a casarse. Luego de vivir el maltrato de su padrastro, la falta de afecto de su madre y el dolor de encontrar a su novio con su mejor amiga, ella decide viajar a New York y comenzar desde cero.

Este será un gran reto para Emily quien no solo deberá cuidar a la pequeña Alice, sino también romper la coraza que Harris construyó para huir del amor.

¿Lo logrará, finalmente?

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La desgracia toca a la puerta
"La desgracia imprevista, nos hiere más fuertemente" Séneca —¡Haaaarris! —grita desesperadamente Kim; él está en el baño preparándose para ir al trabajo, deja la afeitadora a un lado y corre a su encuentro. —¿Qué pasó mi amor? —pregunta angustiado, ella le muestra el líquido sobre la sábana indicándole que acaba de romper fuente.— Carajos, ¿qué hago? —¡Ahhhhh! —grita ella de dolor. Harris la toma de la cintura, ella se sujeta de su cuello y logra levantarse de la cama. Bajan las escaleras de la elegante mansión, van hasta el auto, él la ayuda a sentarse en el asiento delantero: —Respira, mi amor, respira. —le repite angustiado y notablemente nervioso. Tantea en su bolsillo del pantalón— Dejé mi billetera, ya vuelvo mi amor, sí —la deja en el auto y regresa a la casa. Ella respira por la boca para minimizar el dolor de las primeras contracciones. —Trae la pañalera, Harris. —le grita, él voltea y asiente. Sube corriendo las escaleras, entra a la habitación, toma su billetera y el bolso que Kim tiene preparado para el momento de su parto. Regresa, sube al auto, enciende el motor y conduce hasta la clínica, mientras ella se queja del dolor que le provocan aquellas contracciones. —No aguanto, Harris, no aguanto. ¡Ahhhh! —emite un grito intenso de dolor. —Ya vamos a llegar, mi amor. Ya estamos cerca. —responde él tan agitado como lo está ella. Estaciona el auto, la ayuda a bajar, inmediatamente la recibe su médico de cabecera y la ingresa a la sala de parto, en medio de la difícil situación, Kim comienza a sentirse mal, su tensión arterial se dispara, por lo que deberán practicarle una cesárea sin el uso de anestesia. —Preparen el quirófano, es urgente, la paciente y su bebé están en riesgo. —ordena el médico. El Dr. Razetti trata de hacer lo posible por ayudar a su paciente, sin embargo, todo parece complicarse. Kim comienza a desesperarse con aquella situación, siente el bisturí cortando su piel, pero también siente que no puede desistir, la vida de su bebé depende de ella. Aquel momento es de tensión y angustia para cada uno de los médicos, para Kim y para la pequeña que está por nacer, finalmente el médico toma a la niña, no necesita darle la nalgada porque al levantarla ella emite un llanto ahogado. Kim voltea a verla, sonríe, la enfermera toma a la niña entre sus brazos, le pregunta a la madre: —¿Cómo se llamará? —Alice, como la protagonista del país de... —ella comienza a sentir un fuerte dolor en el pecho. —Kim, Kim —grita el médico.— llévate a la niña, le ordena a la enfermera —Doctor se nos va la paciente. —dice él médico residente al ver que el monitor repentinamente deja de registrar las pulsaciones cardíacas de Kim. Nervioso por aquella inesperada situación, el doctor le coloca electro shock para reanimarla. —Vamos Kim —repite nuevamente a la paciente que tarda en ser reanimado. Afuera de la habitación, en el pasillo, Harris camina de un lado a otro, se lleva las manos a la cabeza y apreta los puños con impotencia y angustia. Algo debía estar pasando allí dentro. Él vio salir a la enfermera, con su hija en brazos, caminar apresuradamente con una actitud desesperante. —Enfermera —la llama, pero la mujer no se detiene y continúa hacia el área de recién nacidos. Harris siente un sobresalto en su pecho, mientras Kim, acaba de sufrir un infarto en medio de la sala de operación. Minutos después, el Dr. Razetti sale del quirófano, no hay que ser un experto en lenguaje corporal para detectar la tristeza y decepción en el hombre. Harris se acerca desesperado. —¿Doctor, cómo está mi esposa, dígame por favor? —La Sra. Geller acaba de sufrir un infarto fulminante. Como toda reacción de negación, él le pregunta: —¿Pero, está bien, verdad? —el hombre mueve la cabeza de lado a lado. —Lo siento, Kim murió. Harris cae arrodillado frente al médico, mientras un grito desgarrador se vuelve eco en aquel lugar: —¡Aaaaaarrrggh! —el dolor es tan profundo que siente como si le hubiesen arrancado el corazón de un solo jalón. Los días siguientes son sombríos y sin sentido para él. Nada logra consolarlo, ni siquiera la presencia de su pequeña Alice, quien es exactamente igual a él. Harris se sume en una profunda depresión que lo lleva a abandonarse a sí mismo y a sentir un odio inmenso por todo lo que lo rodea. Las noches y los días son iguales para él. Ághata trata de brindarle apoyo a su hijo, encargándose de la pequeña Alice y dándole ánimos para que salga de aquel estado de frustración y caos, mas es una tarea dura. Harris parece estar desolado y sin ánimos de seguir adelante con su vida. Dos semanas después... El sol se refleja en el rostro de Harris, luego que Aghata, corre la cortina de la ventana principal de su habitación. —Despierta mi amor. Tienes que levantarte, tienes seguir con tu vida. —acaricia el brazo de su hijo. Harris se incorpora lentamente, se cubre los ojos encandilado por los destellos de sol.