Me llegó ese algo más. Capítulo XX Tras mi vuelta al tribunal, en la primera tarde dirigí apresuradamente dos procesos de trámite y leí las sentencias: amputación de la mano a un ladrón de bolsas detenido in situ, multa y latigazos a una proxeneta no autorizada, por evasión fiscal y concurrencia ilícita. La segunda había podido permitirse un abogado, que había dado un discurso sobre la bondad del oficio de su defendida, la defensa de la virtud de las vírgenes, pero inútilmente al tratarse de una rufiana clandestina. Como bien saben los jurisperitos, la dirección de los procesos y el pronunciamiento público de las sentencias están entre los deberes del Juez General, que en estos casos asume el nombre de Notario Apostólico y en condición de tal lee el veredicto y, si hay condena, establece