El tiempo que viví bajo los insultos y golpes de mis padres, me hicieron volverme alguien de carácter fuerte, no me importaba nadie, prefería la soledad a estar rodeada de idiotas que eran felices si había alguien que los idolatrara, no sabia nada sobre la moda me daba igual, sin embargo, fui parte de un equipo. El equipo de voleibol del liceo en el que estudiaba, eso me llevo a las competencias regionales y a su vez a las estatales donde obtuvimos el segundo lugar, pero creo que me parece justo que conozca como sucedió todo eso.
Mis días pasan de la misma forma cada maldita cosa que hago a diario es invariable, clases, casa, deberes, ayudar en la casa, de vez en cuando conversar un poco con la hija de la vecina algo que no hago muy a menudo ella habla en un idioma que no logro entender. En fin hoy toca clases de deporte, así que llevo puesto mi mono de ejercicios y una franela blanca, el profesor Ángel trae un balón distinto al de la clase anterior, este es como acolchado y de colores azul y amarillo, toca el silbato indicando que nos acerquemos. Lo hago al igual que todos pero me detengo un poco alejada, odio que otras personas me estén rozando y me transfieran sus sudores, me asquea. La profesora Marilin me ha dicho que es un tipo de fobia eso, no recuerdo como se llama en este momento, pero fobia o no, no voy a dejar que me toquen.
—Voy a pasar lista, y luego les diré lo que haremos hoy —anuncia.
Empieza a nombrar a cada uno por el orden de la lista de asistencia, contesto y alzo la mano cuando menciona mi nombre para que vea donde estoy, el profe es una persona muy guachafitera, es alegre y siempre hace bromas me agradan sus clases y de vez en cuando converso un poco con el sobre cosas relacionada a mis estudios. Supongo que es de sorprenderse que alguien tan solitaria como yo tenga tan altas calificaciones.
—Hoy, vamos a practicar voleibol y ver quienes pueden ser integrantes del equipo del liceo —anuncia llamando mi atención, por lo general corremos, hacemos circuitos o jugamos kickball.
He leído algo sobre el voleibol en un libro de deportes que tengo, y me llama la atención jugarlo escucho atenta la explicación que da sobre el juego y como se juega, pregunta quien sabe jugar y no se porque todos se giran a verme, cuando me doy cuenta de lo que sucede es porque me veo con la mano alzada pidiendo la palabra.
— ¿Tu sabes jugar Evelyn? —pregunta.
—Creo que si, he leído sobre el juego y no lo veo muy difícil —respondo.
—Ok, veamos si puedes bolear —dice. Bien solo tengo que empujar el balón de regreso con mis manos.
Lo lanza hacia arriba y luego con la ñema de sus dedos lo impulsa en mi direccion, repito su movimiento de voleo y lo regreso con fuerza, el balón se eleva y pasa sobre su cabeza haciendo que el de pasos hacia atrás para poder recibir el balón.
—Excelente voleo, me parece que te iría muy bien si entras al equipo —por estupida que parezca ese simple comentario me hizo sentir útil por primera vez en mi vida.
—Gracias profesor —dije con una genuina sonrisa en los labios.
De este modo nació un escape a la miseria en la que vivo, el profesor tuvo que ir hasta mi casa para hablar con mi mama y que me dieran permiso para poder practicar por la tarde, en estos temas era mejor tratar con ella ya que era mas educada que mi papa, el simplemente lo habría mandado a la mierda sin siquiera dejarlo hablar. Desde entonces al salir de clase prácticamente corro para llegar a mí casa, tomar el almuerzo, hacer la tarea a la velocidad de la luz y volver al liceo para practicar toda la tarde.
Poco a poco me fui haciendo buena en el juego, a pesar de que las compañeras del equipo me menos precian, no me importa, ellas me dan igual, después de todo el profesor alaba mi esfuerzo y progreso, aun mas cuando vamos a algún encuentro amistoso o por el puesto en las competiciones intercolegiales. Muchas veces reflexiono sobre el odio que todo el mundo siente hacia mí y sigo sin encontrar una respuesta lógica, no quiero perder mi vida tratando de averiguar el porque de mi suerte.
Hoy toca un juego, tengo que caminar porque no hay transporte para ir, ninguna de mis compañeras me dará el aventón por lo cual salgo antes de casa paras llegar con tiempo de descansar antes del juego, según me explico el profesor tengo que caminar siempre en línea recta hasta llegar a la esquina de la universidad experimental, en esa calle cruzar y caminar hasta casi llegar al final de la calle donde veré la cancha en la que vamos a jugar, si no fuese por el sol tan fuerte que tenemos en mi ciudad diría que es un paseo agradable. Hoy traje una botellita con agua que mi mama me dejo enfriar en el congelador de la nevera, pero tengo que esperar refrescarme antes de tomar agua fría, puede darme un yeyo si lo hago con el cuerpo caliente.