— Vamos hijo, tienes que ser fuerte. —Ella era mi vida mamá, ahora que Kim no está, no hay nada que me haga sentir vivo. —Vamos hijo, no digas eso. Tienes a la hermosa Alice, tu hija te necesita. —No quiero saber de ella mamá, no insistas, por su culpa Kim murió. —Dios bendito, no digas eso —se persigna la mujer, al escuchar aquellas palabras de su hijo— Alice es el recuerdo de tu amor y del de Kim. —Basta mamá, ya no insistas. No quiero estar junto a ella. Hazte cargo si tanto te importa. —se levanta de la cama abruptamente y camina hasta el baño. Aghata sale de la habitación, no puede entender como su hijo puede hablar de esa manera de su pequeña hija. Va hacia la habitación donde está la pequeña Alice. Se acerca hasta la cuna, la niña al ver el rostro de su abuela sonríe. —Mi pequeña Alice, eres un ángel hermoso —le toma la manito y la niña aprieta su dedo meñique. El tiempo continúa indetenible, ya han pasado cinco años desde aquel trágico momento que transformó la vida de Harris Geller en un mundo frío, inhóspito e insensible. —Ya han pasado cinco años desde que te fuiste y no hay un día en que no te recuerde, te amé hasta el cansancio, Kim. ¿Como pude perderte? —se dice a sí mismo, mientras observa el paisaje citadino desde la ventana de su oficina. Es la fecha de la muerte de Kim, pero es el cumpleaños de Alice. Sin embargo, Harris no parece haber superado la ausencia de su amada. Tocan a la puerta de la oficina, con voz gruesa y parca contesta “adelante”. Angie, su asistente abre la puerta sigilosamente, sabe que es uno de esos días que su jefe se vuelve intolerable y no deja que nadie se le acerque: —Señor, disculpe. El médico acaba de informar que su madre, está bastante mal. —él voltea a mirarla con repulsión. —No puedo creerlo, solo eso me faltaba —regresa a su silla, toma su celular, realiza un par de llamadas y —Busque a alguien que pueda quedarse ahora mismo con Alice, por favor. —le ordena en tono hostil. —Sí señor —responde y sale nerviosa de la oficina. Aquella situación agudiza la rabia y el enojo de Harris; la pequeña Alice, era para él un recuerdo constante de la tragedia de aquel día. Aghata era la única en ocuparse de la niña. Todo iba bien hasta que tres años atrás, fue diagnosticada con Alzheimer. Su estado había empeorado con el tiempo. Harris había contratado a varias niñeras para encargarse de su hija, pero ninguna de ellas, duraba más de un mes; además de ser un poco rebelde, la niña solo estaba acostumbrada a su abuela, aquello lo complicaba aún más. Lo cierto era que Alice se había convertido en un dolor de cabeza para Harris. Angie comienza a llamar a varias agencias para solicitar una Babysitter que pueda encargarse de la niña. En todas las agencias recibe la misma respuesta “sin disponibilidad”. Angustiada por aquella situación y luego de recibir varias negativas, se recuesta del espaldar de su silla, exhala un suspiro. Seguramente ese sería su último dia en la empresa, piensa. De pronto, como una iluminación viene a su mente un nombre. —¡Emily! Ella es mi única opción. Emily es la nueva vecina de Angie, recién llegó al edificio donde ella vive. Días atrás, se encontraron en las escaleras y la nueva inquilina le comentó que necesitaba conseguir con urgencia un empleo. En ese momento, Angie no podía ayudarla, sin embargo ahora podía no solo ayudar a la chica sino ayudarse ella misma. A pesar de que aún estaba en riesgo su cargo en la empresa, ya que su jefe suele ser muy estricto con el tema de las recomendaciones y curriculum de sus empleados, Angie decide jugársela. —Hola, Emily. ¿Cómo estás? Soy yo, Angie. Me dijiste que andas en busca de empleo, ¿no es cierto? —Sí, sí por supuesto. —¿Aceptarías cualquier empleo? —cruza los dedos esperando una respuesta afirmativa. —Siempre y cuando sea honesto, sí. —Pues te tengo una propuesta. Mi jefe necesita una Babysitter para su pequeña de cinco años. Es una niña adorable y dócil —dice, mientras piensa que un poco de publicidad no está demás— Pero necesita que vayas de inmediato a su mansión. —Claro por supuesto, envíame la dirección y ya mismo salgo para allá. —Emily responde emocionada. —Gracias, Emily. No te imaginas de la que me acabas de salvar. —suspira profundamente— Te debo una. —Como crees, tú eres quien acaba de salvarme la vida con esa noticia. Emily da saltos de emoción, aquella era su oportunidad, una oportunidad que le cambiaría la vida para siempre.

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