En esos mismos días, durante el tiempo libre de mis deberes en mi despacho, me dediqué a menudo a la lectura hasta muy tarde, llegando a dormir en la biblioteca de Micheli, que tenía un cómodo diván. Tenía la casa abierta y la mesa preparada a mi disposición. Sufrí momentos de inquietud: el impulso espiritual que había recibido de monseñor, el remordimiento por haberme equivocado y casi con seguridad no una sola vez y finalmente mi curiosidad por saber me habían decidido tanto a investigar sobre Rinaldi como a buscar en la biblioteca; pero, aun suponiendo que Bartolomeo Spina fuera una persona íntegra, esta búsqueda iba en contra de las ideas sobre brujería del Gran Inquisidor, cuya ayuda ya había necesitado y ahora podía volver a necesitar, sobre toda tras la ya inminente partida de mons