Todos empiezan a llegar mis compañeras con sus padres que las vienen a apoyar, el profesor en bicicleta, el otro equipo con sus acompañantes y más personas que van ocupando las gradas con intención de disfrutar de un buen partido de voleibol, los entrenadores y jueces preparan la cancha colocando la malla y decidiendo quien abre el partido, revisan que los balones todos estén en buen estado, nuestro profesor se acerca a nosotros y nos indica las posiciones en las que deberemos jugar marcando el ritmo de rotación, me da el primer saque, soy buena haciendo que el otro equipo no pueda responder por confundirlos al no saber si el balón pasara la línea final o entra en jugada.
De este modo pasaron mis once y doce años, me acostumbre a ser rechazada a no involucrarme con nadie de mi entorno, ser callada sin interés aparente en nada a conformarme con lo que recibía sin importa que. Quizás sea algo difícil de creer que alguien haya tenido que pasar por una situación como esa y hoy en día este sentada frente a un computador escribiendo en un documento Word cada uno de esos recuerdos que le hieren, muchos en mi lugar al llegar a su vida adulta habrían sufrido de depresión y tal vez llegado a la muerte temprana por mano propia, sin embargo, me gusta decir que he muerto y renacido para tener mi segunda oportunidad, una en la que no hay cabida para los odios o rencores.
Mis trece llegaron, sin emoción ni celebración, solo un feliz cumpleaños de mi vecina que ni siquiera se como supo que era mi cumple, agradezco que exista alguien en el mundo que se alegre por mi nacimiento aunque solo sea por obligación social, ahora curso el tercer año del ciclo diversificado dos años mas y entro a la universidad. Hace unos cuantos meses que no recibo mucha atención por parte de mi familia ni para bien ni para mal, algo que me llena de alegría ya que me he podido concentrar mejor en mis estudios y mantener el promedio en la excelencia. Por otra parte, creo que tengo una amiga es una chica nueva en mi clase, viene de otro liceo es demasiado sociable con todo el mundo muchas veces su melosa voz me fastidia, pero es la única que se acerca a mi de forma sincera, es muy inteligente y me ha demostrado que no solo se acerca a mi para que le haga las tareas, durante clases hemos trabajado juntas dividiendo las actividades por igual, y por loco que parezca, tenemos la misma letra cursiva no cualquiera podría diferenciar quien ha escrito y quien no, la diferencia se nota en la letra (T) minúscula, yo le hago doble techo ella solo uno.
Aixa Suárez, ese es el nombre de mi nueva y única amiga, le ha pedido ha otra compañera que me invite a su fiesta de quince años, desconozco su retraso en los estudios aunque es posible que se deba a que solo vive pendiente de los chicos y de que el brillo de labios no le falte, se pone tanto que cualquiera con sentido común pensaría que lleva los labio llenos de mantequilla, en fin he recibido la invitación y ahora se la llevo a mi mamá mientras le pido a Dios que no explote y solo diga si o no sin hacer escándalo.
—Tu papá te puede llevar en la bicicleta —a mi mamá la han secuestrado los extraterrestres.
—Gracias —murmuro confundida, ahora que pienso mejor todo no tengo nada para ponerme —, no tengo ropa para ir —confieso con miedo de que me grite en cualquier momento.
—Tu tía te puede prestar algo, son del mismo tamaño —la solución infalible para todo.
—La fiesta empieza a las Diez de la noche —informo señalando la tarjeta donde especifican la hora, lugar y fecha.
—Yo le digo a tu papa, el te lleva y luego te puede ir a buscar —acepto sumisa no me quiero perder la oportunidad de ir a mi primera fiesta.
La fiesta sera este fin de semana y ya tengo un jean y una blusa bastante bonita que me presto mi tía, con zarcillos y sandalias que combinan, es una suerte que mi tía sea de mi tamaña y siempre ande fashion como dice ella. Durante toda la semana evito hacer cualquier cosa que los peda molestar, hago lo que me ordenan apenas me hablan, no cuestiono nada no digo nada.
Todo lo que hice para disfrutar de mi primera fiesta y fue la peor mierda que me pudo pasar, aunque habrá mucha mierda para mi hasta que llegue al punto en el que ahora estoy.
El día llego y no puedo ocultar la emoción que siento, mi vecino me aliso el pelo no sabia que lo tenia tan largo, normalmente llego una trenza o una cebollita, lo que me ayuda a mantener mi cabello es perfecto estado a pesar de lavarlo con jabón en polvo. No puede ser que mi suerte sea tan hija de perra, mi papa pretende llevarme a las siete de la noche a una fiesta que inicia a las diez me quiero dar contra la pared hasta que la cabeza me explote. Me toco quedarme en casa de una de mis compañeras que vive a unas diez casa de la de Jhesenia, aquí se van a reunir varios compañeros para ir en grupo, con disimulo me fijo en los sobres de mis otros compañeros, la bruja me dijo que en unos quince años el regalo es en efectivo, por lo cual elabore mi propio sobre y vendí las tareas para poder reunir mi regalo.
—Ya podemos irnos a la fiesta —anuncia Yoselin y todos nos ponemos en marcha, es media hora pasada de las diez de la noche, la festejada hará su salida a media noche y luego de eso podremos bailar, espero que alguien me invite a bailar.